La combinación no sonaba nada mal. Cuatro días de ciclismo, 17.000 cicloturistas inscritos, una carrera profesional de por medio y litros de cerveza. Pero la Amstel Gold Race 2014 superó todas las previsiones. Una cicloturista convertida en una auténtica fiesta (con discoteca hasta la medianoche) de la que pudieron disfrutar los viajeros de ciclored.com.
En Holanda nos esperaban unos anfitriones perfectos. Alex & Edith, los dueños del Bed and Breakfast que fue la sede Ciclored en las cercanías de Valkenburg nos trataron como si fuéramos de su propio familia. Nada mejor que estar a más de 2.000 kilómetros y sentirte como en casa, ¿no? Y todo por medio de Carrasco Es Ciclismo.
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Esta vez el grupo Ciclored.com era de lo más variopinto. Eloy y Luis, dos veteranos con espíritu de juvenil que están pedaleando por todas las clásicas del norte (Flandes, Roubaix, Amstel… y su próxima parada serán Flecha y Lieja), los dos Antonio’s de Alicante (uno de ellos que vino casi sin saber a lo que se enfrentaba…), José y Elena, que también habían visitado la París-Roubaix, Argoitz (con más de un mes pedaleando por el norte) y la grupetta de Jon Bikendi, que pernoctaron en Maastricht.
Y nada más llegar el jueves… a las bicicletas. Alex ejerció de ‘jefe de filas’ y guía por los muros de la Amstel. Para ‘soltar piernas’ sólo visitamos Cauberg (que lo subiriamos más de media docena de veces en todo el viaje), Keutenberg, Geulhemmerweg. Unos 60 kilómetros para abrir boca y probar el 28% de Keutenberg, auténtico coco de la ruta. Por la noche ‘fichaje’ italiano para la cena. La Montagna del Mundo justo al pie del Cauberg y ya con ambiente ciclista. Eso sí, no era nada para lo que nos esperaba.
El viernes había que volver a tocar la bici y el desayuno que nos prepararon Edit y Alex (sólo hay que soñar con un desayuno perfecto y variado para imaginarlo) nos dio las fuerzas suficientes para un día de ciclismo… o dos. En esta ocasión tocaba llanear algo (difícil por esta zona, aunque crean que Holanda es plana) hasta Bélgica y volver a reencontrarnos con el Cauberg. Más de 50 kilómetros y comida especial en el B&B, esta vez con la incorporación de los Antonio’s, que acababan de llegar de Eindhoven. Comida, postre, café, copita de grapa y por la tarde turno de los Antonio´s y Alex de reconocer el terreno y los muros de Kruisberg, Krauberg, Gulpeberg.
Por la tarde había que recoger dorsales en el centro Amstel Gold Race Experience 365. Un edificio-museo dedicado a la historia de la carrera con restaurante, fotos de los ganadores, televisiones con ciclismo las 24 horas del día y un tal Michael Boogerd firmando autógrafos de su último libro. Ideal para quedarse allí a cenar a base de pasta y soñar con la cicloturista del sábado. Eso sí, regulando esfuerzos porque conociendo los desayunos de Alex & Edith.
El sábado amaneció despejado y con 7 grados. No está nada mal para ser Holanda y las 5:30 de la mañana. Como era de esperar casi se nos fue el tiempo desayunando. Tres tipos de pan, tortitas, yogur casero, pastel de arroz, albaricoque y manzana, queso, hummus, mermeladas, café, te, embutido, gofres…. A las 7.30 estábamos ya en la salida de Valkenburg (justo al pie del Cauberg) y con comida suficiente para los 250 kilómetros que nos esperaban.
Con 17.000 personas no había una salida oficial, sino que podías elegir el horario que quisieras. Tampoco tiempos de carrera. Los chips del dorsal sólo se utilizan para medir determinados pasos y luego poder verte en los vídeos. Así que tranquilidad absoluta y rodaje hacia el Geulhemmerweg, primero repecho del día. Rápida bajada hacia Maastricht por el carril bici (en Holanda es obligatorio circular por él y respetar semáforos y cruces, incluso en las cicloturistas).
La ruta giraba hacia el norte para buscar el Maasberg, la única subida en adoquines de toda la Amstel. Cruces, giros, cambios de ritmo y tres muros después llegábamos al primer punto de avituallamiento. Delante todo tipo de comida… y nada de hambre. Los motores diésel de Eloy y Luis ya estaban en su punto así que Argoitz se quedó al frente del grupo.
Comenzaba a calentar el sol y a subir la temperatura. También del recorrido. Media docena de subidas más, algunas tan duras como impronunciables. Kastraat, Putterberg, Raarberg, Froomberg y casi sin darnos cuenta ya estábamos otra vez en Valkenburg para subir de nuevo el Geulhemmerweg. Esta vez tocaba ir en dirección contraria, hacia la zona belga, la más dura del recorrido. Por las piernas ya habían pasado más de 120 kilómetros y 1.000 metros de desnivel.
La zona sur nos obligaba a ascender Keunestraat, Bemelerberg, Loorberg, Gulperberg… y muchos de ellos saliendo en parado, ya que estaban después de un cruce en el que tenías que echar pie a tierra. Ninguno de más de dos kilómetros, pero todos con rampones del 15%. Ácido láctico en vena.
En Bélgica nos esperaba el Camerig, único puerto de la Amstel con 5 kilómetros y 4,5% de desnivel. Eso sí, una mentira matemática porque combina rampas del 18% con largos descansillos. Una auténtica escalera para acceder a uno de los lugares geográficos más especiales de Europa, el Labyrint Dielapunt, donde se unen las fronteras de Bélgica, Holanda y Alemania.
Retorno para el norte. Los 170 kilómetros pesan y el encadenado Kruisberg y Eyjserboswerg (los dos con desniveles del 12%) es un suplicio. Menos mal que todavía queda un avituallamiento antes del último reto que supone subir con 200 kilómetros en las piernas el Fromberg, Keutenberg y Cauberg. En el primero toca echar mano de ritmo, pero el Keutenberg, con 400 metros al 14% de un total de 1,3 al 7% se agarra como una lapa. Menos mal que las cunetas están plagadas de gente para animar y en la mente tenemos el tramo llano hasta Cauberg.
Y para acabar el mito. El Cauberg. Algo menos de un kilómetro por las calles de Valkenburg. Parte de la zona más animada de la ciudad con un rampón el 12%, paso por el cementerio y con el cuello estirado para ver aparecer el puente que marca el inicio del descansillo. El trabajo está hecho. Sólo falta traspasar la línea de meta y adentrarnos en la fiesta Amstel Gold Race. 15.000 ciclistas bebiendo cerveza, una explanada con un DJ poniendo música y un ambiente ciclistas que hacen que se te olvide el cansancio y te unas a la fiesta.
Después de una ducha pensábamos que había acabado todo. Pues no, al contrario. Retornamos al centro de Valkenburg y nos encontramos que la fiesta sigue allí. Nadie se ha cambiado y los bares están repletos de ciclistas bailando y, si, con una birra en la mano. Por allí repartidas cientos de bicicletas sin vigilancia (y no pasa nada). Así que decidimos hacer bueno el refrán de, donde fueres haz lo que vieres, y unirmos a la segunda parte de la fiesta.
El domingo tocaba madrugar para ver la salida de la carrera profesional en Maastricht. Era domingo de Pascua… así que el desayuno tenía conejos de pascua de pan y huevos de chocolate. Embebidos del espíritu ciclista-usuario nos vamos por el carril bici para evitar atascos (subimos de nuevo el Cauberg). La plaza repleta y el speaker cantando los nombres de los favoritos. La foto fue con un Matthews, el sprinter australiano, al que además dimos suerte porque acabó el 12 en meta del Cauberg… Un café y vuelta a Valkenburg después de ver de nuevo el paso del pelotón por Maastricht.
El Cauberg nos espera. Un lugar privilegiado para ver el paso del pelotón en tres ocasiones. La última con la victoria en juego. Justo en el momento en el que Samuel Sánchez abría la boca para buscar aliento después de su demarraje, acomodaba el ritmo cerca de la valla y Gilbert soltaba su ataque definitivo para coronarse dos kilómetros después y dejar por el camino a Valverde y Gerrans.. Y en meta un simpático Chavanel se fotografiaba con nosotros y hasta nos preguntaba qué tal nos fue la cicloturista. Había terminado la Amstel, pero no la fiesta, porque los bares del Cauberg volvieron a llenarse de ambiente… hasta las doce de la noche.
El lunes, después de otro desayuno espectacular, era hora de hacer las maletas. Despedida y envidia por Eloy, Luis y Argoitz, que todavía estarán una semana más con Alex y Edith para ‘machacarse’ la Flecha Valona en versión libre y la cicloturista de la Lieja-Bastogne-Lieja. Para 2015… ya tenemos casa en Holanda.