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Vielha Cycling Tour 2022, calentada guapa

«Menudo titular que has puesto. Te has vuelto malote ahora. ¿Que es eso de una calentada guapa?». Pues lo primero que me salió de la boca al acabar la Vielha Cycling Tour 2022. 150 kilómetros, 3.500 metros de desnivel y puertos del Tour en Pirineos. Todo con la supervisión técnica de Samuel Sánchez. Y con la posibilidad de ir todo lo rápido que quisieras en los puertos. Al acabar 417 de TSS (Training Stress Score), así que calentada guapa.

«Venga va. Explícate y empieza desde el principio». Voy, lo primero fue el whatsapp de Samu Sanchez. Oye. Te vienes a este evento que organizamos en el Valle de Arán. Y claro, al ver el recorrido, es imposible negarse. Dos subidas a Portillón y una al Port de Balés. Ok. Hasta ahí todo conocido. Y luego tres puertos más, cerca de Vielha, de los que no tenían ni idea, pero sonaban a trampa. Plan de Batalher, Guardader de Arres y Corneret de Ocaña. Y el remate. La marcha era el sábado 23 de julio y el miércoles 21 y el jueves 22 eran las dos etapas de Pirineos del Tour. Plan perfecto. Aprovechando que el Tour pasa por los puertos del Campus Tourmalet de agosto y la Marmotte Pirineos de septiembre, pues semanita guapa en los Pirineos.

«Segunda vez que pones guapa. Chato que eres periodista. Debería tener más recursos lingüísticos». Martes 20, Aubisque, Spandelles y Soulor. Miércoles 20, Hourquette de Ancizan, Val Louron/Azet, Peyresourde y Col de Aspin. Jueves 21. Tourmalet, Hautacam y Tourmalet. Viernes 22, salida de la etapa 19 del Tour. No era la forma más ortodoxa de preparar una marcha tan dura como la Vielha Cycling Tour, pero se quedaban cuadrados 5 días de ciclismo de ese que soñamos de vez en cuando (y hubo un sexto, porque en el Valle de Arán te puedes subir a Pla de Beret, meta Tour 2006, a la hora de desayunar).

Así que el viernes 22 de julio me planté en Vielha a media tarde, con tiempo de recoger la bolsa con el dorsal y el maillot, saludar a Samuel Sánchez y a Haimar Zubeldia (esto pintaba que iba a ir deprisa) y ponerme la sudadera porque había una nieblecilla que dejaba la temperatura en unos agradables 25 grados. Nada que ver con los 40 infernales de La Mancha. Y oye, que me gusta el sol y el calor, pero lo de este verano está siendo demasiado.

Port de Balés y Cronoescalada en Portillón

La salida era a las 08.00 desde el centro de Vielha. Con el Hotel a cinco minutos en bici (la oferta hotelera del Valle es bastante amplia) pues tampoco hacía falta madrugar demasiado. Se agradece. Igual que cuando miras por la ventana y te das cuenta que te tienes que poner el chaleco y los manguitos. Si, 23 de julio con chaleco y manguitos en la salida, porque la nieblecilla no se había ido y estaba la mañana fresca y el primer puerto, Plan de Batalher, con la carretera mojada. Así que la organización, con buen criterio, decidió neutralizar la primera subida y bajada (que menuda trampa nos tenían preparada…).

Quince kilómetros de tranqui neutralizados para que las piernas recuperasen sensaciones (las mías, claro), arreón en el llano para entrar en calor, rotonda a la izquierda en Bossots y el primer Portillón. Y como eso de venir de ver el Tour te hace sentir una mezcla de Pogacar y Van Aert, pues a coger cabeza de pelotón en las primeras rampas. A los dos kilómetros, la cabeza, la tuya, te dice que eso de ir a más de 300 vatios con 57 kilos no te lleva por el buen camino. Y no es que decidas levantar el pie, es que si no lo levantas te auguras un pajarón a lo Bardet más adelante.

La subida a Portillón por la cara de España es de las constantes. Rampas entre el 7 y el 8% durante unos ocho kilómetros. Perfecto para regular y bajar tranqui hacia Luchon. Os resumo. Carretera mojada, curvas de herradura y aquel Tour en el que iba escapado Yates y se fue al suelo cuando veía que Alaphillippe, que venia persiguiendo, le recortaba tiempo.

Desde Bagneres de Luchón al inicio de Port de Balés, ya con la carretera seca, era el tramo más llano. En el que formar grupeta, porque después todo eran puertos. Allí también se desviaba el recorrido de la Medio Fondo, con 90 kilómetros y casi 2.000 metros de desnivel y que se saltaba Balés. Una pena para ellos, porque ascender el Port de Balés con 19 grados, sin tráfico y dándote cera (tampoco mucha ehh) con otros ciclistas durante 19 kilómetros es una experiencia cerca al Tour (de Francia, claro). Y más cuando en los últimos tres kilómetros emerges de la niebla para ver el sol y las cumbres de las montañas cercanas con nieve (no mucha, pero alguna había). Y encima pasas por el sitio donde Contador no vio que a Schleck se le saltaba la cadena en 2010….

Avituallamiento estratégico en la cima de Balés. Tampoco el más canónico. Trozo de sandia, dos bidones de isotónico, un puñado de gominolas, otro de frutos secos y dos croissants de chocolate para el bolsillo (que eso es bollería). Si vale, pero me había comido ya dos barritas y un gel, y me apetecía algo diferente. Además, que en la bajada de Balés había que ir con cuidado al principio y que luego llegando a Bagneres de Luchón daba tiempo a comerse los dos croissants antes de la cronoescalada a Portillón (por la cara francesa).

¿Cómo que cronoescalada. Pero no estaba todo cronometrado? Si, pero el tramo para competir era ese. Los ocho kilómetros de ascensión al 7% de media a Portillón. En el resto se podía ir rápido, pero sin clasificación. Así que manos a la obra (o pies a los pedales, mejor dicho). La crono llegaba después de 110 kilómetros y más de 2.000 metros de desnivel. Sol, 24 grados. Escenario perfecto para darse una calentada guapa, porque es de los sitios en los que se pueden mantener velocidad y vatios e incluso tener la sensación de que se va rápido (a nuestro nivel, claro).

La bajada de Portillón me sirvió para recuperar y hacer grupeta… con Jordi. Por delante ya iban los primeros y por detrás, pues no venía nadie. Así que unidos y con conversación para la trampa del Guardader d’Arres. La altimetría decía que eran 8 kilómetros al 8,1%. Y Samu en la previa que en las curvas se ponía al 12% y que aflojaba en las rectas, justo al contrario de Alpe d’Huez. Lo cierto es que entre la charleta y la sombra, es una subida de carretera estrecha y entre árboles, se hizo menos dura de lo que esperaba. El caso es que al coronar… pues no acababas de bajar, sino que había que seguir dando pedales, y luego venía un tramito de adoquines cuesta arriba.

Y otro avituallamiento en el que recargar líquido y otros dos croissants de chocolate. Vale que solo quedaba un puerto, el Corneret de Ocaña, pero estaba la cosa como para fiarse. Primero porque si lleva el apellido de Ocaña (si, de Luis Ocaña, ganador del Tour, que vivió en el Valle de Arán y que se estrelló en la bajada de Col de Menté antes de pasar por Vielha en el Tour que le iba a ganar de tú a tú a Eddy Merckx) significa que no es sencillo. Había encerrona. Tramo de cemento al 18 o 19%, con fotógrafo incluido, metido en mitad de una subida de dos kilómetros al 6%. Era la última. Desde allí bajada y cinco kilómetros picando hacia arriba hasta la meta.

Había conservado a mi compañero de grupeta de dos para entrar juntos en Vielha después de 150 kilómetros y 3.500 metros de desnivel. Foto, oye chaval que seguro que nos vemos en otra y avituallamiento con bebida, frutos secos (algún que otro croissant de chocolate) y bocatas de jamón y queso. Si hay jamón, todo es más feliz. No. Patas en alto, siesta, cena fresquita y al día siguiente antes de volver a casa subidita a Pla de Beret para rematar la semana de 500 kilómetros (y bajando con chaleco y manguitos).

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