Bahamontes no era belga. Nació en Toledo. Nunca ganó el Tour de Flandes, la enseña de aquella región. Es más, ni siquiera se dejó ver por la Ronde Van Vlaanderen, como ellos la llaman. Sólo acudió en contadas ocasiones a sus criteriums en velódromos y pueblos post Tour y todos sabían que eran carreras amañadas para que ganasen los importantes.
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El Fede era escalador puro, de los que sufría en el plano, muy alejado de los cánones habituales del ciclismo flamenco. Entonces, ¿qué relación especial tiene Bahamontes con la región de Flandes? Ninguna. Y ¿por qué le han puesto a una revista de ciclismo de allí y editada en flamenco su nombre? Pues eso tiene que ver con la pasión por el ciclismo y sus hazañas de los habitantes de Flandes.
Una región que es capaz de echarse a la calle y pasar frío o mojarse durante una carrera ciclista como el Tour de Flandes también tiene la capacidad de asumir, leer y dar rentabilidad a una revista que lleva el nombre de un ciclista que nació a 2.000 kilómetros de allí que ‘sólo’ ganó un Tour de Francia.
La Bahamontes cayó en nuestras manos hace poco más de un año. La fuimos a buscar a Oudenaarde durante el pre viaje Tour de Flandes 2014. Al tacto y a la vista, sin abrirla, ya deja ver que dentro vamos a encontrar ciclismo puro. Las bandas del jersey del campeón del Mundo, el nombre de Bahamontes y el subtítulo: «Uit Liefde Voor de Stiel» Por amor al arte (gracias google translate)
Dentro hay 144 páginas diseñadas y maquetadas a la perfección. Pulcro, limpio, sin aditivos y que incita a la lectura, aunque no seas capaz nada más que descifrar los nombres propios de los titulares.
Tratan con la misma elegancia estética un ataque de Gilbert, una colección de maillots de equipos nacionales o los lugares donde están enterrados algunos ciclistas que hicieron época. Sin sensación de morbo. Reportaje ciclista con visos de libro, papel de alto gramaje y fotografías de calidad.
Hasta 18 fotos utilizan para rememorar el triunfo de Gilbert en el Mundial 2012. Metro a metro. Cauberg arriba. Después entrevista con un clásico, Roger de Vlaeminck. Cuatro Roubaix, un Tour de Flandes , Lieja, Flecha, Lombardía, San Remo… 10 páginas de relato.
Para cambiar el tercio y no cansar al lector cuatro páginas de maillots retro de selecciones nacionales a todo color. Después, nuevo reportaje serio y curioso con los años de juventud que pasó en Flandes un tal Chris Froome. Entrevistas con entrenadores, amigos y una foto del británico-kenyata con unos 10 kilos más que ahora.
Una mirada a la historia con un reportaje comparativo entre dos americanos de la misma época, Greg Lemond y Jonathan Boyer. Y por fascículos, ya que es la segunda parte. Otro repor, esta vez más fotográfico, de los interiores del Velódromo de Gante durante la celebración de los 6 Días, algo mítico y tradicional en el espíritu flamenco.
Reportaje con entrevista actual a tiempos pasado y otro sobre la victoria de Harm Ottenbros en el Mundial de 1969 en Zolder. Y aquí, en la página 85, llegamos a la segunda página de la publicidad de la revista, que no puede ser otra que de cerveza y con nombre mítico. Kwaremont. El viejo muro que siempre tiene cosas que decir en el Tour de Flandes.
Después la primer página de opinión, de Thijs Zonneveld y en página impar. Para seguir con un reportaje histórico sobre algunos de los jóvenes belgas que obtuvieron medalla en los Campeonatos del Mundo.
Quizás la parte más complicada de tratar, sobre todo a nivel estético, es el reportaje dedicado a las tumbas de ciclistas. Una decena de página sobre Demeyer, Vandenbroucke, Dhaenens. La entrevista de mayor actualidad es la de Stijn Devolder… aunque por su edad, 34 años, y por su rendimiento en casi un repaso a los últimos años de su carrera profesional.
Y para acabar comic, cuentos, la respuesta de Bahamontes, una historia sobre Merckx y dos nuevas páginas de publicidad. Todo por 10 euros y la sensación de que es una revista que aguantará en la estantería el paso de los años para volver a hojearla de nuevo. Un producto de arte.
