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Los privilegiados de Gran Canaria. La Cicloturista 2017

Si en algo coinciden todos los ciclistas que han viajado con nosotros a La Cicloturista de Gran Canaria en estos últimos cuatro años es en sentirse unos privilegiados. Cuando en el resto de Europa es invierno en Gran Canaria vuelves al verano, a los 18 grados de mínima y a poder disfrutar de la bici y de subir puertos sin recubrirte el cuerpo como una cebolla. Esa convicción de casi crueldad al enviar fotos por whatsapp a la grupetta. Eso se repite edición tras edición. En 2017 no iba a ser distinto para ninguno de nosotros. Privilegiados ciclistas al sol de las Canarias.

Y como cuando algo te gusta no puedes dejar de hacerlo, pues los números del Strava dicen que de 10 días que estuvimos en Gran Canaria… hicimos un pleno.  Salimos en bicicleta todos para acumular 585 kilómetros y 14.000 metros de desnivel.  A medio camino entre la base y la pretemporada. Pero sobre todo con un completo de placer ciclista. Porque además al participar en La Cicloturista te ‘ganas’ el derecho de conocer a gente como Dori Ruano, Chema Arguedas, Serafín Zubiri o Diego Ballesteros. Y lo que es mejor, poder compartir horas de charleta con ellos y aprender sobre nuestro deporte.

Pre La Cicloturista

Esto es vicio. Pasar de cero grados a 18 es lo que tiene, que dan ganas de rodar en bici. Por eso el viernes 1 de diciembre nada más bajar del avión no se nos ocurrió otra cosa que salir a disfrutar. Eso sí, previo paso por la tienda Wilier Ponto Rosso de Ricardo Ley, que tenía preparadas las máquinas (con 34×32 con máximo desarrollo) para hacerles kilómetros. Culotte, maillot (manguitos por eso de la costumbre) y al Mirador de la Aldea sudar un poco. Salida ‘selfie’ que se llama. Pocas horas de luz pero con una temperatura que al volver casi daban ganas de meterse en la piscina. Y para cenar primer menú canario… Con un cocinero/ciclista como Sergi Morales teníamos más que claro que comida (y bebida) no iba a faltar.

Sábado Pre-Titánica (la etapa más dura de La Cicloturista). Objetivo, salir a rodar y eso que caen cuatro gotillas. Da igual. Llover con 20 grados no es llover. Visita a la carretera de La Aldea, esta vez con la grupetta creciendo. Dani, Ramón (Koldo), Luis, Sergi y el que escribe. En la bajada me toca repasar viejos amigos en forma de curva y caída justo un año atrás. 16.000 kilómetros en bici después creo que no me ha afectado demasiado. El premio es un asadero con el CC Obelisco. ¿Y eso que és? Pues una reunión de ciclistas para comer y beber en cantidades pantagruelicas. Papas con mojo, pata asada, queso canario, arroz con verduras, tarta canaria, cerveza Tropical, ron miel y de postre entrecot. Sí, has leído bien. Entrecot. Carga bestial y fuera de todos los consejos de alimentación ciclista (para eso estamos en vacaciones, no). Hacía falta.. tanto que no pudimos ni cenar. La Titánica del día siguiente iba a ser nuestro ‘adelgazador’ particular.

LA CICLOTURISTA 2017

La Cicloturista (3 al 9 de diciembre)

Despertador, desayuno y a la salida de La Titánica. El primer evento de La Cicloturista, del que fui uno de los culpables, consiste en hacer 80 kilómetros y 3.000 metros de desnivel a velocidad libre, pero estilo randonneur. Es decir, sellando en los avituallamientos y con el tráfico abierto. La ventaja, que por esas carreteras no había prácticamente ningún coche. Y que a la hora de la salida, 08.30, sobraban hasta los manguitos. De todas formas no hizo falta utilizarlos porque aquí se va a fuego desde el inicio. La neutralizada duró 300 metros y desde ahí, sálvese quien pueda.

Para seguir el ritmo de cabeza, una mezcla de canarios y ciclistas de Bélgica, Inglaterra, Alemania, Austria, Noruega, Finlandia… vamos un pelotón Tour. No había que quitar el plato hasta que las rampas se ponían al 10% camino del Mirador de la Aldea. Pulsaciones a 185 para el primer calentón de la temporada. Y como el cuerpo es sabio, pide calma. Descenso tranquilo, con pinchazo incluido a la Aldea de San Nicolás y a afrontar el puerto más largo de todo los que subimos en Ciclored.com (y son unos cuantos). Son 45 kilómetros hasta los Llanos de la Pez con un desnivel acumulado de 2.340 metros. Casi nada. Así que tranquilidad, conversación, buenos alimentos y a mirar el paisaje, que va cambiando desde el desierto de la zona de las presas a los árboles de Acusa… cuando llega el primer descansillo.

La Titanica 2017 en Strava >

En mitad da tiempo a parar a coger agua en el avituallamiento, a ir pillando a ciclistas poco a poco y a volver a sentir en las piernas una subida tipo Galibier o Stelvio. De esas en las que pueda pasar por tu cabeza media vida. Descenso hacia Tejeda, otra vez a cargar alimento y llega la parte más dura de la marcha. Aún conociéndola y dejando fuerzas para afrontarla… toca sufrir y mucho. El 34×26 (el 28 de mi Ciclored se puso en huelga unilateral) era demasiado corto para afrontar la variante del Parador. En números, 3 kilómetros y medio con un desnivel del 14%, rampas del hasta el 18 y 70 kilómetros de etapa ya en las piernas. Como si a mitad de Galibier te ponen un trozo Mortirolo, así, a pelo. Sufrimiento extremo.

Las piernas lo acaban acusando y los seis kilómetros finales hasta los Llanos de la Pez, parte entre la niebla y con desniveles del 12%, se hacen eternos. Menos mal que arriba Ángel Bara y sus chicos me tienen preparado los plátanos, frutos secos, galletas, chocolate… y hasta membrillo y queso para hacer un sandwich made in sidrería. Cualquier cosa es poco para recuperar todo el asadero que hemos dejado por el camino. Reagrupamiento, caras de felicidad y retorno al verano en bici, que desde allí quedan otros 45 kilómetros de descenso hasta el hotel. Ducha… y al masaje. Otro de los placeres de La Cicloturista, que cada día al acabar tienes al equipo de masajistas de Begoña Ferrero para dejarte como nuevo.

El lunes no había etapa… pero volvimos a salir en bici. Con Dori Ruano ya por la isla decidimos hacer grupetta junto a Diego Ballesteros y Pablo Bueno, de Ciclismo a Fondo. Esta vez rumbo a mi puerto preferido de Gran Canaria. Oficialmente La Cruz de San Antonio. Para mí siempre será el Piccolo Stelvio. Ritmo suave de ver paisajes y engañar a las piernas, que todavía piden clemencia. Tiempo de charleta y fotos. Eso sí, con la tontería se van 45 kilómetros y casi 1.000 metros de desnivel. Lo mejor es el premio para despedir a Luis, que volvía a la Península. Zumo de frutas y zumo de cebada. Tertulia de premesa, mesa y sobremesa a la que unimos a una grupetta de navarros. Lo bueno de La Cicloturista es que siempre acabas haciendo nuevas amistades.

La ‘etapa’ de descanso >

El martes tocaba ir a Ayagaures, pero los desprendimientos de la carretera de Taurito nos ‘obligaron’ a bajar a Tasartico. Y béndita obligación. Pelotón amplio de 80 ciclistas para la primera etapa de La Cicloturista. Reencuentros con Jose Antonio, Tere, Elsa, Serafín, David, Miquel, Coco, Juan Carlos, Alejandro, Franco, Jowei, Ludwig, Fidel…. y me dejo unos cuantos. Al final esto es una gran familia que se va perpetuando con los años. Eso sí, siempre se une alguno nuevo como Carlos, que ‘debutaba’ el mismo día de su cumpleaños. La etapa 62 kilómetros y 1.360 metros de desnivel dio para recibir una masterclass sobre entrenamiento y nutrición de Chema Arguedas y dejar las piernas listas para el Pico de las Nieves

Etapa de Tasartico >

CRONOESCALADA AL PICO DE LAS NIEVES

Quizás es la jornada que más repercusión tiene y más nombre da a La Cicloturista. El reto del Pico de las Nieves reunió este año a casi un centenar de ciclistas dispuestos a medirse al puerto más duro de Europa. Estadísticas y números aparte, la subida se las trae, sobre todo porque se hace a ritmo de competición pura. Son 21,5 kilómetros con un desnivel medio del 7,9 por ciento para salvar 1.545 metros de desnivel. Los grandes problemas se llaman el tramo de La Pasadilla, con 5,2 kilómetros al 11%, y la ascensión por Cazadores con una carretera rugosa y bacheada que hace que la bicicleta se detenga.

Pico de las Nieves > 

Por eso en el autobús desde Mogán a Aguimes (que pone a nuestra disposición la organización) no se habla demasiado. Hay casi que guardar fuerzas hasta para hablar. Cualquier ganancia marginal es poca. Eso sí, el café en línea de salida con Ricardo Ley, de Wilier Ponto Rosso, no se perdona. Tampoco la locura de Sergi, que quiere subir el Pico a plato (50×32) igual que hizo en la QH 2017. Eso sí, a paso tranquilo, porque con ese desarrollo no hay opción ninguna de ir rápido.

Pistoletazo de salida y todo el mundo a fuego. Las mismas caras que el día de La Titánica… así que lección aprendida. Segundo grupo y a esperar que vayan cayendo por su propio peso. En el Pico cualquier esfuerzo de más se paga con intereses añadidos. La Pasadilla hace estragos una vez más. Los ciclistas que se ven lejos en pocos minutos se acercan. Alguno incluso va haciendo eses por medir mal los esfuerzos. Rampas del 16 al 23% y medio pelotón canario animando en la cuneta. No hay nada como tener amigos en todas las partes para que te pongan los pelos de punta con sus gritos.

Giro hacia Cazadores y a jugar con los desarrollos. Todavía hay piernas así que hasta los Marteles basta con el 34×26. Y a partir de ahí, cuando las rampas se mezclan con ligeras bajadas y falsos llanos puedes dar rienda suelta al plato y volar. Incluso si te queda umbral de sufrimiento hasta esprintar en meta por la décima posición… y sacar la cadena de lo Schleck y pasar la línea de meta andando para regocijo de Iñaki Lopetegi, el fotógrafo de esta gran familia. Los números dicen que fue mi mejor Pico. Las sensaciones también. Y la temperatura que solo se podía estar unos minutos en la cima y había que vestirse de invierno para volver al verano de Mogán. En la cima 3 grados y un viento helador. 45 kilómetros de descenso después y un café en Ayacata nos dejaban a los 23 grados en los que se vive siempre a pie de playa.

Nuevo masaje y hora de hacer balances y felicitar a los auténticos héroes. Diego Ballesteros, que se hizo el Pico de las Nieves con su handbike. Serafín y Raúl, con sus respectivos tandems (que sumando bici y ciclistas pesan de 180 a 200 kilos) y el bueno de Sergi, que si, lo subió a plato.

Era jueves y por aquel entonces ya habíamos perdido la noción del tiempo. El verano y disfrute continuo de Gran Canaria provoca cosas así. En La Cicloturista tocaba subir a la Presa de Soria, uno de esos paisajes naturales escondidos a los que solo llegas si vas en bici. El cuerpo pedía descanso, las piernas también, la cabeza lo aconsejaba… pero el corazón ciclista no se puede negar a un día con 20 grados en pleno diciembre. Piccolo Stelvio, calentón al canto, Barranquillo de Andrés, Soria y a seguir conociendo al pelotón de la cicloturista. Esta vez la versión italiana e inglesa (curso de opening gratis incluido).

Por el camino, sorpresa, Kreuziger y los hermanos Yates también están por la isla haciendo su pretemporada. No somos los únicos. A nosotros se nos vuelve a ir al mano y salen 55 kilómetros y 1.400 metros de desnivel. Hace falta una ración extra de zumos de papaya, naranja y tuno canario para recuperar. Por la tarde toca aprender. Chema Arguedas y Dori Ruano, de la mano de Pablo Bueno, dan un repaso a sus conocimientos ciclistas. Más de dos horas y un taller personalizado de hipopresivos ‘made in Dori’. Un auténtico descubrimiento para mejorar la zona abdominal y los estiramientos ciclistas.

Atraviesa Gran Canaria (9 de diciembre)

El viernes había que rendir homenaje a los héroes de la bicicleta. No solo a los que se suben al podio, sino a los que se atreven a afrontar retos en bicicleta cuando las convenciones sociales lo desaconsejan. Diego Ballesteros y Óscar con su handbike y Raúl y Serafín Zubiri con sus Tandem fueron los protagonistas de Todos Solidarios. 20 kilómetros suaves (el cuerpo ya lo pedía) para recaudar fondos y ayudar a que cualquiera pueda disfrutar de nuestro deporte sea cual sea su minusvalía. Por la noche nos habíamos reservado una cena para muchos de los ciclistas del pelotón de La Cicloturista. Cosas del buen rollo que se vive aquí y sesión gratis de chistes de Serafín Zubiri.

La calma del viernes vino bien para afrontar la última etapa de La Cicloturista. El objetivo era sencillo, atravesar Gran Canaria de costa a costa. Es decir… salir de Mogán y acabar en Las Palmas atravesando la montaña. Algo más de 90 kilómetros y 2.000 metros de desnivel. Una buena despedida. Pelotón compacto y para arriba. Mogán, Pie de la Cuesta, vía libre para darse caña en la Cruz de San Antonio, avituallamiento, ritmo libre para subir el Roque Nublo, nuevo avituallamiento en los Llanos de la Pez y reagrupamiento. Así 45 kilómetros de subida. Y desde ahí… pues descenso hasta Las Palmas de otros tantos kilómetros. Con la ventaja de tener todo el recorrido de la ciudad cerrado para nosotros al tráfico. La meta, en la Playa de las Canteras al sol canario (lejos de la ciclogénsesis explosiva que anunciaba el telediario para la península).

Atraviesa Gran Canaria >

Retorno en guagua, cerveza de despedida… y un run run para el domingo. Nuestros vuelos salían el lunes así que nos quedaba un día colgado para hacer turismo… en bicicleta, claro. Y qué mejor que volver al Pico de las Nieves para gastar el glutamato que habíamos ingerido todos estos días. Así que retornamos al puerto más duro de Europa para una día más de ‘sufrimiento’ gratuito. Esta vez con calor en la cima y tiempo para ver el Roque Nublo y el Teide. Uno de esos paisajes que se quedan en la retina. Fin de fiesta en el barrio de Vegueta y Triana en Las Palmas y a hacer tiempo para la edición de 2018, que será la trigésima.

Último Pico de las Nieves >

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