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El universo Peter Sagan en La Vuelta

Peter Sagan vende. Pues menuda noticia nos acabas de dar, pensarás. Un ciclista que tiene 886.000 seguidores en twitter. Claro que vende y tiene seguidores. La noticia no es que venda a nivel global, sino que también lo haga en España, tan poco acostumbrada al fenómeno ‘fan’ ciclista. Pero en esta Vuelta a España el eslovaco está batiendo los récords del ‘busómetro’. ¿Qué es eso? Pues el número de personas que está esperando a determinado ciclista a la puerta de su autobús en la línea de salida de da una de las etapas. Una medida no muy científica, pero que deja claro con quién está el aficionado (que es el que luego consume productos de ciclismo).

La Vuelta 2018 con Pase Vip. Pedalea en Lagos y Les Praeres >

El ‘campo’ del estudio fue Granada. Meta de la cuarta etapa en Alfaguara y salida de la quinta, ya en el capital. Normalmente cuando acaba la etapa, y más si es de montaña, el aficionado que está por la zona de meta busca un selfie con su corredor favorito y en cuanto llegan los primeros de la general le falta tiempo para tirar para abajo y no pillar atascos. En Alfaguara tenían fans esperando sus fotos Valverde, Nairo Quintana, Maté (que casi jugaba en casa) y pocos más. Incluso alguno preguntaba cómo se llamaba el que iba de rojo (se lo resolví con Kwiato, para acortar). Ni Porte, Nibali, Zakarin, Miguel Ángel López  o Yates, los otros favoritos para la general, levantan pasiones entre el aficionado español. Falta Contador, que era el más buscado en la última Vuelta (y con mucha diferencia).

Lo curioso es que los aficionados son capaces de esperar 15/20 minutos hasta que llegue el vagón de cola, el de los sprinters. En él viaja Peter Sagan. Inconfundible con el maillot arcoiris. Llega él. Móviles en modo cámara. Fotos mientras echa un trago de agua. Fotos mientras se acaba una coca cola. Fotos mientras se pone ropa de abrigo. Fotos, fotos y más fotos. No suele negar ninguna. Se baja en bici y se despeja la zona de meta.

Al día siguiente se repite la historia, pero esta vez en la línea de salida. Una veintena de autobuses de equipo en el centro de Granada. El aficionado pasea curioso por la mayoría de ellos. Se para a mirar las bicis o si pilla a algún ciclista se hace foto con él (incluso mirando el dorsal para ver quién es). En el de Movistar hay 20/30 personas esperando a Valverde y Nairo, pero el resto está más o menos tranquilo. Solo en el del Bora hay atascos. La empresa alemana vende encimeras de cocina. Evidentemente no es por eso. No hay tantos clientes en Granada. Casi un centenar rodea al bus. Es casi imposible ver las bicis de equipo. Para evitar ‘atascos’ el Bora ha puesto un ‘Sagan’ de cartón a tamaño natural para saciar la necesidad de ‘selfies’ y la bici personalizada de Sagan en el coche. Algo es algo.

Peter Sagan también lleva su propia caravana durante la Vuelta. Personalizada con su nombre y sus colores (verde y gris). Venden merchandising del ciclista eslovaco. Gorras, maillots…. y durante las etapas la bandera eslovaca con su nombre y la fecha de los tres mundiales no falta en alguna cuneta. Es más, el ‘arcoiris’ se ha convertido en el maillot habitual de Sagan. Cualquier aficionado ya lo asocia con él.

Menuda marabunta no. Casi como cuando estaban Contador. Le digo a Fran Reyes (Ciclismo a Fondo). «Pues esto no es lo peor, el otro día una chica sufrió hasta un ataque de ansiedad tipo fan cuando se hizo la foto con Sagan. Recordaba a quinceañeras con los Backstreet Boys«. Sale Sagan y la marabunta le persigue en los 200 metros que separan el bus del control de firmas. Récord de selfies por metro/segundo.

Llega, le anuncia Juan Mari Guajardo y recibe la primera ovación del público. Incluso se atreve con el castellano. «Yo no he venido a Granada, solo a Sierra Nevada, que no es lo mismo», dice hasta con gracia y doble sentido. Baja a la zona de prensa. Más fotos, alguna declaración, otra sonrisa y a la línea de salida. Por el camino, otro centenar de selfies.

Solo en carrera no hay aficionados persiguiéndole para hacerse selfies. Da igual, las cámaras de televisión y de prensa siempre se fijan en él. Ya puede ir atacando, quedándose o en mitad del pelotón. Da igual si gana o no. Sagan acaba siendo noticia casi cada día. Es simpático y cae bien. Incluso al aficionado español, que siempre solo tuvo ídolos nacidos dentro de sus fronteras.

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