¿Por qué vamos tan deprisa? Frase típica de grupetta. La dice Valverde y se dirige a Luis León Sánchez. Por detrás el bajito del Team Ciclored resopla a 180 pulsaciones y sólo puede asentir con la cabeza. Casi suplicar que sea así. Bajan ritmo. Lo suficiente para poder volver a respirar y no perder rueda. Es el primer repecho del Mundial de Ponferrada y he tenido el privilegio de ir a rueda del máximo favorito, ¿Qué más se puede pedir?
Al final incluso pude completar una vuelta completa al recorrido del Mundial, 17 kilómetros, a rueda de Valverde, Luis León y Erviti. Es lo que tiene el Mundial. Un circuito ‘tontódromo’ en el que te puedes cruzar con Nibali, Boonen, Rui Costa o Boasson Hagen en menos de una hora. Y lo que es mejor, rodar a su rueda.
Tocaba reconocer el recorrido del Mundial de Ponferrada 2014, así que pies a los pedales y a mover las piernas. Nada mejor que en bici, en el horario oficial cortado al tráfico y junto al resto de los participantes en las competiciones de ruta. Nada más empezar hay que pillar rueda a Australia. Sensación de ‘deja vu’. Para mí que estos maillots me suenan de algo… Quizás de la Vuelta, ¿no? Pues ale, un rato a rodar con Gerrans, Matthews y compañía.
Primera vuelta y nos topamos con la selección italiana de pleno. Es fácil localizar a Nibali con la bicicleta negra tuneada con los colmillos del tiburón. La verdad es que van muy tranquilos y en los kilómetros iniciales es sencillo seguir a rueda. No somos los únicos. Se nos unen la selección de Polonia femenina y la masculina senior de Marruecos. Todos con ‘selfies’ incluidos. Normal. No todos los días puedes rodar con un ganador del Tour de Francia.
El jefe es Vincenzo y hoy parece que no toca dar una pedalada de más. Suave, suave todo el rato. Reconociendo el terreno. Calculando cada curva. Ni siquiera en la zona de descenso del pantano, una de las más peligrosas, se altera el italiano. Todos junto a él y despacito. Sin pasar siquiera las 130 pulsaciones. El ‘Tiburón’ no se altera ni cuando les pasa la selección de Portugal con Rui Costa y compañía al frente.
En estas aparece Valverde y compañía en Compostilla. Tampoco pasa nada. Nibali a su tranquilo. Sólo en la bajada se unen dos de los hombres que lucharon por el Tour hace unos meses. Conversación tranquila entre Nibali y Valverde.
Al paso por meta decido cambiar de grupetta y unirme a la de los españoles, que me van a sacar los ojos en cada repecho. Ellos mientras, a su bola, de cháchara. Incluso con bromas al mirar atrás. «Ese que viene es de los nuestros o lituano». Sí, es cierto, los maillots de ambas selecciones se pueden llegar a confundir.
Coronamos el primer repecho del Castillo Templario. Descansillo hasta el de la N-VI, que no pasa del 6% durante dos kilómetros. Un nuevo plano y giro repentino a la izquierda para afrontar el corto repecho del pantano. Lo más problemático de esa zona es la bajada. Aquí si que me cuesta seguir a Valverde y compañía, que apuran en cada curva. Cruzamos el puente del pantano, el tunel de piedra y arranca la zona que va a ser decisiva, a siete de meta.
Son dos kilómetros en continua subida y que se harán duros con el paso de los kilómetros. La selección sube silbando y yo en el cartel de 5 kilómetros a meta, justo a 200 metros de acabar el repecho, paso a 185 pulsaciones. Hay que sufrir, así que me lanzo en la bajada para no perder rueda. Llegamos al tramo peligroso. Entre los 4 y 2 kilómetros a meta. La bicicleta se lanza a más de 75 por hora casi sin dar pedales. Tres curvas rápidas y al final el asfalto cuarteado hace que la rueda delantera bote. «Más de un susto habrá en esa zona», comento a Valverde.
Y justo al acabar una rotonda que hay que pasar por la derecha y que estrecha el recorrido un 30%. Después, todo plano hasta la meta, a la que entro a rueda de la selección. Me he ganado una foto de regalo, ¿no?