El cicloturismo es un juguete para adultos. Te pone pruebas, retos, montañas que superar. A ti te toca adaptarte a las reglas del juego, que no siempre son las mismas y cambian según el lugar y el tipo de evento cicloturista. Te permite socializar, disfrutar, sudar y finalizar con la satisfacción de haber dedicado unas horas de tu vida a ser feliz. Al final, sólo se trata de eso.
El Tour del Juguete de Ibi debe su nombre a la principal fuente económica del municipio, pero es una perfecta alegoría de lo que 1.500 cicloturistas sintieron el pasado sábado. Esta vez tocó adaptarse a un mundo cicloturista puro.
Estilo clásicas del norte. Las reglas del juego estaban impuestas así. Tráfico abierto, todo el carril derecho para nosotros, salida en distintos horarios y un recorrido mítico y duro para dejarse la piel.165 kilómetros, 3.500 metros de desnivel y las subidas a Las Revueltas, Tibi, Teix, Tudons, Benifallim y La Carrasqueta. Una clásica con olores y filosofía de las que se disputan en el norte de Europa. Sin clasificaciones ni necesidad de jugarse el cuello en las bajadas para pillar al grupo de delante. Siempre había otro por detrás con el que compartir kilómetros y ahorrar esfuerzos cara al viento.
UNA CLÁSICA DESDE EL INICIO….
El olor y filosofía a Clásica del Norte se notaba desde que abrías la bolsa del corredor. Pegatina para el cuadro de la bici con toda la información de la ruta, mapa, cartulina con los teléfonos de información, chaleco ULB de regalo, señal kilómetrica para graba tipo Giro de Italia. No en vano Miguel Ángel Díaz, la cabeza visible del Tour del Juguete, había estado en la Lieja Bastogne Lieja Challenge para coger ideas… y lo hizo en la mejor versión. Hasta en la elección del hotel oficial en el centro de Ibi. Hotel del Juguete se llama y además de un desayuno de lujo está decorado con todos los juguetes del mundo. Detalles, curiosidad… ideal para meterte en faena.
Y más aún cuando te ponen de compañero de ‘correrías’ a Joaquín Calderón, de la revista Ciclismo a Fondo y Bicisport. Combinación perfecta para diseñar la ‘táctica de equipo’ en el desayuno mientras veíamos pasar por delante de nuestras narices al primero grupo del Tour del Juguete. Si, esa era la gran novedad. Los 1.500 cicloturistas podían elegir el grupo en el que querían salir. A las 07.00 los que iban a hacer una media entre 22/25 por hora, a las 07.50 los que estimaban hacer entre 25 y 28 por hora y a partir de las 08.30 los que querían ‘calentarse’ a más de 28 por hora.
Decisión brillante y que permitía solucionar cualquier problema con la Guardia Civil. Los más lentos tenían margen para rodar, mientras que los más rápidos les iban recortando ventaja. Así nunca había demasiada distancia entre ambos, el pelotón era siempre más reducido y se podía acabar a una hora razonable que no tuviese demasiado tiempo las carreteras controladas para los coches.
Esa era la teoría… y la verdad es que funcionó a la perfección. Nosotros decidimos salir en el último grupo, cuando ya habían partido unos 1.200 cicloturistas delante. Inicio ligero y neutralizado por las calles de Ibi y en cuanto el coche de carrera dio vía libre… a volar por la subida a las Revueltas. Carril derecho para nosotros, grupo estirado… Así que a la Guardia Civil no le hizo falta decir muchas veces que estaba prohibido invadir el carril izquierdo. La propia carrera nos hacía meternos a la derecha.
Primeros sudores, bajada rápida, paso por Castalla con el Xorret del Catí mirándonos con ojos amenazantes y casi todos juntos hasta llegar a Tibi. Allí nuevo acelerón. Terreno conocido. Rampas del 15% por el pueblo y después un kilómetro matador al 10%. Menos mal que el descansillo deja margen para respirar y hacer grupeta para bajar hacia Jijona y afrontar el ‘falso’ llano hacia Torremanzanas. Otra vez el pelotón unido. Será la última ocasión. Empezamos a ‘enganchar’ a cicloturistas que habían salido antes y los grupos se difuminan. Cada uno con sus fuerzas. Eso sí, la parada en el avituallamiento es ineludible. Los 25 grados obligan a rellenar bidones de agua fresca e isotónico… por lo que pueda pasar.
Los kilómetros ‘suaves’ de la ascensión de Teix nos permiten hacer una nueva grupeta en el descenso raudo hacia Relleu. Terreno conocido. El Campus Ciclored con Joseba Beloki del mes de marzo nos da las pistas de la dureza que nos queda por delante. Llevamos 83 kilómetros y más de 1.000 metros de desnivel. Así que queda todavía mucha tela que cortar.
Sella marca el inicio de la zona más dura de Tudons, donde el pelotón Pro Tour hace sus test en invierno para preparar la temporada. Largo, sin grandes desniveles, ideal para ‘sufrir’ subiendo. Los falsos llanos del inicio ponen en tensión las piernas y la maneta. Plato grande o plato pequeño. Velocidad o control de esfuerzos a sabiendas de la dureza que resta… Pues a liarse la manta a la cabeza y a retar al Strava, que en estos kilómetros tiene miles de entradas (algunas propias).
Sesión de lucha contra uno mismo y la ley de la gravedad. Esfuerzo al 99%. Hay que guardar algo para las dos curvas al 12%. El maillot nos delata. Así que en plena agonía las palabras de aliento son casi media docena de peladas más. Cruce con Relleu. Cinco para la cima. Comienza lo más duro. Curva, contracurva y a falta de 500 metros a hacer caso a la pintada de la carretera. Mete plato… pues eso. Y a sprintar. Test realizado.
Así que cuesta abajo hacia Penáguila, con curvas peligrosas y más ciclistas en la carretera toca soltar, relajar piernas… y esperar al avituallamiento porque el cuerpo pide a gritos una raja de sandía fresquita y un bollito de chocolate para saltarse la dieta (un día es un día, no?). Además así puedo aprovechar para reunirme con Joaquín Calderón, que me ha esperado para hacer de ‘gregario’ el resto de la marcha. Con amigos así se puede ir al fin del mundo, y más en bicicleta.
DOS JUECES. BENIFALLIM Y LA CARRASQUETA
Dos repechos de aviso hasta el inicio de Benifallim. Otro puerto Campus Ciclored y que es de esos que se sube a plato y con fuerza, cuando hay fuerzas claro. Después de más de 100 kilómetros y con las piernas a punto de caramelo es mejor disfrutarlo y subir a ritmo. Ninguna rampa de más del 8%. Así que cadencia, molinillo o como cada uno lo quiera llamar. En la cima espera un corto descenso hasta Torremanzanas para cargar agua.
Calor veraniego. Tres repechos ‘mu mal puestos’ y antes de llegar a Jijona giro a la derecha. Arriba se ve, amenazante, el corte de los 5,5 kilómetros finales de La Carrasqueta. Una recta que nos vigilaba cada día en el Campus Ciclored y que augura viento de cara. Las previsiones no fallan ni un gramo. Primeros 5 kilómetros de ascensión entre curvas y viento cambiante y los últimos cinco con Eolo haciendo de las suyas. Siempre de cara.
El suplicio empieza tras la curva de la Casa de los Ingleses. La cima se ve ahí, en la antena… Visualmente cerca, geográficamente a cinco kilómetros, mentalmente pasando la Gran Muralla China o incluso más allá. El 5% constante de la carretera pasa a ser el 10% en las piernas por culpa del viento y el cansancio.Territorios diferentes dependiendo del momento y las condiciones en que se afronten. En la cima nueva ración de sandía fresca y a afrontar el descenso (con viento de cara todavía) y el llano, esta vez con viento a favor, hacia la línea de meta de Ibi.
Fin del juego. Ducha, masaje y a comer pasta (con bebida ilimitada y fresca, que se agradece). Toca recuperar piernas, mirar los datos de Strava, comparar con los entrenamientos en estas mismas carreteras en enero y marzo, intercambiar teléfonos con los nuevos colegas ciclistas que hemos hecho en el Tour del Juguete, echar un vistazo a al Tour del Juguete Mini para escuelas, que se ha disputado mientras que estábamos en la ruta,… y dejar caer el coche a la playa de Alicante, que para un ciclista del centro siempre vienen bien oler el mar de vez en cuando e igualar los cortes de maillot y culotte.