Vuelta a Burgos 2020. Retornos, sorpresas, caídas, abanicos… ciclismo al fin

«Aquí viene el Bahrein Mérida de Mikel Landa, ganador de la edición de 2017. Toma de temperatura antes de subir al podio. Recordad que hay que guardar la distancia de seguridad. No olvideis la mascarilla, que es obligatoria. Mikel ¿cómo llegas a esta Vuelta a Burgos?». Es Juan Mari Guajardo, la voz del ciclismo, que desde el podio de la plaza de la Catedral de Burgos pone el mismo énfasis en presentar a los ciclistas, como hacía antes del mes de marzo, que en recordar al público cómo se tiene en comportar para combatir el coronavirus.

Guajardo conoce a los ciclistas desde lejos incluso con la mascarilla puesta y recita su palmarés de memoria antes de que suban por primera vez a un control de firmas desde que la temporada ciclista se cerrase en al París Niza. Lo hace en la primera etapa de La Vuelta a Burgos, que se ha convertido en un ensayo general de cómo van a ser a partir de ahora todas las carreras profesionales, Tour de Francia incluído. No en vano, entre los asistentes a la jornada inicial de la carrera burgalesa está Charles Ojalvo, el encargado de protocolo de La Vuelta a España (que pertenece a ASO, organizadora del Tour). También Javier Guillén, el jefe de La Vuelta, que estuvo tomando notas.

Lo primero que se percibe a simple vista en la plaza de la Catedral de Burgos es la separación. Por un lado los ciclistas y auxiliares, que desde los autobuses de equipo tienen vía directa y cerrada con vayas al control de firmas. A él van todos con mascarilla y por turnos prefijados, para que los equipos vayan presentándose uno a uno. Por otro la prensa y la organización, que también está dentro de la ‘burbuja de seguridad’ de la carrera. Todos han tenido que presentar un PCR negativo días antes de empezar. Algunos, como los ciclistas del Israel, Itmar Einhorn y Alex Dowsett, ni siquiera tomaron la salida porque el primero estuvo en contacto con alguien que el pasado sábado dio positivo. Horas después se confirmó que ninguno estaba infectado. Pero, cualquier precaución es poca.

También es un día de reencuentros. Todos con ‘codazo’ en vez de apretón de manos. En los hoteles los equipos han mantenido las distancias, pero en la salida es hora de charlar, aunque sea de lejos, con ese auxiliar que estuvo tres años en tu equipo y ahora está con los rivales. O para que Ángel Edo, que al frente de Kec Pro Sport, su agencia de representación de ciclistas, vuelve a ver a sus corredores y a los managers de los conjuntos por los que tienen que fichar.

El público va por otro lado. Se permite, pero con aforo limitado. La plaza de la Catedral se cerró para que solo hubiese dos accesos. Ambos controlados por policía nacional y protección civil, que obligaban a llevar mascarilla y lavarse las manos antes de entrar. Además, contando los aficionados que accedían hasta un número máximo, a partir del cual había que esperar a que saliera alguien para poder entrar. Cosas del protocolo. Al final un número similar al de otras ediciones, ni mayor ni menor al que circulaba a esas horas por las calles de la capital burgalesa.

Los únicos que se pudieron quitar la mascarilla fueron los ciclistas y solo segundos antes de que Juan Mari Guajardo hiciera la cuenta atrás para el corte de cinta protocolario. La organización recogiendo las mascarillas de los ciclistas en cubos de basura… y listo para correr.

La carrera siguió el guión establecido en los primeros 120 kilómetros. Escapada permitida de cuatro corredores de equipos invitados Jetse Bol (Burgos BH), Gotzon Martín (Fundación Euskadi), Diego Sevilla (Kometa Xstra) y Francisco Galván (Kern Pharma). Normalmente son atrapados por el pelotón, pero a veces salta la liebre, como sucedió en la primera etapa de la ya lejana Vuelta a Murcia en el mes de febrero, que parece que se disputó hace dos temporadas.

Esta vez el viento y dos caídas se encargaron de cambiar la estructura prevista. Soplaba fuerte y frío, como solo puede hacerlo en Burgos pese a que sea el mes de julio. Por el camino Henao y Leemreize visitaron la enfermería, el último, de solo 21 años, con un dedo amputado. La tensión cortó el pelotón y por delante se metieron los Movistar de Valverde y los Deceuninck de Evenepoel. La idea era darle más velocidad a la carrera y durante 15 kilómetros anduvieron con no más de 20 segundos. Por detrás Ineos cerró el hueco pero no pudo impedir que Evenepoel intentase la machada.

Era una locura. A 45 kilómetros de meta, con viento fuerte cambiante y un pelotón organizado por detrás. La osadía del joven Remco duró 20 kilómetros y jamás tuvo más de 40 segundos de ventaja, pero provocó dos cosas. Que el gran grupo se volviera a estirar y se rompiese para intentar cazarle (Yates y Soler fueron los grandes perjudicados) y que los grupos de whatsapp de cientos de aficionados al ciclismo echasen humo ante lo que proponía el belga. Y es que no había ningún amante de las dos ruedas que no estuviese pendiente del televisor.

En el primer paso por la ascensión al Mirador del Castillo el pelotón ya solo era de 50 unidades. Mucho después pasaba por allí Mark Cavendish, para el que nada ha cambiado después de la pandemia. En el segundo se decidía la carrera, aunque ninguno de los dos centenares de aficionados que estaba apostado en el kilómetro de subida habría acertado el nombre del ganador. En el tramo de adoquines de la Catedral de Burgos, a 500 metros de la línea de meta, arrancó el inédito austriaco Félix Grossschartner, con 3 eses del que ni Guajardo sabía como se pronunciaba su apellido. El mayor logro del ciclista del Bora había sido el noveno puesto de la recortada Paris Niza 2020. Tampoco es que figurase en muchas quinielas el segundo, Joao Almeida, al que todos confundieron con Evenepoel por compartir los colores del Deceuninck. El portugués, de solo 21 años, está dando sus primeros pasos en el profesionalismo.

Eso sí, el fue el encargado de dar paso a Valverde, Landa y Aramburu, que acabaron a ocho segundos del líder. Algo más tarde, a 10, los Gaudu, Chaves, Sosa, Carapaz y Evenepoel, que pagó el esfuerzo del llano. A 16, Enric Más y Fabio Aru, otros dos de los que lucharán por el triunfo final. En el puesto 46 y a solo 31 segundos finalizó Fernando Gaviria. El colombiano fue de los primeros infectados por coronavirus en el UAE Tour de febrero y pese a que tuvo varios días con fiebre parece que ha superado la enfermedad sin secuelas. Aún así, su oportunidad llegará en la segunda y cuarta etapa.

El público pudo acceder a los últimos kilómetros de carrera y ver en la pantalla de meta lo que sucedía. Mascarilla y distancia de seguridad. Tan concienciados que cuando la carrera pasaba por delante casi se medía el hueco que había para sacar el brazo con el móvil e inmortalizar la primera llegada del ciclismo profesional post Covid. Incluso cortados de gritar mucho cuando Guajardo pedía algún ánimo extra. Cohibidos por ser la primera vez.

Lo que no pudieron ver los aficionados fue la entrega de premios. La organización decidió hacerla dentro del Castillo y a puerta cerrada para evitar aglomeraciones. Ciclistas con mascarilla, autoridades con mascarilla y azafatas con mascarilla. Todo sin choque de manos, ni besos ni abrazos. Ni tan siquiera un bidón de regalo. Y para las entrevistas, pues pértiga y micro largo para las televisiones y llamada de teléfono a los ciclistas para el resto, incluso cuando estás en el mismo hotel. Todo sea porque el ciclismo siga su curso después de esta prueba piloto.

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