A los ‘globeros’ nos encanta compararnos con los profesionales y ver la cantidad de vatios y segundos (o minutos) que nos meten en cada tramo de Strava. Pero a veces (casi ninguna) podemos superarles en algo. Sucedió este 2024 en el Koppenberg, el muro imposible del Tour de Flandes. Adoquín roto y rampas del 22%, que cuando se combinan con lluvia y barro se convierten en una pista de patinaje.
De los profesionales que iban jugándose el Tour de Flandes el domingo solo consiguieron subirlo encima de la bici Van der Poel, Jorgensson y Pedersen. El resto echó pie a tierra. De los cicloturistas, el sábado con idénticas condiciones un porcentaje mucho más alto. Razones… pues vamos a intentar explicarlas.
El Koppenberg es a veces más una cuestión de equilibrio y templar los nervios que de fuerza. Son solo 500 metros, pero conviene empezar suave y para llegar a la parte central, la más empinada y rota, con energia suficiente para que si das una pedalada en falso sobre el barro tengas rush suficiente para sujetar la bici y no caerte. Influye mucho que no se te caiga nadie cerca y lo tengas que esquivar y la presión que lleves en las ruedas. A más presión, menos opciones de subirlo.
Como siempre es una asignatura pendiente el sábado, cuando es la cicloturista, en el viaje al Tour de Flandes siempre vamos a probar el Koppenberg el viernes. En este 2024 estaba seco, pero aún así pedía quitar algo de presión a las ruedas para subirlo sin problemas. El sábado, después de 100 kilómetros y 1.200 metros de desnivel en las piernas y más de tres horas y media mojándote era otra historia. Estaba embarrado. Una auténtica pista de patinaje. La organización detiene a todos los cicloturistas al inicio y los va sacando en tandas. Así no se forma tanto tapón. Además este año había un ‘paisano’ con chandal morado tactel de los 90 apartando a los que se caían al lado derecho.
El resto era cuestión de tranquilidad, quitar un poquito de presión en la rueda delantera al inicio, no levantarse, mirar a ver qué colega se podía caer de la bici y buscar el lado izquierdo del Koppenberg. De los 20 ciclistas de nuestro viaje más del 70% subió el muro imposible si bajarse. Cubiertas de 25/28 y algunos con tubeless. Medios técnicos similares a los profesionales.
El domingo, mientras veíamos la carrera en el Oude Kwaremont, por allí pasan cuatro veces (tres los chicos y una las chicas), Nos mirábamos sorprendidos cuando vimos echar pie a tierra a casi todo el grupo de favoritos. Es cierto que Cortina se bajó en el sitio ‘bueno’. Pero detrás Mohoric, Lazkano, Morgado, Politt…. todos fueron bajándose de la bici para subir ‘corriendo‘, porque allí es imposible retomar la marcha. La rueda trasera patina demasiado. Llevaban la misma presión, o incluso menos, y habían subido el Koppenberg en las mismas condiciones de barro y agua. Es cierto que con 100 kilómetros más que nosotros en las piernas y muchísima más intensidad. ¿Qué falló? Pues posiblemente la paciencia. Cuando vas corriendo y ves que se marcha Van der Poel (al que también patinó la rueda trasera en el Koppenberg pero consiguió dominar la bici), intentas acelerar, patina la rueda trasera, dos pedaladas en falso… y al suelo. Y si se caen los dos que hay al lado tuyo. Se acabaron las opciones. (Y bueno, tampoco estaba el paisano con el chandal morado tactel de los 90). Así que, como diría Angel Martín, punto para los ‘globeros’.
Porque este Tour de Flandes 2024 se hizo duro. Es cierto que el viernes, cuando tocaba reconocer el terreno por los tramos de Holloweg, Kwaremont, Paterberg y Koppenberg el dia estaba despejado. Viento frío, pero sin lluvia. La ‘grupetta’ firmaba una jornada asi para el sábado. Esta vez había ciclistas de Granada, Sevilla, Lleida, Valencia, Toledo y Galicia. Unos valientes para la ruta de 217 y el resto para la de 160 (este año más corta de lo habitual sin la rápida carretera de acercamiento al Kanarieberg, donde se cayó Van Aert en A Través de Flandes, y sin el Eikenberg, que está de obras).
SABOR A FLANDES
Ruta a mediodía, visita al Museo del Tour de Flandes, briefing y cena en el Hotel Leopold (en el mismo centro de Oudenaarde), con buffet libre para coger fuerzas. El sábado fue abrir los ojos y empezar a llover. Desayuno, ropa de abrigo e impermeable y a pedalear. No era una lluvia torrencial, pero suficiente para ir siempre húmedo y con los tramos de adoquines empapados y embarrados. Había que tener cuidado en los planos. Paddestraat, Kerkgate, Jagerij… y medir fuerzas en el Molenberg. Parar lo justo, una foto en el mítico Kapelmuur y en los avituallamientos… y utilizar en Hotel Leopold, situado en el kilómetro 100 de la ruta de 160, para cambiarnos de ropa (al menos calcentines y guantes). Acierto absoluto, porque desde eso momento dejó de llover. Pudimos hacer con la ropa seca el Koppenberg, bajar por Stationberg, sufrir en Taaienberg y Berg Ten Houte y comer tranquilamante en el avituallamiento de Ronse.
Incluso volver a reagruparnos para el último bucle con Kruisberg, Hotond, Oude Kwaremont (que estaba embarradísimo) y superar sin echar pie a tierra el Paterberg. Condiciones similares de barro, pero con el adoquín mejor colocado. Eso sí, echamos en falta al amigo del chandal para apartar los que se caían al lado derecho y dejarnos vía libre por la izquierda.
Y desde ahí… pues con 150 kilómetros en las piernas a pillar rueda a un belga de 1,90 que nos llevase a 45 por hora en los 10 kilómetros de rectas planas antes de la meta de Oudenaarde. Porque en el Tour de Flandes hay que acabar a tope para hacer sed de cerveza, que aquí es tradición.
Para el domingo… desayuno y rumbo a Amberes. Hacía sol para ver la salida en la plaza central y disfrutar con el dj y ver a todos los profesionales con el ambiente de una salida especial y diferente a todas las carreras profesionales. De allí a Oude Kwaremont. Cerveza, hamburguesa, algo de barro y lluvia… y a ver a los pros volando sobre los adoquines. A la vuelta teníamos a los autobuses del Lidl Trek, SD Worx y Alpecin ‘esperándonos’ en el aparcamiento del Hotel Leopold. O lo que es lo mismo. Van der Poel, Elisa Longo Borghini, Lotte Kopecki y Demi Vollering….
El lunes quedaba ver Gante, la ciudad mas bella de Flandes, y empezar a soñar con el Tour de Flandes 2025.