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Amstel Gold Race…. los clasicómanos éramos nosotros

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La Amstel Gold Race no tiene la historia de Flandes, Roubaix o Lieja. No es una clásica de sabor añejo pero el ciclismo puro se huele con solo pisar el Cauberg. Mezclado con cerveza y fiesta holandesa, sí, pero ciclismo de calidad, de ese que han mamado los integrantes del viaje Ciclored.com a la Amstel. Pocas veces hemos logrado reunir tanta pasión, sabiduría y años de ciclismo.

Las fotos de la Amstel Gold Race 2016 >

Y es que pedalear con Pedro, Ángel. Íñigo, Pablo, Idoia, Quique, Javier, y Héctor era casi tan placentero como pasarse horas de post cena hablando de ciclismo con Susana, la única no pedalista del grupo pero que sabía casi tanto o más que el resto de nuestro deporte. Pero es que además sumamos la presencia de Diego Carrasco y Alex y Edith, nuestra familia holandesa… Ciclismo puro.

No pocas veces citamos hazañas épicas ciclistas en montañas y tiempos lejanos. Al final la realidad del ciclismo duro los sufrimos en nuestras propias carnes. Clásicas en su apogeo. El tiempo cambiante de abril convirtió una templada mañana de cicloturismo en el infierno del sur holandés. Viento, frío, agua y granizo mezclado con carreteras estrechas, curvas imposibles, látigos y un millón de muros sin nombre escondidos en los alrededores de Valkenburg. Al final los clasicómanos acabamos siendo nosotros.

VIERNES. CAUBERG, CAUBERG, CAUBERG

Madrugón. Charleroi. Zaventem… y en poco más de una hora en Valkenburg. Así arrancaba la Amstel Gold Race para la mayoría del grupo.  Ángel y Pedro ya se habían adelantado al jueves y nos llevaban un Cauberg y medio de ventaja. No iba a durar mucho la afrenta. Bicicletas de Bike División listas y preparadas y a rodar.

En la Amstel Gold Race está todo cerca de nuestro hotel de concentración… así que el menú que había diseñado incluía Keutenberg y Cauberg. Casi nada para abrir boca. Pedaladas por las pocas zonas llanas de Holanda y primer muro. Sólo al 22%. 800 metros… pero una auténtica pared. Sobre todo cuando en la distancia giras la cabeza a la derecha y ves la cima ahí arriba… y ahí al lado. Cómo se llega. Pues sencillo. En linea recta (y empinada).

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Primeros sudores para llegar a la cima. Foto de rigor y rumbo al Cauberg. Para el que no lo conozca pueden ser los 500 metros con mas historias ciclistas del mundo. Sí. Una cuestecilla de medio kilómetro que Valkenburg y los holandeses convierten en una religión. Ciclista, cervecera y fiestera, pero religión al fin y al cabo.

El Cauberg es tan decisivo en la Amstel que no es raro pedalear el viernes al lado del Lotto Jumbo, del BMC, del Sky, de Lotto-Soudal o ‘sprintar’ con Matthews en el falso llano antes de meta. Y al coronar es obligatoria la foto en el cartel de Col de Cauberg del bar (ya os dije que aquí la fiesta está a la orden del día).

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Paso por meta, descenso al hotel y a recuperar fuerzas para la Amstel Gold Race. Cena y primeras horas de ciclismo de ‘salón’. De ese que a veces disfrutamos casi tanto como el de carretera. Y al acabar… al Cauberg otra vez. ¿Cómo? Sí. Criterium del Cauberg. Carreras nocturnas con ex ciclistas como Rooks, Dekker, De Jongh... 500 metros plagados de gente animando y dándole a la cerveza. Así que donde fueres… haz lo que vieres.

SÁBADO. CICLISMO ÉPICO Y CLÁSICO

Dos tópicos destruidos. Holanda no es plana y la Amstel Gold Race no es la clásica menos dura. … y uno confirmado, aquí llueve y hace frío casi todos los días. Pues así fue nuestra Amstel Gold Race Cicloturista (Toerversie para los holandeses).

Antes, a las 06.30. Había tocado el despertador para dar rienda suelta a nuestro desayuno ciclista. Mientras que nos hartábamos de cereales y pan holandés por la ventana del Hotel veíamos pasar pelotones enteros de ciclistas. Sí, la Amstel tiene libertad de horarios. Para la versión de 240 kilómetros se puede tomar la salida a las 06.30 de la mañana… Que será una hora normal en Holanda, pero que para nosotros supone casi estar la noche en vela. Eso sí, otro tópico que se cumplió… porque al que madruga Dios le ayuda.

A las 08.00. Con sol y buena temperatura. Día de pata corta incluso. Rumbo a la salida cuando ya más de 5.000 ciclistas estaban pedaleando. (Al final unos 16.000). Y con sólo 5 kilómetros en las piernas. El muro de Geulhemmeberg. Que así puesto suena a chino pero que nos lo conocíamos al dedillo porque teníamos en mitad el Hotel de concentración.

En la cima se dividía la ruta. Pedro, Ángel, Pablo y Héctor camino de los 150 kilómetros de los muros del sur. Por delante les quedaban Bemeleberg, Eyserbosweg, Kruisberg, Drielandenpunt, Fromberg.… para acabar con el Keutenberg y el Cauberg.

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El resto del grupo al norte para afrontar la ruta de 240 kilómetros. Y para empezar el pavé de Slingerberg. Un incentivo para los que quieren rodar por Flandes. Después muros y más muros. Unos con nombres. Otros sin ellos. Rodar suave, ligero, entre grupettas y casi siempre por carril bici.

La belleza llega con el Fromberg. Un muro de 1,200 km metido en el bosque. Paisaje rural y perfecto para fotografías. Con 100 kilómetros en las piernas retornamos al Geulhemmeberg. Avituallamiento en el Hotel con sol y casi calor. Dan ganas de quitarse el chaleco y los guantes…. Pero en 10 kilómetros cambia todo. En Bemeleberg comienza a llover, media docena de muros sin nombres después, arrecia el viento, baja la temperatura y el agua se convierte en granizo.

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Tiempo de chubasquero, botines y cerrar los ojos porque las gotas hacen daño en la cara. 35 kilómetros bajo el diluvio nos hacen desistir. Por delante quedaban otros 100 y una nube negra y espesa amarrada al Camerig. Toca estrenar dos nuevos muros. Chocolatenberg (caliente) y Barenberg. Marcamos tendencia y además de Idioa e Iñigo se nos unen otros dos holandeses.

Tomamos el bar al grito de un radiador para secar la ropa. Con 20 minutos de chocolatenberg y dos tiritones recuperamos sensaciones y nos inventamos nuestra propia Amstel. Keutemberg a full y descenso rápido hacia el Cauberg… Meta, carpa, medalla, foto en el podio con las azafatas y cervezas después nos deján 170 kilómetros y 1.600 metros de desnivel.
En ruta todavía quedaba Quique. Una avería le hizo perder 30 minutos… y ahorrarse a lluvia. Cosas de la meteorología. Pudo completar los 24 muros. Sufrir, aguantar viento, unas gotas al final y entrar en el Cauberg con la satisfacción de haber cumplido el reto.
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A la noche La Montagna del Mundo nos tenía reservadas pizzas y cervezas. Así, para celebrar un día de ciclismo épico. Enfrente la fiesta del Cauberg.… Eran ya las 12 de la noche y muchos seguían vestidos de ciclista, con las bicicletas apoyadas en la pared y bebiendo cerveza como si un festival de música se tratase. Ciclismo de antaño. 

DOMINGO… NUESTRO LÍDER ES PURITO

Descansados y frescos. Desayuno y a Maastricht a la salida de la Amstel Gold Race. En cinco minutos nos plantamos en la plaza del mercado de Maastricht. Puentes, canales y belleza de una ciudad que sorprende al visitante cuando llega por la primera vez. Calles empedradas, iglesias, torres monumentos… y todos expectantes de ver cómo se pueden meter 19 autobuses de equipo con sus respectivos coches, el podio y la zona de salida en un plaza. Pues… cambian. Y lo mejor de todo, nos permiten visitar uno por uno village depart de cada equipo.

Para los ‘clasicómanos’ del grupo es como estar en Disneylandia. Un paraíso para los sentidos del ciclista. Bicicleta último modelo, tecnología punta ciclista, colores, sensaciones y ambiente de que allí va a pasar algo importante. Echamos mano de los españoles. En el Trek un bilbaíno hasta nos echa una foto.

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Purito, Erviti, Omar Fraile, Gilbert, Samuel Sánchez… no tienen problema en fotografíarse con nosotros. Nos responden alguna pregunta. Nos dna charleta. Es como si pudieras hablar con Cristianoun minuto antes de saltar al terreno de juego del Bernabéu.

Y es Purito el que siempre tiene más carrete. Mira la nube negra del cielo con mala cara. Sabe que si llueve la carrera se convierte en una odisea. No hace falta que nos lo cuente. Sufrimos lo mismo un día antes y todavía lo tenemos ‘caliente’.

Pistoletazo de salida y al Hotel. Cómo. Pues sí. Por la puerta de casa iba a pasar la carrera tres veces. La última, a sólo 15 kilómetros de acabar el Cauberg. La nube negra de Purito tenía razón y cada 10 minutos caía un chaparrón de agua.

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Cervezas, buena comida, una pantalla para ver la carrera y cada hora media a la puerta para verlos pasar en directo. Porra para acertar los ganadores que poco a poco se van descolgado. Purito por los suelos, Gilbert que no pasa el Keutenberg, Kwiatkoski descolgado en el Cauberg… Nos queda Matthews de los favoritos, que solo puede hacer quinto en meta. Así que…  a devolver ganancias.

Rumbo a meta. No es difícil cruzarse con Gasparotto y Colbrelli, primero y tercero en la Amstel. Ni descender el Cauberg por última vez para adentrarnos en la ‘nueva’ fiesta de la Amstel. Bares repletos, charangas de música y todo el mundo en la calle pese a que no dejan de caer chaparrones a cada rato.

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Y es que la Amstel es así. Ciclismo y fiesta unidos para disfrutar de un ambiente único.

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