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La Ruta Castillos Ayora ya es una clásica

Clásica Ciclista. Rutas de los Castillos de Ayora. Recorrido duro, sin descanso, extenuante. Carreterassin tráfico que permiten dan rienda suelta al esfuerzo ciclista. Clima cambiante. Ediciones con frío, lluvia, con calor, con bochorno. Casi 2000 ciclistas en la salida y listas de espera. Un pueblo volcadocon el evento. Más de 200 voluntarios. Final con chicha y ya mítico. Comida popular y cerveza en meta. Y ahora, además, una carrera elite y sub-23 que imita en parte el recorrido. Sí. La Ruta de los Castillos de Ayora en sólo ocho ediciones se ha convertido en una Clásica.

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Por eso el Team Ciclored no iba a faltar a esta edición. Después de Tour de Flandes, París-Roubaix, Amstel Gold Race, Lieja-Bastogne-Lieja y Mallorca 312 la Ruta de los Castillos de Ayora era volver a casa. Territorio comanche que íbamos a compartir con  Juan Carlos, Julián, Sergio, Joaquín, Adrián, Jesús, Marisa, Toni, José Ángel, toda la grupeta de Contraviento de Alberca de Záncara, Miguel Ángel, Juanfran… viejos amigos, carreteras conocidas y nuevas sensaciones. Y todos para disfrutar del buen trabajo organizador de Gerardo Soriano y Rafael Murcia a los mandos de ULB y la Ruta de los Castillos.

Nada podía salir mal. Y así fue. Aunque todavía no tienen la varita de jugar con el clima y poner 20 grados constantes de salida, sin lluvia ni viento. Pero, qué se le va a hacer. Las clásicas son eso. Zonas inhóspitas. Retos que hay que superar independientemente de las condiciones. Espiritu Flandrien en el corazón de Valencia.

(Fotos Ismael Torres. Marchas Ciclistas)

SUFRIMIENTO CLÁSICO AYORINO. ZONA 6

En Ayora. A veces. Llueve en mayo. Se llama primavera y a los ciclistas nos torea a su antojo. Cuando el viernes a las 21.30 se abrió el cielo para desparramar litros de agua por las carreteras de la Ruta de los Castillos muchos miramos al primero plato de pasta que estábamos cenando y después al móvil. Aplicación del tiempo al canto. La pantallita decía que el sábado no llovía hasta las 13.00 (justo alrededor del Caroche) así que tranquilidad, buenos alimentos… y a confiar en la tecnología.

A las 07.00 del día siguiente. Desayuno en el cuerpo. Parecía despejado. Alguna nubecilla y unos 15 grados. Ideal. Dorsal Ciclored y aparcamiento Vip al lado de las duchas. Nada de prisas. A montar bicis y comenzar la ronda de charleta y encuentros. Pronto aparece Miguel Ángel, del Tour del Juguete, nos invita a la edición de 2016 y comentamos la ‘jugada’ de hace dos semanas en Lieja… allí sí que llovía.

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En 5 minutos están Julián y Juanfran. Dos de mi talla para disimular en la foto de Ismael, de Marchas Ciclistas. Al lado de Adrián, Sergio, Joaquín y Juan Carlos casi ni se me ve. Creo que ya se porqué elegimos el blanco y rojo brillante para la equipación Ciclored…

Miramos al cielo. Sigue sin llover. Segundo cajón en la salida. Te sientes vip. Sobre todo porque solo tienes que andar dos pasos para saludar a Toni y Jose Ángel. Ayorinos de pro que en 2016 tienen trabajos distintos. A Toni, con el dorsal 1, disfrutar y sufrir por las carreteras. Para Jose el trabajo de gregario profesional. Él se vestirá el naranja para marcar el cierre de control y ayudar a todos los ciclistas que vayan sufriendo. La misma labor que Joseba Beloki en Mallorca 312.

Homenaje a las chicas ciclistas en la figura de Anna Sanchis. Traca valenciana. Olor a pólvora. Y a las 08.00 a pedalear. Como siempre salida rápida. Ritmo constante con rampitas al 5-6% que seleccionan al pelotón camino de Carcelén.

Dos cuestecillas y en poco más de 12 kilómetros ya hemos acumulado 350 metros de desnivel. Comienza a llover. Fino. Ligero. Atravesamos la nube. Salida dura, repechos sin nombre reconocido y agua. Esto parece Lieja-Bastogne-Lieja. Con la ventaja de que aquí la Guardia Civil y los voluntarios controlan que ningún coche entre en el recorrido. Seguridad máxima para afrontar el rápido y húmedo descenso hacia Jarafuel.

Toca meterse en cabeza de carrera para evitar riesgos. En Jalance ya ha dejado de llover y el único agua que nos moja es el del asfalto. Descenso sin riesgos hasta el río. 40 kilómetros en el Garmin. Carretera estrecha. Grupo estirado y una rampa del 15% en curva esperando. Sí. Estamos llegando alCampichuelillo.

 

ruta castillos ayora 20La versión larga de cualquier muro de la Amstel Gold Race. Los casi 7 kilómetros de subida y 400 metros de desnivel son sólo un engaño matemático. Media del 5,7% que no aparece por ningún sitio. Rampa del 12 para empezar y todo el pelotón roto. 36×25 y con muchas ganas de poner el 27… Un kilómetro después con todo metido y a remar.

Curva. Asfalto roto. Corazón buscando la salida por entre las costillas. La sangre sprintando por las venas y el ácido láctico a kilolitros en los músculos de las piernas. Solo un pequeño descansillo para levantar la cabeza, mirar alrededor y ver caras de esfuerzo máximo.

Queda rematar la faena. Otro kilómetros al 10% para coronar, mirar hacia atrás y ver como Joaquín Calderón (Ciclismo a Fondo) pasa como un tiro por el falso llano. Pasajeros al tren. Está probando la BH Evo y ‘joder como va la bici’. En 5 minutos la táctica de carrera es sencilla. Fichado como gregario de lujo oficial.

Aún así bajando al Balneario de Cofrentes hay que ponerle el freno de mano en las curvas. Tres después me toca esperar al grupo de detrás y afrontar los mil repechos hasta Casas del Río en caza y captura de su grupeta.

El puerto es ideal para entrenar y no quitar el plato. 5 y 6% constante durante siete kilómetros. Sufrimiento para enganchar y vela a la Virgen de Ayora porque Joaquín ha decidido levantar algo el pie para hacer labor de equipo con Sergio Palomar. 

EL MURO DEL CAROCHE

El falso llano de Casas del Río ayuda a formar grupetta a rueda de Joaquín Calderón. Unos 30 ciclistas nos pegamos a su estela para bajar La Chirrichana, comer algo, afrontar el número redondo del kilómetro 100 en Cofrentes y mirar hacia Jalance. Repecho (el duodécimo sin nombre ya), paso por Jalance, descenso y hacia el Moragete.

Manguitos abajo, chaleco abierto y a tirar de ritmo. El puerto es de esos que te pueden dejar vacío. 10 kilómetros al 6%. Un inicio duro con tres horas largas de esfuerzo en las piernas y el pulsómetro que canta una media hasta entonces de 160 pulsaciones.

Terreno para pocas exhibiciones y mucha cabeza. En la primera rampa del 10% el grupo se vuelve a romper en mil pedazos. Cadencia mantenida y mirada a la cruceta del manillar. Ritmo constante. Autoengaño. En el avituallamiento se relaja el puerto. Agua de la mano de los voluntarios a pie de cuneta y a seguir subiendo.

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Lo malo del Moragete es que cuando coronas no empiezas a bajar. Se suceden millones de repechos más. Cortos, pesados y de esos que rompen el ritmo, destrozan las piernas y sabes que acabarás pagando kilómetros después.

Menos mal que Calderón acude al rescate para poner ritmo de carrera y llevarnos descenso abajo haciaJarafuel. Desde allí arranca otro terreno más que pestoso. La grupetta se había quedado en poco más de 10 ciclistas y como nos conocíamos ya todos… pues que tire Joaquín, ¿no?

Gerardo hace de director de equipo. Bidón lleno y al grito de ataca en el Caroche tira con el coche para delante. Un gel para engañar al cuerpo y camino del calvario.

Los tres kilómetros del Caroche son ya un clásico del ciclismo. Un muro de ‘Huy que no es valón sino ayorino’ al 10% de media con rampas hasta del 17. Piernas rotas por el esfuerzo. Calor. Sobra el chaleco, los manguitos y hasta el sudor. Sufrimiento al límite. Lo peor es que conocemos el camino y la dureza. Que el asfalto se agarra en cada curva. Que la bicicleta se para y hay que empujarla para vencer a la física.

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Que con el cerebro nublado por el esfuerzo de repente comienza a tocar una banda de música y aparecen Torrente y Naranjito en la pancarta de puerto de montaña. ¿Cómorrrr? ¿Tanto me han estirado el cuello que me llega vía satélite el Canal Nostalgia?

Sonrisa por la broma y para abajo camino de Teresa de Cofrentes. La previsión se ha equivocado. No llueve y ‘sólo’ quedan cinco kilómetros para entrar en meta. Un Saint Nicolás en versión carretera ancha. Viento de cara. Rampa del 4% y el que escribe se abre de patas. Tirad que el cuerpo pide clemencia.

Se marcha la grupetta y comienza el sufrimiento en solitario. Dos miradas hacia atrás para comprobar que no viene nadie. La recompensa. Una calle repleta de aficionados que te grita a ti solo como si hubieras entrado el primero en la línea de meta. Así llevan un rato y seguirán hasta que entre el último ciclista.

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La fiesta siempre se completa con ciclismo y experiencias. 10 minutos de conversación con los hermanos Ribes, que ya están finos para la QH. Otros tantos con Julián, que crece como ciclista día a dia. Ración de gazpacho ayorino, pasta, fruta y barra libre de cerveza.

Llegan Juan Carlos, Marisa, Jesús. Debutantes… ronda de preguntas y una sensación común. ‘Joder cómo se lo curran los de Ayora con su marcha’. Organización 10. Trato al ciclista 12. Y sensación de felicidad infinita. En 2017 ya tenemos reservado hotel….

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