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Locos por la París-Roubaix 2015

«Dejas Ibiza para pedalear en la París – Roubaix. Tu estás loco«. La frase la dice el ex profesional Andrea Tonti con acento italiano, el receptivo es uno de los viajeros Ciclored, Pedro Cerezo, el lugar Velódromo de Roubaix en plena competición, el momento La Nuit Du Veló (horas antes de arrancar la cicloturista de la Paris – Roubaix Challenge 2015), fuera todavía no llovía, pero había 10 grados y anunciaban tormenta.

Las fotos de París Roubaix  2015 >

Sin embargo nada arredró a los viajeros ciclored en la París-Roubaix 2015. Como bien decía el propio Pedro el jueves a la tarde, después de 6 horas metido en un avión por culpa de la huelga aérea, para ser cicloturista hay que estar un poco loco. Pues sí. Lo estuvimos. Y más para afrontar el infierno del Norte. Kilómetros de adoquines mal puestos con el único cometido de hacer imposible que una bicicleta pueda rodar por allí.

Nosotros, cicloturistas empedenerdidos y con solo unos miligramos de cordura, aceptamos un desafío que se toman casi como uno castigo los profesionales. Nos ponemos piedras (adoquines en este caso) en el camino por el mero hecho de superarlos y poder degustar las mieles del trabajo bien hecho dando una vuelta al Velódromo más famoso del ciclismo mundial. Roubaix. Así fue nuestro sueño.

VIERNES 10 DE ABRIL. PRIMERAS ‘PEDRADAS’
No había tiempo que perder. En Roubaix y a sólo unos kilómetros de los adoquines había que probar su sabor. Como en el Team Ciclored nos gusta más el ciclismo que a un niño un bocata de nutella nos hicimos hasta tres rutas de cobbles.

En la sesión de mañana fue Pedro Cerezo el ‘afortunado’ en probar los adoquines. Y como primera experiencia… pues el Carrefour d l’Arbre. Ida y vuelta sobre la zona más famosa del mundo ciclista. Ideal para perder todos los empastes mal amarrados y para testar la Specialized Roubaix que había traído para la ocasión.

Después rumbo a Gruson para un tres estrellas con sabor a autopista y finalizamos en Hem, un dos estrellas al que deben subir de categoría ya mismo. Y, como no. Rumbo al Velódromo. Había que aligerar porque en el hotel ya nos esperaba la grupetta madrileña de Óscar y David. Una decena de Eddy Merckx EMX1 para ellos y rumbo a Flandes. Koppenberg y Kruisberg serían sus destinos.

Por la tarde aterrizaba la grupetta de Castellón, los dos Linos y Alberto, el bilbaino Josu Plazaola y el sevillano David Pablos. Otra vez un equipazo de los cuatro puntos cardinales. Comida, a las bicis (más EMX1) y de nuevo rumbo a Carrefour d’lArbre. Esta vez con media docena de italianos. Otra vez a botar por los adoquinados (ya casi le había cogido el tranquillo) y a aprender de Andrea Tonti y de Josu, que se nota que no era la primera vez que pasaba por allí.

CARREFOUR DE L'ARBRE 6

A las 19:00, y después de que Pedro y Mikel recogieran sus EMX1, ya estábamos prestos para disfrutar de La Nuit du Veló. Ambiente ciclista, comida, bebida y un velódromo repleto de aficionados disfrutando de las pruebas de pista. Algo poco habitual en España. Casi un regalo para nosotros, tan acostumbrados a ver sólo el ciclismo de carretera.

Aquí las lecciones nos las da Lino (hijo) que durante varios años compitió dentro de un velódromo. Toca oir, ver, callar y aprender. Eso sí, al salir nos quedamos embobados con la repetición de la Roubaix de 2014 y con las míticas duchas del velódromo antiguo. Historia pura del ciclismo.

SÁBADO 11 DE ABRIL. ESTO ES EL ‘INFIERNO DEL NORTE’

La primavera francesa nos había salido caprichosa. A las 04.30 (si, habeis leído bien) Ya estaban desayunando los ‘locos’ que iban a afrontar la versión de 170 kilómetros de la París-Roubaix. A las 05.00, David, Óscar, Enrique y compañía ya estaban subidos en uno de los 30 buses que les llevaban a Busigny. A esa hora el termómetro marcaba 12 grados, no había viento y el cielo estaba despejado.

Dos horas y media después todo había cambiado. Mientras que el bus se acercaba a Busigny comenzaba a diluviar. A los de la versión larga les esperaba una edición épica. A Lino, Alberto, Josu, Lino, Mikel, Pedro, David, Pedro Cerezo y los demás… también. Justo a la hora de empezar a desayunar caían unas gotas de agua. Minutos después era lluvia constante y viento. Chubasquero, botines y, sin dudar, a la salida del velódromo. Otro punto de locura.

PARIS ROUBAIX CHALLENGE 2015

Pronto una buena grupetta para combatir el viento hasta Arenberg. El primer tramo adoquinado del día. Y de lo más internacional. Alemanes, ingleses, italianos, belgas, holandeses, parece el pelotón del Mundial. Mi crónica se debería quedar aquí, justo al inicio, cuando un coche se me cruzó en el camino y me mandó al hospital. Lo bueno de los ciclistas es que las hazañas siempre se comparten.

Por eso se que Arenberg fue la piedra de toque para Pedro y Mikel. Que el agua y el barro hacía casi imposible mantener la bicicleta en pie. Que todos volvieron enamorados de las obleas de miel de los avituallamientos. Que a Lino también le dio envidia eso de caerse y eligió el Carrefour d l’Arbre. Que de 16 bicicletas que salieron sólo hubo un pinchazo. Que David dirigió a la grupetta como un sólido jefe de filas. Y que en los dos últimos kilómetros hubo ataques, cambios de ritmo y un disputado sprint en el Velódromo de Roubaix. También que las míticas duchas recibieron a la mayoría (incluso alguno se hizo foto en paños menores) y que a las 17:00 todos estaban en el Ibis preocupados por el globero que se había caído al principio.

Así que por la noche, mientras cenábamos, me tocó sufrir. No por el dolor de la clavícula, sino por la envidia de todas las historietas de la Roubaix que me iban contando y que no podía haber vivido en directo. ¿Estamos locos estos cicloturistas, verdad?

DOMINGO 12 DE ABRIL. PARIS ROUBAIX PRO. DIOS DA PAN…

Había que seguir la tradición. Sin una semana antes en Flandes a los profesionales les hizo un día de lujo después de una cicloturista pasada por agua, en Roubaix sucedió lo mismo. Ya lo saben. Dios da pan a quién no tiene dientes. Así que el domingo aprovechamos para dormir un rato más y salir sin prisas al Bosque de Arenberg. En el primer tramo cinco estrellas de la Roubaix se concentran los aficionados expertos en adoquines. Había que ver ‘sufrir’ a los pros.

En la espera volvemos a hacer amigos. Esta vez italianos, del Lago di Como, justo donde se hace el Giro de Lombardía… una hora de conversación mezclando idioma ciclista. Banderas, recuerdos de Wiggo, los auxiliares con una colección de ruedas de alta gama... todo dispuesto para que el pelotón ruede por aquí casi flotando sobre los adoquines. Eso los que van en cabeza. Por atrás, los ‘trabajadores’ sufren en el plano cómo si fueran ascendiendo el Angliru.

BOSQUE ARENBERG ROUBAIX 1

A la furgo y rumbo al Carrefour d L’Arbre, el otro punto caliente de Roubaix. En la ruta nos da tiempo a ir paralelos a la carrera justo cuando atraviesan el tramo de adoquín de Orchies. Una sensación única que sólo se puede vivir en Roubaix. A la salida de L’Arbre todo ha cambiado. Pasa primero Roelandts y detrás una manada de galgos en su persecución. Caerá en Gruson y en Hem serán Degenkolb el que atrapará a los escapados.

Todos lo vivieron el día anterior y saben lo difícil que es rodar así. La pantalla gigante del Carrefour nos canta también el sprint final del velódromo. Mientras, por Arbre, a 15 de meta, todavía hay gruppetas pedaleando en busca del final. Otro de los puntos de esta carrera, que se rompe sin una sola cuesta.

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