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La Trilogía: Quebrantahuesos, Marmotte Alpes y Maratona de los Dolomitas

Quebrantahuesos, Marmotte Alpes y Maratona de los Dolomitas. Del tirón. Tres fines de semana seguidos en las marchas cicloturistas más importantes de España, Francia e Italia. En 2024 el calendario nos las colocaba así. Desde el 22 de junio al 7 de julio. Sin descanso, así que el reto Ciclored era hacer las tres junto a nuestros compañeros de ruta… y luego alargar por Dolomitas unos días más para acabar con Gavia, Stelvio y Mortirolo. La verdad, un sueño para cualquier cicloturista.

Y si algo tuvieron en común las tres marchas fue… el fresco y la lluvia. Vale, en QH no cayó, nada, pero hizo más frío que en 2023. En Marmotte acabó haciendo calor en Alpe d Huez, si pero en Galibier llovía y había 8 grados. Y en Maratona al principio ni una gota, pero después del Giau la cosa se quedó en diluvio y 10 graditos. Eso sí, el resto de las rutas por Alpes, Dolomitas y Pirineos, ni una gota (menos mal)

LA QH 2024

Este año en QH estábamos acompañados de un montón de amigos ciclistas de casi todas las regiones de España (insulares incluidas) y de lugares como Venezuela, Alemania, Colombia, Italia, Rumanía, Holanda o Costa Rica. La Quebrantahuesos cada vez se abre más al cicloturista extranjero y cada año vemos como crece el interés por nuestro evento más querido lejos de nuestras fronteras.

El pelotón Ciclored era más que ‘majo’. La mayoría llegaron el viernes al mediodía. Con los que ‘aterrizaron’ el jueves no pudimos salir a entrenar por la tarde (diluviaba) así que tuvimos que esperar al viernes por la mañana para cumplir tradiciones. Todos colocaditos en la puerta del Hotel El Churron para hacer 40 kilómetros y fotografiarnos delante de la altimetría gigante de la Quebrantahuesos en la entrada de la Feria QH. Por la tarde… pues la locura. La Feria es un ir y venir de amigos saludando, recogida de dorsales y dudas que pudimos resolver en el Stand de ULEVEL.

Había que estar pronto en los hoteles para cenar porque faltaba dejar la mochila para el día siguiente en Portalet y en meta y explicar en el briefing a todos los amigos Ciclored los trucos y consejos para la QH y la Treparriscos (cada vez con más participantes).

Prontito a la cama para madrugar. Para la QH no cuesta, aunque el reloj suene sobre las 05.00. Hay que comer, descomer e ir en bici la salida. La ventaja es que todos tenemos cajón preferente (mínimo el 7) por lo que no hace falta ir con demasiadas prisas.

 

Dudas de ciclista. Chubasquero, manguito y chaleco, camiseta interior, sin nada…. Nosotros explicamos qué día va a hacer. Luego cada uno decide. El que escribe manguitos y chaleco, que es friolero (además de guantes finos de invierno para bajar Somport). Lo cierto es que nada más darse la salida e ir a todo trapo por la autovía hasta Jaca (creo que alguno tenía prisa por llegar a meta) parecía que sobraba todo. Mediado Somport había que rebajar ritmo y pulsaciones y en la cima abrocharse el chaleco, subirse los manguitos y sacar los guantes.

Porque bajando estábamos a unos 10 grados. Y eso cuando la velocidad pasa los 60 km/hora supone frío. En Sarrance toca quitar ropa porque llega el Marie Blanque. Pasan los años y sigue siendo una pared (vale, para algunos de los que iban delante no lo fue). Lo mejor es que a partir de ahí salió el sol y ya no nos abandonó durante el eterno Portalet (eso ya es como pertinaz sequía, siempre van unidos).

Allí en la cima de Portalet estaba Juan Carlos con el puesto de apoyo para avituallar agua y sales, arreglar alguna avería y sobre todo dar ánimos a todos los que paraban junto a él. Por cierto, que el frío vespertino se transformó en niebla para los últimos que coronaron Portalet. Descenso, Hoz de Jaca y ya llegando a Sabiñanigo… hora de quitarse los manguitos y el chaleco. Había que salir ‘interesante’ en la primera foto de la trilogía.

Al acabar, lo primero ir al Stand de Ulevel para coger la mochila que nos había llevado Sergio para cambiarse de ropa y ponerse las zapatillas. Luego, ya cómodo… comida, charleta, medalla, alguna cervecita, más charleta, más qué duro es Marie Blanque, pues yo tenía un grupo ahí a 100 metros y se me ha ido, con lo bien que iba, pues yo el año que viene repito, bueno voy a esperar que se me olvide lo que he sufrido en el Portalet… Por cierto, que ya tenemos lista de inscripción para QH 2025.

Marmotte Alpes 2024

El retorno de la QH era el domingo, y el jueves ya estábamos volando a Lyon para empezar La Marmotte. Además, con más prisas de las habituales porque Macron había decidido convocar elecciones para el domingo de La Marmotte (presi, chato, no sabes que teníamos que recuperar de QH). La Marmotte pasó a ser el sábado 29 de junio y tuvimos que adelantar toda la logística un día.

Coordinación, organización y un Alpe d Huez el viernes para entrar en calor antes de recoger a los amigos Ciclored que llegaban al aeropuerto de Lyon. Briefing y mochilas para el puesto de apoyo en Galibier el viernes por la tarde, cena copiosa y a dormir, que en Marmotte teníamos cajones preferentes y salíamos a primera hora, a las 07.00.

Como dormimos en Alpe d Huez, donde se recogen los dorsales, hay que bajar en bici hacia la salida de Bourg de Osians. 17 grados… pero abrigados, porque la furgo de apoyo viene detrás nuestro y podemos dejar ropa antes de ir a la salida.

La Marmotte Alpes… pues son 5.000 metros de desnivel. Así que el llano antes de Glandon conviene tomarselo tranquilo. Pues no. Metidos en batalla. Ligeritos. Igual que subiendo el primer puerto. Hablando, si, pero a 4 watts kilo (eso me lo chivaron, que yo no llevaba potenciómetro). Arriba de Glandon hay que comer, porque el chip pita en la cima y no vuelve a reactivarse hasta después de la bajada. Total, los buenos ya se habían ido por delante…

Bajada rápida de Glandon. Sin necesidad. Y a pillar grupetta porque en los falsos llanos hasta Saint Michel de Maurienne (falsos porque vas remontando un río…) pegaba un huracán de cara. Si. Calor y huracán. Ya sabeis lo que eso significa. Que subiendo Telegraphe hacía un calor tremendo. Que el Valloire en el avituallamiento pegaba el mismo aire de cara. Y que a 10 kilómetros de coronar Galibier, cuando empieza la parte más dura, se puso a llover con intensidad.

Vestido de verano. Chorreando. Pero con el calor propio de la subida. A falta de 1,5 para coronar estaba nuestro puesto de apoyo rodeado de nieve. Tempete de Ulevel, manguitos, chubasquero, calcetines secos, guantes impermeables.. y a pasar por el túnel de Galibier. En la otra cara viento, más lluvia y solo 6 grados para bajar hacia Lautaret. Otro mundo, pero preparados con la ropa seca.

Bajada eterna de Lautaret… tanto que pasamos de los 6 grados en la cima de Galibier a los 32 en la base de Alpe d Huez. Así que… a quitarse ropa. A la espalda y a no intentar sufrir demasiado en las 21 curvas más famosas del ciclismo. Meta, medalla, comida, relax… y a pensar en lo que quedaba de semana.


Porque el domingo nos hicimos un etapón con el Col de Solude y el Pass de la Confessión. El lunes tocó subir a Les Deux Alps (donde Pantani ganó el Tour) y a la Sarenne. Y para el martes tenía un plato fuerte. En bici desde Alpe d Huez hasta Galibier por La Sarenne para ver el Tour de Francia. Solazo y día espectacular para disfrutar del universo Tour. Caravana publicitaria, ciclistas subiendo a todo trapo por donde tu crees que no se puede ir a más de 15 por hora y vuelta en bici para un etapon de 100 kilómetros y más de 3.000 metros de desnivel. No había mejor forma de acabar.

Maratona 2024

El traslado de Marmotte Alpes a Maratona… en bici. Siguiendo una de las tradiciones Ciclored (los trenes se rompen y hay que tomar decisiones). Esta vez desde Alpe d Huez a Bardonecchia (Italia) por Col de La Sarenne, Col de Lautaret y Col de Echelle. Haciendo scouting para el Alpes Bike Week de 2025.


Si algo era diferente en Milan y en Bérgamo, desde donde comienza nuestro viaje a Maratona, es que no hacía el calor bochornoso de otros años. Unos 25 grados solo, que suponía que en Corvara in Badia, a 1.500 metros de altitud y rodeado de montañas (toda la Sella Ronda) iba a hacer más fresco. Efectivamente. Fue llegar el viernes 5 de julio a Badia a recoger los dorsales y una sudadera no se echaba de menos. Incluso alguno tuvo que echar mano del chaleco regalo de la bolsa de Maratona para añadir un poco de calor al cuerpo.

Victoria de España ante Alemania, cena y a pensar en la Maratona. El sábado tocaba rodar por Campolongo y Passo Gardena. Solo cuarenta kilómetros, pero casi 1.000 metros de desnivel entre montañas, nubes, nieblas y Miguel Indurain con una Pinarello, un año más invitado especial del evento y que se paró en Gardena a hacerse unas fotos con algunos de nosotros.

Por la noche llovió algo, a las 06.30, hora de la salida de Maratona hacía fresco, pero el cielo estaba despejado. Eso sí, mirabas el mapa de la alarma de lluvias y Corvara parecía la aldea ‘ladina’ rodeada de nubes de todos los colores. La previsión decía que llovía a partir de las 11.00…. por eso la primera parte de Maratona. Campolongo, Pordoi, Sella y Val Gardena, se pudo hacer sin mojarse y solo teniendo cuidado en los descensos porque estaba el asfalto húmedo.

La clave estaba en el segundo paso por Campolongo. Allí estaba nuestro puesto de apoyo (también en el primer paso, claro) para coger más ropa de abrigo o dejar alguna. El caso es que hacia hasta sol… así que nada. Solo el chubasquero en el bolsillo (el maillot de manga larga ya lo llevaba y no sobraba). Siguiente punto crítico. Cruce de Cernadoi, donde se puede decidir si vas a la intermedia (105 km) o a la larga (138 km). Seguía soleado… así que rumbo al Colle de Santa Lucía y al durísimo Giau (9,5 km al 9,5%, sin descansos). Allí fue donde todo cambió. Mediado el Giau se abrió el cielo y y cayó todo lo que se había estado guardando durante horas. Agua a manta… con viento. Tanto que en la cima había que sujetar el avituallamiento porque volaba.

Guantes de invierno, chubasquero y Giau abajo. Frío. Tanto que subiendo Falzarego/Valparola ya ni me quité nada de ropa (aunque había gente que iba de verano total, incluso bajando…). Otro chaparrón en la bajada y uno más en el Muro del Gato (esa rampa de 500 metros al 16%) para entrar en meta… con algo más de lluvia.

Medalla, gorra, buena comida patrocinada por Giovanni Rana y lo mejor de todo. A partir de ese momento se acabó el agua para nosotros.

Porque el lunes después de Maratona tocaba subir a La Marmolada y pese a que el día amaneció gris se fue despejando. Ya en la cima pudimos ver el macizo, disfrutar con la bajada a Canazei y subir y bajar Pordoi disfrutando de unas vistas que el día anterior nos privó la niebla. Foto postureo con el cartel de Corvara y el martes etapita corta pero bella para subir Valparola por la vertiente de La Villa con las montañas despejadas. Placer para despedir Dolomitas…

Y marcharnos a Grosio para la última parte del viaje. El miércoles Stelvio y Gavia. Primero el rey. Con sol, motos, Pozzovivo entrenando por allí y un montón de ciclistas con el mismo objetivo. Retar a las curvas más famosas de Italia. Después el tranquilo Gavia. Con calor en la base de Bormio y unas vistas espectaculares en la cima (sobre todo después de las rampas del 14% del final, en las que se agradece que hayan dejado la carretera lisa y sin baches). Café en el Refugio del Gavia y retorno en bici para completar un etapón de 120 kilómetros y 3.000 metros de desnivel. Cena puramente italiana en el Hotel Sassella y para acabar… el Mortirolo. Sol, buen día y subidita mañanera al mito con el que acabamos todos los viajes de Maratona. Para 2025 volvemos… pero con algunas novedades. 

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