Maratona de los Dolomitas 2016. Una semana. 500 kilómetros. Dolomitas. 16 puertos dolomíticos de Marmolada a Stelvio. 12.000 metros de desnivel. Una Maratona. 25 ciclistas. Un piccolo Giro de Italia. Son solo números. Pero traducidos a sensaciones, ambiente, recuerdos y dolor de piernas suponen siete días de placer ciclista rodeados del mejor grupo de amigos y de las montañas más bellas del mundo.
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En los Dolomitas el entorno diluye cualquier problema. Solo con mirar los macizos de Sella, Marmolada y Cristallo se olvidan las tensiones del trabajo, el stress del día a día, las llamadas a deshora al móvil. El mundo para un ciclista se convierte en un cuento de hadas con montañas, rampas imposibles, retos y la Maratona 2016, quizás la máxima expresión del cicloturismo en Italia.
Por eso no es de extrañar que Eduardo, Pedro y Osvaldo retornaran a la Maratona 2016 después del viaje de 2015. Veteranos en rampas y menús dolomíticos como José Luis, que volvió a coger el avión desde Argentina, igual que en 2014. A ellos se unieron la sección Tarazona, con Jesús, Sergio y Alberto. Álvaro, gallego y con QH y Marmotte a sus espaldas. Albert, que repetía desde el Tour 2015. Manuel y Ziorzta, unidos por el reto CIMA y la pasión por las montañas. José Ángel, uno de los primeros en confiar en Ciclored y que vivió sus semana ‘grande’. Pedro y Jose Antonio, que cambiaron la Morcuera por el Pordoi. Manuel, veterano de mil batallas en busca de nuevos retos. Juan Antonio, capaz de cruzar por carretera media Europa para pedalear en el paraíso. Lorenzo, con vuelo de ida y vuelta desde EEUU. José Luis, que cumplió 40 años con la familia en plenos Dolomitas y la sección catalana con Sergio y Javier.
Y el viernes 1 de julio primer contacto con la montaña. Sólo visual, pero de esos que aumentan las ganas de pedalear hasta límites infinitos. Valle de Trento y Bolzano rodeados de picos y al girar a la derecha abrimos las puertas del paraíso. Val Gardena hacia arriba. Repleto de ciclistas que nos hacen soñar con las bicicletas que Javier y nos traen por carretera. Seguridad a salvo de compañías aéreas sin amor por el ciclismo y nuestra herramienta de trabajo.
Tornantis de descenso hacia el Hotel Tablé y la Residence Lis. A 200 metros de la línea de meta de la Maratona y con un menú de cena que aporta energía para subir de una tacada todos los 2.000 de los Dolomitas. El Tablé nunca falla. Comodidad, buenos alimentos y un servicio exclusivo que nos hace sentir como en casa. Igual que en la visita a la Feria Maratona 2016. Indurain, invitado especial, nos dedica 10 minutos para debatir sobre la dureza dolomítica, desarrollos, trucos y consejos de un ídolo que en estos valles ganó dos Giros de Italia y perdió otro a rueda de Marco Pantani.
LA MARATONA 2016
Primera cena, primer desayuno y primeras pedaladas. La lluvia prevista deja paso al sol. Radiante para disfrutar del Passo delle Erbe. Contacto con las rampas de dos dígitos de los Dolomitas. Aquí la carretera se empina cuando menos te lo esperas y el 34×32 se convierte casi en el único aliado posible para salvaguardar los músculos antes de la Maratona.
Feria Maratona, dorsal y bolsa del corredor repleta de regalos. Maillot de calidad. Chaleco a juego. Vino, barritas, geles… Briefing para resolver dudas y todo listo para el reto de La Maratona 2016. Ambiente ciclista. Más de 10.000 personas de todos los rincones del mundo que piensan lo mismo que nosotros. Dar pedales para disfrutar.
Y a las 5.45 todos dispuestos a afrontar el reto. Pintan el cielo negro. Las nubes impiden vislumbrar el paisaje de los Dolomitas. Trabajo de psicología ciclista positiva. Campolongo, los tornantis del Pordoi, la belleza del Sella con el macizo de La Marmolada al fondo y en Val Gardena ya casi nos hemos olvidado del invierno. El paso por Corvara regala los primeros rayos de sol del verano que en Giau serán casi de calor. Falzarego-Valparola, visita al Giat que dejó a Atapuma sin victoria en el Giro… y a la línea de meta.
Una etapa del Giro para los ciclistas del Team Ciclored. Así de claro. La Rai 3 emite la Maratona en directo y la organización te hace sentir como alguno de los 180 profesionales del Giro que recorrieron las mismas carreteras en el mes de mayo. Ventaja cicloturista. Que al final está todo regado con cerveza y con pasta, salchichofen y strudel de postre.
TRE CIME DE LAVAREDO, VALPAROLA, TRE CROCI, MARMOLADA…
Después de La Maratona, el lunes, viene la etapa Maratón del Team Ciclored. El objetivo, disfrutar de la bicicleta. El reto. Pasarlo bien. La sensaciones, placer ciclista extremo. Porque el desayuno del Hotel Tablé sirve para afrontar los 125 kilómetros y 3.500 metros que nos esperan. Primero rumbo a Valparola por la cara que se desciende en la Maratona. Recorrido tranquilo para apreciar los detalles que se pierden en la ‘competición’. Paso por Cortina con Ferraris y Porsche como coches oficiales y rumbo a Tre Croci, un desconocido con apellidos duros.
Y en dos paso en el Lago de Misurina. Belleza contenida por la niebla que nos impide ver las Tres Cimas de Lavaredo, quizás el puerto más bello y duro de los Dolomitas. Pedaladas de calidad para superar las curvas empinadas de la ascensión. Del 10 al 16%. Durante cinco kilómetros el placer se convierte en infierno. Hora de sufrir para obtener la recompensa ciclista que esta vez está envuelta de niebla. Aún así tres kilómetros más abajo tenemos la mini Tre Cime.
Retorno por nuestros pasos para rememorar las malas horas de Nibali y Valverde en Falzarego. El tiempo se alía con nosotros. Sol y el destino que nos llama. El órdago lo lanza Manuel y Osvaldo, Alberto, José Ángel, Juan Antonio y Pedro no dudan en aceptarlo. Un muro del Gato más. Of course. Esfuerzo corto para un trozo de tiramisú más grande en la cena (oferta había…).
El martes nos despedidos del Hotel Tablé hasta 2017… y rumbo a La Marmolada. Campolongo es el entrante principal de un plato con regusto ciclista y dosis de belleza extrema. El desfiladero de Sottoguda desplaza la mente de las rampas del 12% a un paisaje sobrecogedor. Piedras separadas un entre sí. La montaña que se abre en un fino canal para dar paso a los ciclistas entre cascadas de agua brotando a derecha e izquierda. Y después… a sufrir. El ciclismo es así. La recta de Malga Ciapella. Aquella en la que se han retorcido todos los profesionales de los últimos 40 años nos devuelve a la realidad.
Último litros de sudor para Sergio, Jesús, Ziortza, Pedro, Eduardo, Álvaro, José Antonio y Alberto. Para ellos La Marmolada es el final del camino. Para el resto… nos espera el tríptico de Bormio.
GAVIA, STELVIO (DOBLE) Y MORTIROLO
En Grossio huele a ciclismo. Para llegar allí hay que atravesar Tonale y Mortirolo con ganas de bajarse a pedalear. El Hotel Sassella nos recibe con premio ciclista. El Wiggle de la campeona del mundo, Armisntead, comparte con nosotros comedor y desayuno. Ellas están disputando el Giro Rosa, su etapa arranca enfrente de nuestro hotel y su puerto clave será el Mortirolo. Nuestro menú para el miércoles pasa por 30 kilómetros más arriba. Bormio abre el díptico más apetecible del cicloturismo mundial. A la izquierda, Stelvio, a la derecha, Gavia. Para el Team Ciclored, los dos… y un plus.
Esta vez el tiempo se ha aliado con nosotros. Stelvio llama al calor. Manguitos fuera. Ropa ciclista de verano y a pedalear por las faldas del monte que da paso a Suiza. Tornantis que en los primeros kilómetros se enganchan a la cubierta de las ruedas. Pesan los esfuerzos pero prima el sueño. Osvaldo se marcha cantando antes de la cascada de Stelvio que abre el valle. Pradera verde con vistas Galibier. Nieve en la cima con sol radiante. La cumbre nos llama a bajar 20 tornantis hacia la cara de Prato. Aquella que todos fotografían. Aquella por la que podemos rodar. Aquella en la que Manolo, Osvaldo, Dani y Pedro sueñan con el ciclismo que siempre quisieron vivir. La misma que ven desde arriba Lorenzo, Jaime, Albert, José Ángel, Manuel y José Luis.
La cima llama a llevarse un recuerdo de los 2.760 metros del Stelvio. Cima Coppi con recuerdo al Campeonissimo. Podio, salchicha, strudel y cerveza. Premio para volar en el descenso en busca del Gavia. Rural, sin tráfico, eterno. Un reto para Lorenzo, nuestro italoamericano que sufre en cada curva pero que rema hasta la cima. Allí donde la nieve ha anidado durante todo el año. Donde el refugio es un lugar de culto con fotos de todas las ediciones. Donde el rosa del Giro crea el ambiente ciclista del que es imposible desprenderse. Donde el avituallamiento sabe a nutella y a recompensa siempre dulce.
El jueves llega la traca final. Ácido láctico acumulado en las piernas para mirar de cara al Mortirolo. Su nombre causa cansancio con solo escucharlo. Pantani, Contador, Indurain, Chiapucci, Berzin, Olano, Tonkov, Heras, Arroyo, Basso, Purito, Landa, Aru, De Gent… muchos escribieron aquí su historia ciclista. ‘Sólo’ 13 kilómetros de desniveles insultantes. Invitan a mirar para otro lado, pero tenemos psicología ciclista para superar dolor de piernas, averías y problemas mecánicos. La ruta nos ha traído hasta aquí y no vamos a dejar la última cota sin pulverizar.
Cinco kilómetros suaves hasta Mazzo di Valtellina. Culto al Mortirolo. Carteles, logos y los restos del Giro Rosa. Allí Abbot, un día antes, rompió la carrera. Nosotros pondremos nuestra bandera en el Passo di Foppa (nombre oficial de la montaña). El bosque se come las rampas del 17%, los descansillos del 10%, los tornantis para coger velocidad, las curvas que casi damos con la cabeza antes de afrontarla. Recuerdo a Pantani y solo cuatro a la cima. Un pequeño esfuerzo como premio a una semana de pasión ciclista.
El Mortirolo no ha podido con Osvaldo, José Ángel, Manuel, Manolo, José Luis, Albert, Pedro y Lorenzo. Tampoco con José y , nuestros gregarios conductores a los que les espera un largo retorno y con los que volveremos a encontrarnos en próximas aventuras. Ni con el Team Ciclored, que sólo a unas horas de tomar el avión de retorno en Bérgamo ya está contando los días que faltan para volver a La Maratona 2017.