El ciclismo es intensidad, pasión y unas dosis de locura. Si a eso le acompañas de retos, buenas temperaturas, experto es la materia y el punto friqui de tener a varios equipos profesionales a tu alrededor el resultado no sólo es enriquecedor, sino que además tiene nombre y apellidos. La Cicloturista de Gran Canaria 2015.
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Y eso que por ahora los viajeros del Team Ciclored sólo llevamos cuatro días en la isla de Gran Canaria. En ese tiempo nos ha dado tiempo ya para hacer 400 kilómetros en bici, marcarnos un puerto de 47 kilómetros, sumar 3.000 metros de desnivel en un solo día, coger moreno, aprender de la mano de Joseba Beloki y Chema Arguedas, hacer un centenar de amigos ciclistas y pedalear al lado del campeón del mundo Peter Sagan y el Tinkoff de Alberto Contador, de la promesa del Sky Ian Boswell y de medio Bora Argon 18 alemán.
LA TITÁNICA. 80 KILÓMETROS Y 3.000 METROS DE DESNIVEL
La locura de La Cicloturista 2015 arrancaba con el reto de La Titánica del domingo 6 de diciembre. El que escribe fue el culpable de aconsejar a Ángel Bara, organizador de La Cicloturista, montar un desafío así. Y creo que alguno (incluyo yo mismo) deseó que me hubiese estado calladito por una vez. Sobre el papel los número nos proponían una etapa de 118 kilómetros y 3.000 metros de desnivel en el mes de diciembre. Sobre la carretera se convirtió en una trituradora de ciclistas.
Como ya veníamos prevenidos de 2014 adelantamos el viaje y el sábado 5 de diciembre recibimos en la isla a los ‘colombianos’ de Utiel, Narci y Julián. Junto con Sergi, The Pink Cyclist, íbamos a ser la Grupetta del Team Ciclored para La Cicloturista. Una hora de bici, primera raya de moreno, un potaje canario de cena y a descansar para el domingo.
En la línea de salida de Puerto de Mogán 120 locos y alegres reencuentros con los chavales del Peñabike canario, con los que ya habíamos compartido pedaladas en 2014. Eso si, las buenas caras duraron un instante. Fue dar el banderazo de salida y el Garmin empezó a cantar las 180 pulsaciones. ¿Donde vais chicos? Vamos a conversar que llevamos tiempo sin vernos… ni caso.
Ritmo cuartelero camino de Pie de la Cuesta y es que en Puerto de Mogán, al lado del mar, todas las carreteras salen cuesta arriba. La nuestra iba a durar 10 kilómetros hasta el giro a la izquierda hacia Veneguera. Y allí descansillo… pues no. Plato grande para el falso llano. ligera bajadita y otra vez cuesta arriba. Seis kilómetros más de sufrimiento hasta coronar el primer puerto… con 25 kilómetros en las piernas y 900 metros de desnivel acumulado.
Por delante ya se había marchado un grupito. Así que tocó unir fuerzas con los Peñabike para hacer un descenso rápido hasta la Aldea de San Nicolás e intentar atrapar a la cabeza de carrera. Misión imposible. Además… en la Aldea comenzaba el reto. Desde allí hasta la meta sólo 47 kilómetros de subida y unos 2.000 metros de desnivel acumulado. Tiempo para pensar y no hacer ninguna locura.
De inicio rampas contenidas y paisaje desértico. Una carretera colgada de la montaña. Riscos y piedras sobre la cabeza. 25 grados de temperatura y un serpenteo continuo por las presas camino de Acusa. Paisaje ciclista en el que montar batallas dignas de etapas dolomíticas o alpinas, pero en pleno mes de diciembre y con acento canario.
Placer ciclista mezclado con sufrimiento y alguna rampa imprevista del 14%. El primer descansillo real no llega hasta Acusa, cuando ya te has metido 30 kilómetros de subida. Sí, han leído bien. Un Portalet… y lo peor, que todavía sabes que quedan 17 por delante.
En los siete siguientes daba tiempo a respirar. Una ligera bajada, rampas en las que meter el plato. Paso por Artenara y descenso hasta Tejeda, uno de los pueblos más bonitos de España, para avituallar, reponer líquidos y hacer trabajar psicológico.
Las piernas habían aguantado 37 kilómetros cuesta arriba y todavía les quedaba un puerto de otros 10. Y de inicio tres seguidos al 12%. Así que 34×32 para que te quiero. Al menos la temperatura ya era solo de 22 grados (qué raro se me hace decir esto en diciembre) y era un factor menos contra el que luchar. El otro decía que la pendiente no quería bajar y había que llegar al Parador de Tejeda, que, para colmo, se veía perfectamente.
Acababa allí el reto… no, no. Giro a la derecha y a seguir subiendo. Otros cinco kilómetros de regalo hasta la cima… que estaba a 1760 metros. El Garmin marcaba consumo extra de calorías, así que a reponer con productos locales. Bebida isotónica de Aloveria, plátanos y barritas de gofio. La cerveza… debía esperar porque todavía quedaban 40 kilómetros de descenso.
En meta las caras marcaban el cansancio y la mezcla con el placer ciclista del deber cumplido. Del reto. De la superación de un límite cercano al sufrimiento. De un placer que sólo pueden experimentar los que ponen a trabajar a su cuerpo para conocer su umbral de esfuerzo y por el simple de hecho de conocer montañas y superar retos.
A rueda de Sagan y Beloki
Si algo tenemos los cicloturistas es el espejo de los equipos profesionales. La Cicloturista se organiza en las mismas fechas que el Stage del Tinkoff de Contador y Sagan.. y sólo duermen a cinco kilómetros de nosotros. Así que nada más que había que rodar por las mismas carreteras, saludar, conversar, ir un rato a rueda… y pedir una foto. Alguno pensará, así de sencillo. Pues sí. El ciclismo tiene ídolos que sufren y sudan para subir las cuestas igual que sus aficionados. Crea camaraderías y espacios en común.
La sensación de rodar 30 kilómetros aprovechando el rebufo de un maillot arcoiris o de un ganador de Tour de Francia como Contador o de un idolo en Italia como Basso es una experiencia rozando el friquismo ciclista, pero que nadie de los que está leyendo desdeñaría.
Sagan y compañía por un día fueron nuestros gregarios. Ian Boswell, la estrella de futuro del Sky, nos sirvió de referencia en la subida del Pie de la Cuesta y nos contó que ya se ha pegado tres o cuatro Titánicas en las dos semanas que lleva en la isla.
Y todo por simplemente pedalear. Camaradería que es igual de fácil compartir con Joseba Beloki. Tres podios del Tour a sus espaldas y un tío que casi ni se hizo notar en las tres primeras etapas de La Cicloturista. Primero a Puerto Rico, luego en el pequeño Stelvio de Soria y después en la dura etapa de la Aldea de San Nicolás.
Al avituallamiento, entre bocado de cacahuetes y barrita de gofio, ves a Beloki como uno más. Cicloturista de a pie contando sus anécdotas, su visión del deporte, de la vida y sus problemas con la grupetta.
Un campeón que ha sabido adaptarse a la vida diaria y que es capaz de comprender al ‘globero’ y de implementar sus conocimientos del ciclismo y de la organización de equipos al trabajo de cada uno. Sencillo, cercano. Ciclista. Metido casi sin quererlo en la filosofía de La Cicloturista.
Igual que Chema Arguedas. Convertido en referencia del entrenamiento ciclista por la sencillez con la que explica cómo mejorar encima de la bicicleta. Día a día y uno a uno casi todos los pedalistas de La Cicloturista pasaron por su ‘consulta’. Unos pedaleando en la subida a Soria, otros en el avituallamiento, muchos en la charla vespertina del martes. Cada uno con un problema distinto y Chema siempre con una solución o un consejo para que pueda llegar a solucionarlo.
Eso sí. Tanto incidió en la base y el entrenamiento con cabeza que en la etapa del día posterior, camino de la Aldea, el pulsómetro y la moderación se hicieron dueños del pelotón…. duró un tramo. Después la calidad de Beloki nos hizo echar el bofe en un tramo del 13% mientras él nos contaba la anécdota de Vicioso en uno de los Tours. Así, como el que lleva toda la vida pedaleando y ahora se considera un cicloturista más.
