Lluvia constante. 4.500 metros de desnivel en cotas de no más de 3 kilómetros. Frío intenso y no más de 5 grados. Viento racheado. 273 kilómetros de etapa. Posibilidad de nieve. Los elementos no eran el mejor aliado para la Lieja Bastogne Lieja 2016. Auguraban un día para dormir a pata suelta en un hotel de cuatro estrellas, pero los ciclistas tenemos un gen mutado que cada vez que nos ponen un reto por delante tenemos que, como poco, intentarlo. Así que nadie dudará a esta hora que los 16 del Team Ciclored nos presentamos en la línea de salida ¿Verdad?
La Lieja-Bastogne-Lieja 2016 en Strava >
Las fotos de La Lieja Bastogne Lieja 2016 >
El ciclismo es una lucha continua contra los elementos. Mezcla de placer, sufrimiento, cansancio y recompensa. No hay mejor calor que el que recibimos después de un día de intenso frío y miel con sabor más dulce que la obtenida con el propio esfuerzo.
En la Lieja Bastogne Lieja 2016 tuvimos que poner en funcionamiento todas estas vertientes del ciclismo. Y no en una ocasión, sino en 16, el número de ciclistas que en la noche del viernes mirábamos todavía con desconfianza el parte meteorológico. Y es que para alguien nacido de Pirineos para abajo es muy difícil asumir que un 23 de abril puede haber solo una máxima de 5 grados en un lugar sin montañas.
Pero esto es Lieja. El ciclismo clásico. El ciclismo épico. Más de 100 años de historia. Las leyendas hablaban de una nevada en 1980 con Hinault como protagonista. El 2016 llevó el nombre de Pedro, Ricardo, Gonzalo, Cayetano, Miguel, José Antonio, Jordi, Cris, Gustavo, Ángel, Víctor, Vallejo, López, Antonio, Héctor y el que escribe. Y todo, por el placer de subirse a una bicicleta y empezar a pedalear.
SÁBADO 23… EL DÍA DE LA ÉPICA
Como en todos los viajes a las clásicas la aventura comenzaba el viernes. Unos por avión, otros por carretera… pero esta vez la mayoría llegaron al Hotel Ramada pasadas las 18.00. Así que sólo los más madrugadores se pudieron meter entre pecho y espalda la salida ‘trampa’ del viernes. Tano, Gonzalo, Miguel y José Antonio probaron en sus piernas las durezas de los muros adoquinados escondidos de Lieja, Saint Nicolás y la desconocida hasta entonces Rue Naniot. Un muro de adoquines de 900 metros con olor a Kruisberg y Paterberg de Flandes y que acabó siendo clave el domingo en la carrera de los profesional.
Todavía el viernes el tiempo jugaba con nosotros. Sol, poco viento, nada de lluvia. Unos decentes 14 grados que hacían albergar esperanzas. El briefing del Hotel Ramada fue sobre todo para conocer la batalla a la que nos enfrentábamos. Los 273 kilómetros de la Lieja y sus 4.500 de desnivel la hacen, con diferencia, la marcha más dura de todas las clásicas. Millones de cotas cortas y casi sin descanso. Un terreno para machacar piernas, cuerpos y voluntades.
Para combatirlo, al menos, dos buffet completos. Cena y desayuno. A tope de hidratos, proteínas y calorías. Iban a hacer falta porque a las 06:00 del sábado ya había amanecido con agua, viento y frío. Era poner un pie en la calle… y comenzar el infierno. Así que a las 07.00 en marcha.
Chubasquero, botines, guantes, camiseta interior, maillot, manguitos, pernera, chaqueta térmica, guantes y calcetines de recambio… Nada sobraba. Agua del cielo. Agua de la rueda delantera. Agua desde el suelo. Agua de la rueda trasera de que va delante de tí.
Los primeros 30 kilómetros hasta Remouchamps fueron así y con media docena de muros sin nombre. Sólo José Antonio, gallego versado en mil diluvios, se sentía como en casa. El resto jurábamos en arameo. Vendíamos el alma por un rayo de sol y un momento sin lluvia. Y más la sección canaria, conCayetano y Gonzalo, que habían bajado 25 grados de un día para otro.
Nada cambió. Primer avituallamiento y dos minutos para coger algo de comida (agua?? no,no). Lo justo para no quedarse congelado. Acelerón para entrar en calor y otros tantos muros sin nombre. El primero no llega hasta el kilómetro 80. Roche en Ardennes. 20 más adelante Bastogne. El Garmin dice que llevamos 110 kilómetros y casi 2.000 metros de desnivel… y todavía queda lo más duro.
Al paso por Bastogne la lluvia ya no era un enemigo. Lo cambiamos por el viento frío. Giro hacia el norte y a eolo le apetece soplar de cara. Eso que suponía, que los 150 kilómetros hasta Lieja iban a ser con viento de cara. Así, de regalo.
Mejor lo llevaba la grupeta canaria de Gustavo, Ricardo, Pedro, Ángel y Héctor como gregario de lujo. Se había decidido por la Lieja de 158 km y acertaron de pleno. Sólo unas gotas de agua y La Redoute, Roche Aux Falcons y Saint Nicolás como principales enemigos.
Para el resto el regalo de Saint Roch. Una calle que mira al cielo entre desniveles del 20% y que es icono, bandera en ristre, de las clásicas de las Ardenas. Después el primer tramo ‘llano’ hasta la Cote de Wanne. Toca tirar del pelotón porque nadie se atreve. Será que nos ven cara de gregarios…. Menos mal que cuando comienza lo duro, las cotas con nombre y apellidos, la mayoría cae por su propio peso.
En Wanne arrancan los 90 kilómetros más duros de Lieja. Seis cotas casi consecutivas sin descanso. Territorio comanche con el regalo de Stockeu, la cota Eddy Merckx, a sólo unos metros del avituallamiento.
En Stavelot se abre el día. Unos tímidos rayos de sol. Adoquines antes de Haute Levee. Una recta interminable con porcentajes del 12%. Enseguida Rosier. Bella. Rural. En el bosque, quizás la más liviana. Desde allí 15 kilómetros ‘planos’. Vuelve la lluvía. Se convierte en granizo justo antes del mito.
La Redoute. Una pared dividida en tres subidas con el 15% como norma común. Las piernas comienzan a pesar y es el primer tramo cronometrado. Un puntito de tensión para el orgullo. Para eso vale el chip en este tipo de marchas.
Descenso rápido, último punto para recargar el cuerpo con gofres y galletas melli en mitad de otro repecho y casi sin solución la novedosa Roche Aux Falcons. Un inicio del 18% para romper el ritmo y seguir remando. Otra vez tramo de chip. Así que toca apretar aunque el cuerpo pida tranquilidad.
Mil repechos después y más agua para recibir a Saint Nicolás. La subida al barrio de Lieja que casi siempre deja decidida la carrera profesional. Por aquí algunos privilegiados, profesionales y sólo de primer nivel, suben a plato. A nosotros nos toca salvar los muebles y rezar para que no nos metan la Rue Naniot.
Las flechas no marcan los adoquines sino la meta de Ans. Hacemos grupetta con los Purito Fans. En condiciones normales tocaría sprintar pero llegar a lo alto de Ans supone una rampa del 1,5 kilómetros al 6 y 7%. Así, sufrimiento para despedir la Lieja.
Al Ramada van llegando uno a uno los integrantes del Team Ciclored. Todos después de las seis de la tarde, de 10 a 13 horas de bicicleta bajo una de las peores condiciones posibles. Sin embargo el reto está superado. La cena vale para resumir historias, experiencias, anécdotas y hacer hora para atacar Le Carré, la zona cervecera de Lieja. Nos lo habíamos ganado, ¿no?
DOMINGO. LA NEVADA…
Esta vez el ‘que sufran ellos’ llegó hasta el límite. La previsión daba nieve para las Ardenas el domingo 24 de abril… y nieve cayó, y en abundancia. 10 minutos andando hasta la plaza de Saint Lambert para entrar en calor y los autobuses de los 20 equipos en la plaza. Disneyland ciclista. Toca elegir. Movistar Team y Valverde son los reyes.
Los españoles nos agolpamos en torno a ellos. El Bala siempre el más solicitado. Regala saludos y sonrisas. Las fotos, conErviti (que completará las cuatro clásicas de abril) e Izaguirre (que dos días después se viste de líder en Romandía). Al lada pasa Purito, siempre con un gesto cómplice y un saludo.ta… Los favoritos camino el podio de salida.
En cuanto la carrera parte, con lluvia y frío, tomamos bus con la grupetta de Bike Division destino a Saint Roch El mito de Houffalize. Por el camino la nieve ha dejado su impronta en los árboles. Bosques nevados en abril mientras que nos jugamos los ahorros en la porra.
Así que al llegar a Saint Roch cumplimos la tradición de las carreras en las Ardenas. Café para entrar en calor y salchicha, patatas fritas y cerveza para subir Saint Roch a ver la carrera.
Por allí el ritmo del pelotón pasa lento. Sufrimiento extremo en la caras de los escapados. Todas negras de barro y aceite del asfalto. Chubasqueros, guantes, perneras y cuando pasa el pelotón los primeros copos de nieve. Estampa navideña ciclista en abril. Parece el Stelvio o Galibier en sus peores días, pero sólo estamos a 300 metros sobre el nivel del mar.
De Gendt haciendo más grande su leyenda de ciclista en fuga. Un pelotón exiguo que cada vez que pierden un integrante no se queda descolgado sino que directamente se sube al coche. Frío extremo y nieve. Vamos a la meta de Ans. Pocos minutos de sol y muchos de lluvia y nieve.
Las pantallas gigantes cuando hay sol y las teles de los bares repletos de aficionados cuando el tiempo se vuelve caprichoso nos cantan lo que van pasando en carrera. Vuelve a nevar en Rosier. Controla Movistar en La Redoute y Roche Aux Falcons. Lo intenta Betancourt en Saint Nicolás y los adoquines de Naniot acaban siendo decisivos. Allí Albasini provocará el corte. Solo pueden llegar Samuel Sánchez, Rui Costa y Wouter Poels.
La subida de Ans solo vale para certificar las ‘piernas de escayola’ de Purito y Valverde. Nadie por detrás logrará atrapar a los cuatro escapados que pasan por delante de nuestros ojos en busca de su mito 100 metros más adelante. Samuel cabecea y se queda a las puertas. La gloria es para Poels.
Nosotros los miramos con gesto de admiración. Una batalla épica que conocíamos por el dolor de piernas del día anterior incrementada por unas condiciones peores aún que las nuestras. Por eso nos quedamos a aplaudir a todos los que van entrando en meta. Da igual el puesto. Ciclismo de sufrimiento.
Por eso no hay prisa para que Valverde o Froome nos firmen un autógrafo. Se entiende al ciclista. Primero descanso, ducha, calor, comida, y un asiento reconfortante en el bus y luego a atender a los aficionados, si hay fuerzas. Feeling absoluto.
Y para celebrar la épica horas de tertulia café y cervezas en el centro de Lieja. Serán las penúltimas antes de la cena y la despedida. Última clásica de 2016… y contando ya las horas para que llegue 2017. Con un grupo como el de la Lieja Bastogne Lieja el trabajo se vuelve placer.