Con la de 2024, llevamos ya seis ediciones de la GF Strade Bianche en nuestras piernas. Hemos compartido sterrato y pedaladas con más de un centenar de ciclistas de todos los niveles. Un buen banco de pruebas ¿No? Y siempre hay un comentario común al finalizar. Es mucho más dura de lo que parece… y sobre todo divertida. Con alicientes en todos los kilómetros.
Luego ya el sterrato proporciona diversión de diferentes formas dependiendo de las condiciones meteorológicas. En 2017, en nuestro debut, estuvo lloviendo casi toda la mañana. Llegabas sucio a meta, pero el sterrato, aún húmedo, era estable. En 2018 llovió los días anteriores y en la GF Strade Bianche la tierra estaba asentada. Quizás lo más complicado fue en 2023, con varios días sin llover y tramos con algo de arena suelta, sobre todo en el llano.
Y ¿cómo fue en este 2024? Pues lluvia el viernes por la tarde a la hora de recoger los dorsales a lado de nuestro Hotel Chiusarelli. Dia soleado, despejado y con buena temperatura el sábado por la mañana. Se estaba muy cómodo en la Fortezza Medicea viendo la presentación de la carrera femenina y eso que eran las nueve de la mañana. Una hora después, cuando los Pogacar, Pidcock, Cortina y compañia pasaban a nuestro lado camino de la línea de salida ya casi era hora de quitarse la chaqueta.
Con todos en carrera era el turno de nuestra grupetta de 12 ciclistas para rodar y probar el sterrato. De salida el tramo 4 de la Medio Fondo. Cinco kilómetros con subidas y bajadas y sterrato…. prácticamente seco. Foto y camino del penúltimo, el Colle Pinzuto. Rampón del 18% y a ver el paso de la carrera femenina. Con las Vollering, Kopecky, Longo Borghini, Niewiadoma y Mavi todavía ‘tranquis’ sin darse palos. La Tolfe, el último tramo de sterrato, siempre está húmedo en la bajada inicial porque está entre árboles, pero sin barro peligroso, así que rápido para abajo y otro rampón con decenas de italianos en la cuneta animando y esperando la exhibición de Pogacar.
Lluvia fina para ‘limpiar’ las bicis y al rampón de Via Santa Caterina para subir con toda la afición animando. Con la ‘tontería’, más de 700 metros de desnivel en solo 40 kilómetros. Así es la Strade. Sin descanso. A nosotros todavía nos dio tiempo de sobra a llegar al Hotel, ducharnos, encender la tele, ver como Pogacar ya había roto la carrera a 81 de meta, vestirnos de calle, comer una pizza y bajar al inicio de la rampa final de Via Santa Caterina para ver en directo la exhibición del esloveno (que pasó delabnte de nosotros sonriendo) y la cara de sufrimiento del resto más de dos minutos después.
Visita a la Piazza del Campo para ver el podio final. Gelato en Grom para coger fuerzas… y otro chaparrón mientras que estábamos en el hotel listos para cenar. Menú, pasta de primero, cada uno en la versión elegida y proteinas (bueno vale, filete de ternera cortado así fino en tagliatta casi todos) como segundo.
Y para el domingo… pues desayuno en el Hotel escuchando al speaker de la GF Strade Bianche dar la bienvenida a los corredores. No en vano estábamos a solo 300 metros del arco de inicio. La salida era a las 08.00 y por cajones por que la GF Strade ya reúne a 7.000 ciclistas… El nuestro el cajón tres, del 1000 al 2000. Tiempo de sobra para charlar un rato mientras esperamos la ‘partenza’. Casi todos con culotte corto porque para entonces ya había 10 grados. Sol… y dos minutos después de las 08.00 ya dando pedales.
La GF Strade Bianche es carrera. Con podio, premios y esas cosas. Por eso se sale a todo trapo (y también para entrar en calor). Hasta que se sale de Siena es todo favorable y después se agradecen los repechos para subir la temperatura y coger sensaciones en las piernas antes del primer tramo de sterrato. El de Vidritta son poco más de dos kilómetros con ligera pendiente descendente. Con la tierra ya seca y asentada… a 42,5 por hora de media. Esto iba a ser divertido.
Igual que la entrada del segundo tramo, el de Bagnaia,. también picando hacía bajo. Aunque luego llegaban los primeros rampones al 14 % antes del primer avituallamiento y del cruce para la versión más corta de 87 kilómetros.
Kilómetro 38 y tercer tramo, el de Radi. Con repechos, bajadas y alguna curva de tener cuidad porque se va rápido. Claro, aunque ya sin los ciclistas que habían optado por la versión corta.
Sales del tramo de Radi y cuatro colinas toscanas de aslfalto después estás en el tramo de La Piana, que son seis kilómetros con algún repecho, pero se puede hacer casi a cuarenta por hora. Subida dura, descenso rápido, giro de 90 grados a la izquierda y llegas a Serravalle, el tramo que solo se hace en la GF Strade Bianche. Casi una decena de kilómetros con una subida dura, el descenso más complicado de toda la marcha y cinco kilómetros para volar esquivando agujeros por el sterrato… y bajando al río, que esta vez llevaba más de media rueda de agua.
Desde la salida de Serravalle solo tienes tres kilómetros para coger aire antes del tramo de San Martino in Grania, el más completo de la GF Strade Bianche. Una decena de kilómetros con subidas duras y bajadas cortas, casi sin llano. Pero cuando sales de él sabes que ya tienes más del 50% del recorrido hecho, aunque todavía queda más de la mitad de desnivel. Pausa para tomar un isotónico con los chicos de Bike Division, que nos prestaban el apoyo mecánico privado y por delante 25 kilómetros seguidos sin sterrato, pero con viento, repechos y un montón de ciclistas queriendo jugar a ciclistas…
En la corta subida de sterrato de Monteaperti se entra en el bucle final. Estás a solo dos kilómetros en línea recta de Siena pera acabas haciendo 20 kilómetros subiendo por el muro del Colle Pinzuto y La Tolfe, quizás el más duro de todo el recorrido. Da tiempo para ver las torres de Siena desde lejos y en varias panorámicas. Tomarte el último gel mientras bajas alguno de los infinitos repechos que todavía quedan y sentirte como Pogacar subiendo por la Vía Santa Caterina. Losetas en el interior de Siena al 16% con la presión de un centenar de personas mirándote por si acaso haces un Van Aert (acalambrado en 2o18 se tuvo que bajar de la bici).
Ya casi no queda dar ningún pedal. Poco más de 200 metros cuesta abajo para entrar en al Piazza del Campo, seguramente uno de los lugares más bellos para acabar una carrera. Por que sí, era carrera. Y podías ir todo lo rápido que quisieras (pudieras) hasta que te pasaba el vehículo de fine de gara (a partir de ese momento tenías los mismos servicios pero solo había que echar un ojo al tráfico porque ya estaba abierto).
Y después… pues con un manguerazo a la Bianchi suficiente para dejarla limpia. Foto en la Piazza del Campo con solo un poco de barro en las zapatillas y a comer pasta… antes de que volviese a diluviar, pero esta vez ya dentro de Hotel y reservando habitaciones para la edición de 2025….