Cada uno vive La Vuelta como quiere. A su aire. La crónica del viaje a La Vuelta 2017 nos deja versiones para todos los gustos. Puedes pedalear, sudar y acumular metros de desnivel o esperar el bus, subir a la zona Vip y ver el ambiente de La Vuelta. O combinar las dos. Pegarte una kilómetrada por los puertos de la etapa del día y al llegar a la meta disfrutar con las comodidades que da la organización en sus camiones Vip. Y eso fue lo que sucedió. Por un lado acumulamos 250 kilómetros de bici y 6700 metros de desnivel en tres días… y por el otro horas de risas y experiencias en La Vuelta.
Y es que el viaje 2017 a La Vuelta arrancaba el viernes en Jaén, en las estribaciones de la Sierra de La Pandera. Después de casi una semana siguiendo la carrera en funciones de prensa ya había ganas de pedalear sin horarios, así que lo primero fue ver por la tela la llegada a Tomares y coger la bici para disfrutar de los ‘llanos’ jienenses con Dani, que repetía experiencia después del Tour. Ganas y al lío camino de La Guardia. Adoquines de salida en Jaen, cuesta abajo para pillar ritmo y repecho largo para perderlo. Y de Jaén a Pegalajar en un puerto de esos sin nombre que te llevan a Mancha Real. Todo sin carteles en la cima en los que hacerse foto… pero con las piernas preguntando si nos habíamos equivocado de recorrido.
Cumbre y retorno para descartar la subida al Alto de Allanadas, un puerto en el que Froome batió a Alberto Contador en La Vuelta Andalucía de 2015 y que tiene rampas imposibles (ya habíamos encargado alguna de esas para sábado y domingo), y elegir la subida al Castillo-Parador de Jaén, más asequible, paisajista y también con pasado ciclista (allí había ganado Valverde en la Vuelta Andalucia de 2014). Sprint al paso por la puerta del Castillo y foto de rigor.
Con la tontería el Strava decía que en 50 kilómetros habíamos acumulado 1.200 metros de desnivel. Nada mal con la que nos esperaba para los dos días siguientes. Se nos había ido la mano con lo de soltar piernas.
En el hotel esperaba el resto del grupo. Siete amigos que querían dar una sorpresa al octavo, que se casa en unas semanas. Y como es apasionado del ciclismo, pues que mejor que dos días viviendo La Vuelta desde dentro. Despedida de soltero con color ciclista, eso sí, sin dar pedales, que las noches jienenses y granadinas también tienen su encanto y quitan horas de sueño.
SÁBADO. ETAPA 2. LA PANDERA
El sábado había que llenar el buche en el desayuno porque nos esperaba una etapa sin un metro llano y con el reto de La Pandera. Mochila con ropa para cambiarse a la furgoneta de Bike Spain, que nos la subía a la línea de meta, y a pedalear. Adoquines ‘flamencos’ para salir de Jaén y un nuevo repechito camino de Los Villares. Vamos, un puerto de tres kilómetros largos y una bajada de otro tanto. Y allí otra vez para arriba. Doce kilómetros para llegar a pie de La Pandera.
Como todavía era temprano y quedaba mucho desayuno para gastar… hacia abajo camino de Valdepeñas de Jaén. Ya dentro del recorrido de la etapa 13 de La Vuelta y con el tráfico abierto (como cambia esto con respecto al Tour). Colores, vallas, ciclistas… ambiente Vuelta. Y en Valdepeñas otra vez para arriba hacia Castillo de Locubín para ‘inspeccionar’ el trazado de La Vuelta. Un puerto más, 45 kilómetros y 1.200 metros de desnivel en el Garmin… hora de dar ‘La Vuelta’. Descenso rápido y peligroso y a subir el repecho de Valdepeñas de Jaén, la primera gran rampa/final de La Vuelta. Una pared donde ganaron Igor Antón, Dani Moreno y Purito Rodríguez. Con estos nombres y pesos (algunos menos de 60 kilos con bici incluida), no podía ser una subida sencilla.
Avituallamiento arriba y camino de La Pandera. Primero por el ‘acercamiento’ desde Valdepeñas de Jaén. Un puerto para nosotros y un ‘falso llano’ de esos que suben a plato para el pelotón. Nos toca ahorrar fuerzas porque el cartel de 8 a meta marca el inicio de la zona más ‘pestosa’ de La Pandera. Carretera estrecha, público a los dos lados de la cuneta y a mirar al cielo. Toca sudar de lo lindo cuando entramos en los cuatro últimos kilómetros, cuando el desnivel se empeña en no bajar del 13%. Menos mal que siempre hay alguien conocido que ha subido a pie para darte una voz de ánimo. Eso sí, el Garmin ni mirarlo. Aquí cualquier tiempo estará demasiado caro cuando llegue el pelotón horas después.
El cartel de dos kilómetros a meta es un alivio porque el desnivel se pone durante 200 metros al 8%, incluso después queda un falso llano, otras dos rampas imposibles y el descenso del último kilómetro que te permite esprintar para entrar a meta y hacerte allí la foto. Ventajas de los pases VIP de La Vuelta. Y en la cima toca decidir. Al catering de la zona Vip o bajar de nuevo la zona dura de La Pandera para buscar a más amigos. Pues… para abajo. Porque no hay nada mejor que pedalear con colegas como Raúl, José Luis o Luis, aunque sea en rampas imposibles y con la respiración entrecortada.
Así que una subida y media después llegaba la hora de cambiarse de ropa, ponerse de seco, comer y beber en la Zona VIP y a ver por las pantalla gigantes y las teles de meta el desarrollo de la etapa para no perdernos ni un detalle de lo dura que es La Pandera. Allí ya ha llegado La Grupetta de Francisco Javier, que ha subido en los buses de invitados de la organización desde Jaén. La televisión dejar ver la aparente facilidad con la que suben los profesionales por La Pandera, eso sí, en meta caras de dolor y cansancio extremo. Algunos, como Froome, llegan bañados en sudor. Bardet tiene que sentarse después de recibir el consuelo de los auxiliares. A Zakarin le cuesta levantar la cabeza del manillar…
La etapa 2, La Pandera, en Strava >
Y une vez que pasa el coche escoba para abajo en bici. La forma más rápida de escapar a los atascos de cualquier carrera ciclista y más en una etapa de montaña. Al llegar a Jaen el Strava dice que han salido 117 kilómetros y 3.300 metros de desnivel… Así que hemos abierto apetito para cena en el casco histórico de Granada. Traslado, check in en el Hotel Abades Palace, charla con Perico Delgado, con el que compartimos hotel y a disfrutar de Granada, que el domingo será otro día.
DOMINGO. ETAPA 3. HAZA LLANAS Y SIERRA NEVADA
El domingo tocaba rodar en casa. Granada es la ‘sede’ de Ciclored. Allí hicimos nuestro primer viaje de Pirados, que repetimos cada año en el mes de octubre y siempre apetece volver y reencontrarse con la grupetta. Anto, Tania, Bermudo (echamos de menos a Juan, que estaba en misiones de ‘intendencia’ para el finde que viene) y sumamos a Damián. No serían los únicos. Después David, Jesús Lillo, Jorge, Juan Jesús… Horas de conversaciones ciclistas haciendo lo que más nos gusta.
Mochilas a la furgoneta para subirlas a la zona de meta, llaneo por Granada (el único de todo el viaje a La Vuelta) y dirección a Cenes de La Vega para subir a Guejar Sierra, ya dentro del recorrido de La Vuelta. Un puerto de esos ‘no puntuables’ para la organización y doloroso para nosotros. Tanto que hay que pasar la fuente para avituallar y bajar al inicio de Haza Llanas. Una pared (¿A quién se le ocurriría poner el apellido de Llanas…?. Así es. 34×28 y a intentar respirar. Chepazo para un lado. Chepazo para otro. Y a rezar para que llegue ese descansillo al 10%, porque todo lo demás pica al 15 e incluso al 20%. Ligera bajada y otra vez a remar.
El paso a la carretera del Duque es como agua de mayo. En el Dornajo optamos por el Collado de las Sabinas para ascender a la cota 2.500, donde acaba la etapa de La Vuelta. 20 kilómetros sin grandes porcentajes, pero que ya se hacen duros después del cansancio acumulado, aunque no para sprintar en el último kilómetro como si no hubiese mañana. Meta y a descansar. Que ‘a lo tonto’ ya llevábamos 2000 metros de desnivel acumulados en solo 40 kilómetros.
Y allí a conocer La Vuelta por dentro. Primero junto a los ciclistas de Bike Spain para pasar la línea de meta y recibir el ánimo del público. Después entrevistas con Juan Mari Guajardo, el speaker de La Vuelta, que echa mano de gracejo para hablar de la despedida de soltero, y por último un recorrido por el interior de la zona de meta para conocer cómo funciona la organización de una carrera así. Y para acabar, a beber y comer en la zona VIP. Eso sí, mientras que todo esto sucede al que escribe le toca disfrutar como un niño en los micrófonos de RNE comentando lo que sucede en la etapa. El ataque lejano de Contador, las calidad de Miguel Ángel López, la tranquilidad de Froome, el ‘pajarón’ de Yates, los intentos de Nibali y Zakarin y la cara de Aru, siempre desencajado, cada vez que atraviesa la línea de meta.
La Vuelta toca a su fin. Hay que bajar en bici en Granada para librarse del atasco (en una hora en el Hotel), pasar por la piscina para enfriar las piernas y emprender el viaje de vuelta a casa con el billete sacado para la edición de La Vuelta 2018.