«Es una locura hacer la QH 2022 a finales de septiembre». Vale, pero era la fecha que quedaba libre. «Va a llover como en 2021 y va a hacer mucho frío». Bueno, eso es imposible saberlo hasta que no queden unos días. «Verás, si es que ya será hasta otoño y en Pirineos…»
Que levante la mano quién no haya escuchado/leído una conversación similar desde el mes de julio en el grupo de whatsapp de su club ciclista. Y más el martes previo a la QH 2022, cuando la meteorología pintaba adversa. Pero los Pirineos en otoño son impredecibles, e igual que cinco días antes anunciaba lluvias, las probabilidades se fueron reduciendo con el paso de los días hasta quedar casi en cero. Así es la alta montaña, que puede variar de un día para otro, como para saber que va a suceder unos meses antes.
En la QH 2022 (24 de septiembre) más de medio pelotón de los 3.500 ciclistas que tomamos la salida nos quedamos sin recibir nada de lluvia. Solo los que fueron más tranquilos se mojaron en los kilómetros finales de subida al Portalet y en el inicio de la bajada. Para solventar eso estaba el gran Luis Garcia Landa en la cima de Portalet con nuestro vehículo de apoyo, avituallamiento sólido, líquido, su kit de herramientas (y la ropa necesaria para abrigar al que le hiciese falta). Muchos de los que leeis esto ya le conoceis y para los que no solo os dejo un titular. Fue uno de aquellos a los que se les ocurrió la idea de hacer una marcha cicloturista en Sabiñánigo similar a la Marmotte Alpes y desde entonces, pues 31 ediciones con esta. Aunque en este raro 2022, luego decíamos que si la pandemia y tal, hemos tenido dos QH, porque todos los que nos acompañasteis en junio pudisteis rodar en la Quebrantahuesos versión española (vamos, que no nos dejaban pasar a Francia). Así que el 18 de junio nos hicimos Somport, Portalet, Formigal, Hoz de Jaca por las dos caras… Vamos. Más de 200 kilómetros y 3.000 metros de desnivel para matar el gusanillo y pedalear con un montón de amigos.
La QH 2022 de junio
Puestos en situación y pasado el parte meteorológico (será complicado no volver a hablar del tiempo…), vamos a lo que sucedió en esta edición otoñal de 2022. Cambiaban algunas cosas, claro. En la Feria QH el viernes había algo menos de gente a primera hora, pero por la tarde se fue animando el asunto (ya sabes, el móvil que decía que no llovía). Eso sí, no era complicado pararte a cada paso para hablar con algún colega ciclista y que la cosa se alargase. Y ya si te detienes en el Stand de Cadex y Giant, pues casi se te pasa la hora de comer. Quedaron conversaciones pendientes para el sábado. Íbamos a tener tiempo entonces, porque allí entregamos las mochilas con la ropa de abrigo para meta.
Bolsa QH completita. Maillot, gel, barrita, pulsera, ‘paco gara‘ con descuentos (así lo llaman en Italia y suena de lujo), cerveza triple cero y batidos de esos de proteínas que entran del tirón. Me bebí los dos, vainilla y chocolate, por eso de probar y tal. No me quitaron el hambre de cenar en El Churrón (que Javi siempre nos trata con cariño y buenos alimentos). Antes, a las 19:30, Briefing sobre la QH para todos los que vinieron a pedalear con nosotros, últimos detalles para afrontar y si, parte meteorológico con los consiguientes consejos sobre qué ropa utilizar.
SIN LLUVIA
Sábado. 06:30. Otro de los cambios. Esta vez hay que madrugar mucho menos porque la salida de la QH era a las 08:00. Desayuno en El Churrón y en bici a la salida. Todavía es casi de noche y pese a que hace fresco… mucho menos de lo esperado. Hacía faltan los guantes de invierno finos y también la chaqueta tempete ULEVEL de manga corta (que además de impermeable es transpirable y protege del frío, en mi caso botines impermeables por si acaso. Culotte corto con crema calentadora, camiseta interior sin mangas, maillot de manga corta, manguitos y chaleco como complemento.
Da tiempo hasta para tomarse un cafetito antes de entrar en el cajón. Y ahí ves las múltiples variantes con las que se puede vestir un ciclista para afrontar la misma marcha. Desde la versión verano total y con el único abrigo de unos manguitos. A la esquimal, con chaqueta de invierno, culotte largo y guantes de esquiar. Lo cierto es que tras el chupinazo de salida a las 08.00 y después de salir de Sabiñánigo empezaba a sobrar ropa. En la autovía hacia Jaca ya se iba deprisa. Seguramente los que iban tirando no se habían dado cuenta de que pegaba el viento de cara. Manguitos fuera.
Mucho menos frío del esperado
Al empezar Somport los que tiraban delante seguían sin percibir el viento ese de cara. Chaleco abierto. Al llegar a Canfranc mirada a la derecha, sol en la cima y un paisano gritando «en Francia está despejado«. Alegrías que da la vida. Aunque eso también debió espolear a los que seguían tirando delante porque al pelotón le dio por romperse. Tempete abierta. Y claro, ahora el viento, que sí, seguía soplando fuerte de cara. Pues nos pegaba a casi todos. Bajada hasta el escote de la cremallera del maillot.
En la cima de Somport… Pues a ejercicio malabar para vestirte de nuevo, con los guantes finos de invierno puestos, sin bajarte de la bici y poniendo buena cara por si hay algún fotógrafo cerca. La bajada fue fresca. Si. Y al inicio la tormenta del día anterior había devuelto algo de gravilla a la carretera. Así que descenso tranquilo, buscando pedalear para no perder temperatura y en grupeta para ahorra esfuerzos antes de Marie Blanque.
Después de dos años sin subir a la Dama Blanca (esto lo he pillado de mi amigo Antonio Alix), la última vez fue en septiembre de 2020. Pues que quieres que te diga. Sigue igual. Guantes de invierno fuera, chaleco al bolsillo y en los últimos cuatro kilómetros al 11% a abrir todas las cremalleras posibles para no sudar mucho. ¿Pero no iba a hacer frío? Subiendo Marie Blanque hace calor aunque esté nevando. Entonces el problema sería bajar… Pues tampoco. Los primeros kilómetros se pedealaba y en los últimos ya estabas tan abajo que no hacía nada de frío. También eran las 11 de mañana (aunque esto en Francia puede no suponer nada de mejoría de temperatura).
Me visto, me desvisto, me vuelvo a vestir…
‘Llanito’ hasta Laruns. Si, el mismo que hizo en julio Van Aert escapado antes de subir Aubisque. En el cruce hacia Portalet y a seguir restando ropa. Sobre todo en la zona de la presa de Artouste. Allí hasta llegó a salir el sol y picaba oye. Como la mayoría ya lo conoceis. Portalet. Largo. Mucho. Tanto que dio tiempo a parar en dos avituallamientos. Recargar bidones, tirar los envoltorios de geles y barritas y comer algo. Lo bueno es que en esta QH 2022 el viento pegaba a favor y eso en este puerto es una alegría igual a encontrarse un billete de 20 euros en la chaqueta esa que llevabas sin ponerte desde marzo.
En la cima se había empezado a oscurecer, aunque todavía sin riesgo de lluvia. Charleta con Luis Garcia Landa. Dos ‘puñaos’ de cacahuetes salados del avituallamiento y abrigarse un poco camino de la Hoz de Jaca. Esta vez el pantano de Lanuza y el de Bubal casi sin agua. Por la sequía de este verano… y por el consumo excesivo, pues también. Últimos desniveles y para abajo en busca de la meta de Sabiñánigo. Este año sin repecho de Cartirana, que sigue en obras.
Y en meta, pues la misma QH de siempre. Avituallamiento final con, entre otras cosas, un bollo de chocolate que… jo. Estaba bueno eh. Un montón de colegas con los que hablar de la QH y de futuros viajes a Strade, Flandes, Roubaix. La paella, la cerveza, la medalla. Otro rato para seguir hablando de ciclismo. El stand de Cadex como punto de reunión. Y a seguir hablando del Portalet y de si a ti te ha llovido o no. Y la cena, para seguir hablando de…. Bueno ya sabes. Y el madrugón del domingo para ver el Mundial (eso también era novedad) y el desayuno final para seguir (esta vez cambiamos el tema, que Jordi nos lo impuso así). Y claro. Para pensar en la edición de 2023, que, si, ya tenemos inscripciones abiertas.
