El Tour de Francia 2018 tiene mil visiones. Cada uno hace propio su Tour y lo ve de distinta manera. Aglutina a cientos de miles de personas en sus cunetas y sus carreteras. Los hay que trabajan en el Tour, los que pedalean para ganarlo y los que vamos a verlo. Muchos en coche, pero a nosotros no gusta la versión más parecida a los profesionales. En bici y pedaleando por los mismos lugares que el pelotón. Qué le vamos a hacer, nos mueve la pasión y un punto de friquismo. Este año tocaron Pirineos… y a lo tonto nos salieron 13.000 metros de desnivel y 500 kilómetros en las siete etapas que rodamos. No os voy a negar que nos lo pasamos de lujo.
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Para esta edición del Tour tuvimos un grupo de lo más internacional. México, Estados Unidos, Aragón, Madrid, Toledo y Mallorca. Todos unidos por la misma pasión por la carrera francesa y las ganas de pedalear. La base de operaciones el Hotel Pons de Saint Lary, uno de esos lugares en los que te quedarías toda la vida y pese a dar pedales acabarías engordando. Cenas de las que no se olvidan pronto, con tres platos y postre. Ideal para recargar energías.
En estos días de Tour la zona se convirtió en un paraíso del ciclismo. Pudimos pedalear con Joseba Beloki, compartir ratos de charla con Nicolas Roche y Fran Schleck y coindicir en el Tourmalet con Amets Txurruka y el gran Oscar Pujol. Medio pelotón. Y no solo ellos, Alberto Contador también eligió Saint Lary para su ‘stage’ para retransmitir las etapas con Eurosport y hacer su efímero ‘KOM’ en Portet.
DE VAL LOURON… A HOURQUETTE
Os podría contar nuestro Tour de Francia en palabras. Aquel que empezó un domingo con una ‘trampa’ camino de Val Louron por los repechos desconocidos por los que jamás pasa la carrera francesa. Siguió con nuestra primera etapa reina el lunes. La belleza de Cap de Long, el casi inédito Piu Engaly y el totalmente nuevo Col Du Portet, que ‘estrenamos’ dos días antes que la ronda gala. Una ‘tontería’ de casi 4.000 metros de desnivel por uno de los paisajes más ‘deliciosos’ del Pirineo.
La aventura siguió el martes, esta vez en búsqueda de la Grande Boucle. La etapa acababa en Bagneres de Luchón y para ir allí, que mejor que pedalear. Primero por Val de Azet (la otra cara de Val Louron) es decir, por donde al día siguiente Sagan se fue por los suelos. Después el mítico Peyresourde, que da paso a Luchón. Allí. Tour, Tour y Tour. Dentro del ambiente de la carrera para ver ganar a Alaphilippe. Y después, retorno en bici por el mismo recorrido que la etapa siguiente de la ronda gala, es decir, Peyresourde.
Al día siguiente el Tour llegaba a nuestra casa, así que tocaba honrar de nuevo al Col du Portet. Y no una vez… sino una y media. La primera después de Alberto Contador y al mismo tiempo que Nicola Roche y la segunda para ver la carrera en directo a falta de ocho kilómetros de meta, la mejor forma de ‘saltarse’ los típicos atascos del Tour. Si hay piernas… mejor que vehículos a motor.
Para el jueves otra etapa reina y con olor a ciclismo clásico. Probamos el recorrido del día siguiente del Tour. Aspin y Tourmalet primero. Avituallamiento en la cima del coloso con casi un centenar de cicloturistas, entre ellos Schleck, Txurruka o Pujol y de retorno la Hourquette de Ancizan. Y para el último día en bici, qué mejor que ver el Tour en Tourmalet… pues eso. En mitad del coloso. Dentro del ambiente. Eso sí, previo paso por la vertiente más dura de Hourquette para ‘soltar’ piernas… y horas de televisión y Aspin para ver el final con la victoria de Roglic.
Esto fue en palabras… pero qué mejor que las imágenes para lo podais vivir de lleno.
COL DU PORTET
LÍNEA DE META DE LUCHÓN
CIMA DE PORTET DURANTE EL TOUR
PASO DE LOS FAVORITOS POR COL DU PORTET
TOURMALET
