Para un cicloturista es muy fácil establecer una relación de amor con la Maratona de los Dolomitas. Montañas con paisajes de postal, subidas para todos los gustos, tornantis, olor a ciclismo en cada rincón y más de 10.000 entusiastas ciclistas a tu alrededor. Si además le unes una temperatura ideal, la comida de calidad del Hotel Tablé y una grupetta como la que formamos en este 2019, pues quedas prendado de los Dolomitas y estás deseando repetir.
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Ese flechazo no solo lo hemos experimentado nosotros. En este 2019 había más de un repetidor en Dolomitas. Jesús, Javi, Manuel, Victor y Miguel Ángel ya habían venido una vez, Pedro, hasta tres. El resto, Ana, Oli, Jero, Juan, Marga, los dos Víctor, David, Ximo, los dos Vicente, Angel, Carlos, Antonio, Josete, Marcos, los tres Jose, Jesus y Luis debutaban en la Maratona y ya conocen porqué esta marcha lleva más de una treintena de ediciones y nunca defrauda a nadie.
La Maratona por Sergio Palomar >
No solo es el ambiente. Es el entorno y el cariño con que todo está preparado y perfectamente organizado. Desde las carreteras cerradas al tráfico a los avituallamientos. De una bolsa regalo con maillot y chaleco de calidad a un hotel cinco estrellas como el Tablé. Y sobre todo el color ciclista. Porque nada más llegar a Val Gardena y pasar Bolzano (siempre el viernes previo a La Maratona) solo se ven ciclistas por la carretera. Y vas en la furgoneta con ganas de llegar al hotel, deshacer la maleta y salir a pedalear. Aunque solo sea para subir un ratito el Campolongo porque se te echa la noche encima. Da igual. Sientes que esas carreteras están allí para rodar y disfrutar.
VIERNES/SÁBADO. NUESTRA PRE-MARATONA
Y eso es lo que solemos hacer. Después del traslado desde Bérgamo, si hay tiempo, se sale a rodar. Abrir boca y apetito para la cena del Hotel Table. Porque da pena dejar en el plato alguno de los manjares, de los postres, de… y bueno, que después de un año cuidándose para llegar fino a La Maratona es hora de saltarse la dieta, ¿no? Y al día siguiente hay que desayunar para ir a recoger los dorsales a Badia, en bici claro. Temperatura perfecta y tiempo para pasar por la tienda de La Maratona y por la Feria para recoger ‘souvenirs’. Todo ciclista. Te enamoras casi de cada detalle.
Y el retorno también es en bici, pero por el Muro del Gato. Una rampa de 500 metros al 18% que el domingo es el postre del menú de La Maratona, pero que el sábado nos deja una foto espectacular con el macizo de Valparola detrás. No han acabado las ‘fotos’. Rumbo a Val Gardena. Solo 10 kilómetros al 7% de media desde el Hotel Table. Ritmo de hablar y comentar la jugada. Rodeando a una de las subidas más bellas de Dolomitas. En la cima dudas hacia qué lado hacer la foto. Con solo bajar 500 metros ya puedes ver otro macizo, otro paisaje diferente, y todo con una luz radiante.
Con estos kilómetros, una buena siesta, un rato viendo el Tour y un masaje de Dani Azagra es suficiente para afrontar con garantías La Maratona. Pero hay quien quiere rodar más y sacar e máximo partido a los Dolomitas. Pues sin problema. Unos a Campolongo y otros valle abajo hacia el Furkelpass y Plan de Corones (que está impracticable). Por la tarde queda el briefing para resolver dudas de última hora y una cena para coger energías para el día siguiente.
DOMINGO. LA MARATONA 2019
Para hacer La Maratona hay que madrugar. Se sale a las 06:30, pero como estamos mucho más al este ya es de día. Bueno a las 05.30 hay un solazo espectacular, así que no cuesta nada volver a comer (desayuno buffet) para estar listo a las 05.45 en la puerta del Hotel Table. La salida está a solo 5 kilómetros cuesta abajo, pero a las 06.00 la carretera queda cortada para todos los vehículos, bicis incluidas. Y es que en media hora van a salir 9.000 ciclistas con coches y motos de organización y televisión abriendo la comitiva. Televisión? Pues sí, La Maratona se da en directo en la RAI2. Así es el Giro de Italia de los cicloturistas.
De salida las chicas al segundo cajón, los chicos al tercero. Aquí es complicado rodar fuerte de inicio. Desde La Villa hasta la cima de Campolongo son 10 kilómetros cuesta arriba que cada uno se toma a su ritmo. Después Pordoi con sus tornantis, Sella con sus rampas del 10% y sus vistas espectaculares, Val Gardena con el falso llano y el descenso a Corvara para completar en 55 kilómetros más de 2.000 metros de desnivel. Casi nada. Para los que tienen más ganas queda un segundo Campolongo y Falzarego/Valparola en la opción intermedia. La más larga tiene miga. Después de Campolongo y el descenso queda la cota de Santa Lucía, dos kilómetros al 10% y después el juez de La Maratona, el Giau, con sus 9,5 kilómetros al 9,5% de media. Brutal después de tantos metros de desnivel acumulado. Un coco que obliga a parar en el avituallamiento de la cima a repostar. En el descenso algo de lluvia para la mayoría. No será demasiado. Queda Falzarego/Valparola para redondear los 4.200 metros de desnivel, pasar por el Hotel Tablé y entrar en la línea de meta.
Y allí la medalla, la comida y cientos de ciclistas con una inmensa sonrisa por haber acabado su reto. Cada uno contando su Maratona, porque no todos la viven y la sienten de la misma manera. Algunos deben hacer las maletas pero a nosotros nos quedan dos días más en Dolomitas… y otros tantos en los Alpes italianos.
LUNES/MARTES. PASSO DELLE ERBE, FURKELPASS, MARMOLADA Y CAMPOLONGO
Con las piernas todavía calientes después de La Maratona habíamos diseñado una etapa ‘a la carta’ para que cada uno pudiera medir su nivel de recuperación. De primeras… salida a las 09.00 para recuperar horas de sueño y volver a marcar horarios más ibéricos. Después 17 kilómetros de descenso pedaleable para coger sensaciones antes de girar a la izquierda y afrontar el Passo delle Erbe. Es uno de los grandes desconocidos de Dolomitas porque el Giro lo ha visitado en solo un puñado de ocasiones. Pero a dureza no tiene nada que envidiar a ningún otro. Primero dos kilómetros al 12%, un descansillo, otros tantos al 10%, una bajadita y otros dos al 10% para plantarte en Artemoia. Desde allí cinco kilómetros de regalo al 10% con vistas de los Dolomitas hasta alcanzar la cima a 2.000 metros de altitud.
Descenso, avituallamiento para probar los Fruminis de Diverfruit y dos opciones. Unos para abajo y retorno al hotel para recuperar piernas y pensar en La Marmolada. En resto a seguir sumando metros de desnivel. Primero en el falso llano de Rina y después en la segunda cota del dia, el Furkelpass (si, el nombre está en alemán porque en italiano tiene chiste demasiado fácil). Los primeros en suave ascenso y los cinco últimos por encima del 10%. Puro Giro de Italia. Aquí se subió en dos ocasiones en la cronoescalada al Plan de Corones. Eso si, el final en tierra está impracticable.
Da igual. Con coronar y retornar antes de que se desate la tormenta. Como todas las tardes después de la etapa del Tour, es suficiente. 95 kilómetros y 2.300 metros de desnivel para la Post Maratona es más que suficiente. Además el martes nos tocaba despedirnos de Dolomitas. Pero claro, con parte del trayecto en bici. Paso obligatorio por Campolongo y después a sufrir en el Passo di Fedaia (La Marmolada). En este 2019 sin receso en Sottoguda. La riada de octubre arrasó el carretera de uno de las zonas más bellas de Dolomitas. Así que la recta de Malga Ciapella se hace más bestia. Desniveles de dos dígitos durante cinco kilómetros seguidos en busca de la cima. Por muy bien que vayas siempre hay que meter vatios y subir la temperatura de las piernas.
En la cima foto, visita al lago y descenso a Canazei. Allí se dividen los caminos. Unos a Grosio para seguir subiendo puertos (con el extra de un Pordoi más) y otros a Bérgamo para retornar a España y seguir las evoluciones y las fotos del resto en el grupo de whatsapp.
MIÉRCOLES/JUEVES. STELVIO, LAGO DE CANCANO, BORMIO 2000 Y MORTIROLO
En los Alpes italianos, el Hotel Sassella siempre nos trata con cariño. Cena a base de pasta para coger energias para la etapa del miércoles. En el planning Stelvio y Gavia. Etapa con olor a Giro. Pero mandan las condiciones naturales. Las tormentas y la nieve de junio han dejado la subida a Gavia impracticable para bicis desde Valfurva y con riesgo de desprendimientos. Solución, la misma que el Giro Rosa, que tampoco pudo subir el martes, el Lago de Cancano. Pero antes había que subir el Stelvio y disfrutar de sus tornantis. Viento fresco y de cara casi todo el rato para hacer más dura la subida. Eso sí, ritmo de amigos para aprovechar la rueda de la grupeta, que se nota.
Stelvio, Lago Cancano y Bormio 2000 >
Sobre todo en el falso llano antes de la frontera con Suiza, cuando ya se han sobrepasado los 2.000 metros de altitud y el viento sopla con fuerza. A partir de ahí libertad para jugar a ciclistas. Ataques, cambios de ritmo… y una cima mítica con restos de nieve en el último kilómetro. Merece la pena bajar otros dos kilómetros hacia la otra vertiente para ver los tornantis y hacer fotos. Redes sociales a full. Y en la cima comerse una salchicha y un Strudel y fotografiarse con Fausto Coppi en su cima más alta. Y bajar mientras que están subiendo Bob Jungels y Pieter Serry, de concentración con el Deceuninck para preparar la Vuelta a España.
El Stelvio es el mito, la leyenda, el Giro. Pero a su lado está el Lago de Cancano. No hace falta llegar a Bormio. Hay que girar en dirección a Livigno para llanear unos cinco kilómetros y afrontar una ascensión de ocho kilómetros al 7% de media plagada de tornantis. Bella y solitaria. Solo plagada de ciclistas, entre ellos los del Kometa de Contador. Perfecta para disfrutar del ciclismo y recoger en la cima el premio de unas vistas espectaculares al Lago de Cancano y a los glaciares del Stelvio. Avituallamiento al lado del paraíso y unos para el Hotel y otros… a seguir subiendo puertos. Esta vez Bormio 2000, otros nueve kilómetros al 9% de media para redondear un dia de 100 kilómetros y 3.000 metros de desnivel. Para no subir Gavia no se quedaron malos números.
Risotto para cenar… y la mente en el Mortirolo. Ya es tradición. Nuestros viajes a Dolomitas acaban con el puerto más duro de la zona. Un reto. Cinco kilómetros llanos para llegar a Mazzo di Valtellina… y a por las rampas del 13%. Importan las piernas, pero también la psicología. Hay que medir el cansancio de casi una semana subiendo puertos y trasladarlo a los desniveles crueles del Mortirolo. Leer los descansillos al 10%. Aprovechar cualquier atisbo de llano para recuperar y dar aire a los músculos. Son los que te hacen pasar por el monumento a Pantani y saber que en los últimos 3 kilómetros baja el desnivel medio al 9,8%. Se nota.
Y en la cima la foto mítica. Y el descenso. Y las últimas pedaladas antes de pasar por la ducha o el spa del Hotel Sassella y empaquetarlo todo vía España. Paso por el Lago de Como para una pizza y ver de lejos la Madonna del Ghisallo y Lombardia, nuestro próximo destino en Italia en el mes de octubre. Y un rato para ver el Tour en la tele antes de despedir a una grupetta espectacular y que estoy seguro de que se volverá a reunir con el ciclismo como nexo de unión. Es normal, ya todos se han enamorado de los Dolomitas.