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Lance Armstrong, la verdad de una gran mentira. Del doping a LiveStrong

Yo me dopé desde 1999 hasta 2005 y gané siete Tours. Hice lo mismo que todos mis rivales en aquella época. Antes del cáncer jamás me había dopado y gané el Mundial, pero otros sí que se ponían ya EPO. En 2009, cuando volví, fui limpio, y creo que mis rivales también iba así. Son las palabras de Lance Armstrong que resumen las dos horas que dura The Armstrong Lie, la película en la que el americano explica su ‘verdad’ y que puedes ver en ciclored.com.

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No sólo es la ‘verdad’ del americano sobre una gran mentira, sino el resumen de los últimos 25 años de ciclismo. Por todo lo que ha pasado, la credibilidad de Lance Armstrong cuando se pone delante de la cámara de Alex Gibney está en entredicho. El documental, que comenzó a grabarse en 2009, cuando el americano anunció su retorno al ciclismo, iba a ser la continuación de una historia de éxito que culminaba con el triunfo en el Tour de 2009. Un producto más de la maquinaria de hacer dinero que era Lance. Se cruzó unchico de Pinto y todo se fue al traste. Aún así, seguía siendo una gran película de superación. Después, confesado ante Oprah, Lance decidió rehacer toda la película con ‘su verdad’.

RIVALES Y PATROCINADORES

‘La mentira de Armstrong‘ confirma lo que todo el mundo sospechaba desde hace tiempo. De 1999 al 2005 el ciclismo seguía siendo un deporte en el que la EPO y las transfusiones eran el método más usado para mejorar el rendimiento hasta un 10%. En los años anteriores, Laurent Fignon, en su biografía, ya relató que la EPO se había hecho famosa desde el inicio de los 90. Sin embargo, el texano confiesa que durante esa época no sintió que estuviera viviendo una mentira ni engañando a nadie. Al contrario. Estaba dentro del sistema y hacía lo mismo que el resto de ciclistas, ¿por qué iba a estar mal? Por esa razón Ullrich, Zulle, Beloki, Iván Basso, Iban Mayo o Kloden  no se han unido a Oakley, Nike o Trek para demandar a Lance Armstrong por estafador y por arrebatarle sus triunfos. La afirmación de «Lance Armstrong fue el mejor de su época», que tantas veces se ha oído alrededor del pelotón, se hace ahora reveladora.

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Sus rivales sabían cómo era el circo y que ellos, junto a Lance Armstrong, ganaron dinero con él. Por eso prefieren permanecer callados. No lo hizo Trek, que gracias a sus triunfos pasó multiplicó sus beneficios por 100 y se dio a conocer en el mundo. O Oakley, hasta entonces una marca de gafas semidesconocida, o Nike, sin mercado dentro del ciclismo. Lo suyo era dinero, hicieron balance positivo y en cuanto supieron que la imagen del texano ya no les era rentable pasaron al ataque para seguir acumulando dólares.

Al Lance Armstrong odioso, chulesco y prepotente del ciclismo también acompaña el hombre que levantó LiveStrong, su fundación de lucha contra el cáncer, que consiguió recursos para la investigación de la enfermedad, que generó ilusión en miles de enfermos. Su mentira también trajo beneficios sociales y eso transcenderá el valor del dinero y del engaño. Evidentemente, no es el único falseador, usted mismo puede trascender las leyes de la propiedad intelectual y ver la película sobre su vida a través de youtube sin pagar nada a cambio y seguir el método Armstrong de «estoy en el sistema».

ASÍ ME DOPABA CON MICHELE FERRARI

Armstrong cuenta con todo tipo de detalles lo que ya desveló la USADA. Cómo en 1998, después de volver al ciclismo, se puso en manos de Michele Ferrari para hacer más grande su historia. De desahuciado a ganador del Tour de Francia 1999. El médico italiano, en declaraciones de archivo, cuenta todo aquello del desgaste de masa muscular de Armstrong debido al cáncer y que debido a su potencia era el momento clave de hacerle un ganador. Después, en una entrevista actual, Ferrari confiesa que la EPO estaba al alcance de todos durante esa época y que el también se sometió a las reglas.

El sistema de dopaje de Armstrong y su equipo, diseñado por Ferrari, era conocido por el resto del pelotón en 1999. Son cosas que ‘se saben’ y que se aceptaron. Comenzó con EPO. En ese Tour también utilizó la famosa cortisona. Tuvo que camuflarla con una crema anti irritación que no se había puesto para justificar unos microgramos en un análisis durante el Tour. Todo, según Armstrong, por consejo del entonces presidente de la UCI, Hein Verbruggen. No fue la única ocasión, dice Lance, sino que el mismo confiesa que muchas veces desde la UCI les decían: «No sé que te has metido, pero vas raspando el positivo» y teníamos que parar.

De la EPO, que duraba cuatro horas en la orina, a las transfusiones de sangre a partir del Tour de 2000 y  por consejo de Michele Ferrari, que Armstrong subraya que «siempre sabía cuales iban a ser los nuevos métodos de detección de dopaje y se adelantaba a ellos». Eso sí, con dudas entre los propios ciclistas del US Postal, que confiaban más en la EPO que en eso de las bolsas de sangre. Las prevenciones del italiano fueron efectivas y para cuando el método de detección de EPO estaba listo el equipo ya había dado el salto a las transfusiones, prácticamente indetectables.

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Con pequeñas variaciones, el sistema siguió funcionando durante el resto de los Tour que ganó el ciclista de Texas. Incluso surgen anécdotas.Hincapié reconoce que todo el equipo se hizo una transfusión en el autobús al finalizar una etapa mientras estaban rodeados de gendarmes. La historia con Simeoni, el ciclista italiano que había declarado contra Ferrari, y al que Armstrong siguió durante una escapada en el Tour 2004 para que pudiese optar a la victoria de etapa. El gesto de ‘malote’ del americano se completó en la línea de meta y ante los medios, cuando con media sonrisa en el rostro dice eso de «sólo seguí una rueda».

El Tour de 2005 es según Ferrari en e que Armstrong alcanza su cénit físico. Lo gana con umbrales de potencia cercanos a 7 watios por kilogramos de peso. ‘Como si fuera fumando un cigarro’, dice el italiano en la película.

EL RETORNO

La historia se habría acabado ahí. El triunfo en siete Tour de Francia. Una carrera victoriosa basada en una mentira que jamás se llegaría a saber por completo, aunque entonces ya había testimonios y libros que hablaban del dopaje de Lance Armstrong. Las acusaciones venían de Frankie Andreu, de su esposa, del libro de Walsh ‘L.A. Confidential’ y poco después del propio diario L’Equipe, cuando sacó en portada aquello de las muestras congeladas del Tour 1999 y el positivo por EPO del americano.

Armstrong tenía que reaccionar a todo aquello. Se habían unido las acusaciones de Greg Lemond, Tyler Hamilton o Floyd Landis. Por eso en 2008 anuncia que vuelve al ciclismo junto a Johan Bruyneel, el mismo que conocía toda la relación con del dopaje del texano. Lo hace con la clara intención de ganar el Tour de Francia y, en teoría, limpio. Pese a ello llama a Michele Ferrari para que le lleve los entrenamientos y el italiano le sugiere que no utilice ninguna sustancia porque «te tienen en el punto de mira».

Para darse credibilidad empieza a grabar este documental, con una cámara siguiéndole a todas partes. Ahora empieza la actuación para ‘limpiarse’. Eso sí, con una charla ‘informal’ grabada en el hotel de concentración en la que Bruyneel, Stapleton (su agente) y Armstrong niegan cualquier atisbo de dopaje en el pasado y tachan de mentirosos a L‘Equipe y a todo los que les habían acusado.

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Las imágenes muestran a un Armstrong que recibe hasta tres controles sorpresa en dos días, sus entrenamientos con Leipheimer en Austin para generar glóbulos rojos de mejor calidad en altura, el Giro de Italia 2009 y la seguridad que tenía el propio americano de que iba a ganar el Tour de 2009 viendo los resultados de los test de entrenamiento a los que se había sometido por consejo de Ferrari.

UN CHICO DE PINTO LLAMADO ALBERTO CONTADOR

Aquí comienza la batalla con Alberto Contador. El propio Lance dice que él era el líder de Astana porque había ganado 7 Tour y ese chico de Pinto no. Reconoce que ni se hablaban y que él tenía el dominio del equipo junto a Bruyneel. Sonrie y saca pecho cuando deja atrás a Contador en la tercera etapa camino de Marsella en los abanicos con la ayuda de Hincapié, entonces en el Columbia. Fanfarronea y se burla del entorno de Contador cuando está atendiendo a los medios. Le había arrebatado su hueco y eso le duele. Vuelve el Armstrong ‘malote’ que pelea contra todo lo que va con sus reglas.

Todo marcha según sus previsiones hasta la 15ª etapa, con final en VerbierArmstrong sigue hablando a la cámara con la seguridad de que va a ganar aquel Tour. Todos los test y la experiencia previa en los siete anteriores le dicen que es el mejor y que está en forma. Habla con el aplomo de alguien que sabe que tiene todos los cabos bien atados o la chulería de luego poder decir cuando el documental saliera a la luz «Veis como era verdad».

Sin embargo Contador lo cambia todo. Ese díaArmstrong se arrastra, pese a que Bruyneel en el autobús dice que los dos son los líderes, y pierde el Tour. Después de la etapa vuelve al set de entrevistas. No busca excusas. No acusa a nadie. Reconoce su derrota. Sabe que ya es viejo y lleva mucho tiempo sin competir. Él mismo comienza a redirigir el documental hacia una lucha contra Wiggins por subirse al podio.

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Bruyneel sigue de su lado. Se puede ver el enfado mayúsculo que se agarra el belga cuando Contador ataca en La Colombiere camino de Le Grand Bornard y no sólo suelta a Kloden (un actor secundario) sino que provoca que los Schleck metan más tiempo a Armstrong. El propio Gibney, autor del documental, asegura que la acción era de líder, la misma que había hecho el texano días atrás camino de Marsella.

El documental también deja para el archivo la conversación de coche a coche entre Rijs, director del CSC y de los hermanos Schleck, y Bruyneel, bromeando sobre cómo acabar con el rival común Bradley Wiggins.

Armstrong sigue perdiendo fuelle en el Tour, en teoría porque va limpio, y comienza a hablar del reto del Ventoux, de volver de sus cenizas y de agarrarse al podio de París. Prepara y embauca incluso al director del documental para que aquello sea una hazaña épica, una gran victoria. Ese día Armstrong volvió a ser el de siempre. Aguantó los ataques de Andy Schleck y llegó a la cima con los primeros. Consiguió los números de potencia más altos del Tour en la penúltima jornada y con cansancio acumulado.Gibney, en la entrevista de 2013, le pregunta directamente si utilizó alguna bolsa de sangre el día previo y por consejo de Ferrari. Lance afirma categóricamente que no. «Ese día yo iba limpio y todos los de mi alrededor creo que también». ¿Otra mentira más?

Su antiguo compañero, Floyd Landis, provocó el inicio de la caída de Armstrong. Lo suyo fue venganza pura. La razón no fue el dopaje, sino la respuesta de Bruyneel cuando le pidió formar parte del Astana en 2009. «Queremos un equipo limpio y tú estás marcado por el dopaje y el positivo del Tour 2006″. Reacción lógica de Landis al verse excluido del paraíso cuando sabía todo lo que había pasado antes. Después la USADA y los organismo policiales norteamericanos interrogaron a Hincapie o Leipheimer,acostumbrados a mentir delante de las cámaras de televisión cuando hablaban de dopaje pero acobardados por un juez federal y las posibles consecuencias penales. No era tan fuertes como el propio Lance, que no había tenido problemas en contar toda su mentira completa ante un juez en 2006. Fue el momento de echar la vista atrás y reconocer casi todo lo que había probado la USADA.

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