El Tour siempre tapó todo. Incluso para el cicloturismo. Alpe d´Huez y La Marmotte resuenan más fuerte entre los españoles que el Pordoi y La Maratona dls Dolomitas. Cuestión de marketing francés y pocas horas de televisión dedicadas al Giro. Sin embargo el Pordoi tuvo la culpa de gran parte de las historias épicas jamás contadas en el ciclismo.
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La cima del Pordoi, a 2.239 metros de altitud, casi siempre es considerada Cima Coppi por se la más alta de la ediciones del Giro. Y es el campeonissímo el primero que escribió en sus rampas una de las grandes leyendas del ciclismo.Corría el Giro del 47 y Bartali, su gran rival, tenía amarrado el jersey rosa con más de 2 minutos de ventaja sobre Fausto. Ese día había dos puertos de la Maratona por el camino,Falzarego y Pordoi. En el primero Coppi hizo de ‘Contador’ en Balés y aprovechando que se le había salido la cadena a su compatriota aligeró el ritmo. En la bajada él fue el perjudicado y le atraparon.
Todo se decidió el los interminables 33 tornantis del Pordoi desde Arabba. Un ataque tras otro permitieron a Coppi distanciar a Bartali, que confiaba en sus gregarios para atrapar a su rival en la larga ladera hasta Trento. Coppi coronó con 4 minutos de ventaja y los aguantó hasta la meta. Ese día decidió el Giro. Años después volvió a coronar en cabeza en otras tres ocasiones el Pordoi y solo en una ocasión, la última en 1955, no se adjudicó aquella edición del Giro. Arriba, una gran escultura de piedra recuerda aquella gesta.
El Pordoi fue una cima fetiche para Indurain y trampa para Gianni Bugno. Era el Giro del 93 y el italiano, tras una mala contrarreloj individual, se había perfilado hasta entonces como el máximo rival de Miguel. Bugno enseñó los dientes en el Passo delle Erbe en la etapa que acababa en Corvara. Al día siguiente era la jornada decisiva. Etapa 14ª y la organización había preparado un menú dolomítico de 245 kilómetros con salida y llegada en Corvara (igual que La Maratona dls Dolomitas) y Costalunga, Pordoi, Marmolada, Pordoi de nuevo y Campolongo como platos fuertes.
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Era un sábado cálido del mes de junio y los rotativos italianos bramaban por un ataque de Bugno y una respuesta de Chiappucci, mejor colocado en la general. En España, en cambio, se confiaba en un Indurain que para entonces ya era una leyenda. Sin embargo el día nació lluvioso y todos sabemos lo que pasaba en el cuerpo del navarro cuando se mojaba. Piernas de corcho, decía él.
En el primer paso por el Pordoi nada se movió. Fue en la Marmolada, en su terrible recta a más del 12% de media después del desfiladero de Sottoguda, donde Bugno empezó a hacer aguas. No hicieron falta movimientos. La cabeza del italiano, del que su compañero Fignon había confesado que era capaz de ahogarse en un vaso de agua, se bloqueó. Sus piernas también. Lo que iba a ser un ataque se convirtió en un desfallecimiento.
Miguel aguantó en cabeza y en el segundo paso por el Pordoi, desde Canazei, se quedó sin compañeros. Sólo rivales, dos italianos, Chiappucci y Lelli, y tres rusos, Ugrumov y los jóvenes Poulnikov y Tonkov. La referencia era el ‘Diablo’. Indurain tuvo que responder a tres ataques suyos cerca de la cima y emprender un rápido y peligroso descenso por los tornantis del Pordoi.
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Como era habitual, Indurain permitió en meta la victoria de Chiappucci y se vistió de rosa. En Corvara Ugrumov se dejó 20 segundos que parecían anecdóticos, ya que el gran rival, Bugno, había desparecido de la general y el bueno de Claudio parecía controlado. Sin embargo fueron esenciales para la tranquilidad del penúltimo día en Oropa, la primera pájara de Indurain. Que le tuvo contra las cuerdas y a merced del ruso durante muchos kilómetros.
En aquella mítica etapa del Giro 93 se bajaba de la bici en el Pordoi un tal Marco Pantani. Cinco años después utilizó las rampas del Sella (tercer puerto de la Maratona) para comenzar a escribir su leyenda en el Giro 98. Era la etapa 17ª con final en Selva di Val Gardena y Passo Duran, Forcella Staulanza, Passo di Fedaia, Passo di Sella por el camino. El Pirata caminaba en la general a 3:48 de Alex Zulle, un mundo, teniendo en cuenta que todavía queda una contrarreloj el penúltimo día.
Hasta entonces no había sido un Giro duro. Es más, Bettini era todavía el tercero de la general. Entramos en el territorio de Pantani y el Pirata atacó en la Marmolada junto a Guerini. No era compañero de equipo pero entre los dos hicieron camino y en la cima aventajaban en casi un minuto a Tonkov, otro de los favoritos, y en casi dos a Zulle, la maglia rosa.
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La exhibición llegó en el Sella. Pantani y Guerini no sólo aguantaron en cabeza, sino que aumentaron las distancias. Tonkov, el que acabaría siendo su gran rival, cedió más de dos minutos. Zulle, desfondado, se dejaba más de cuatro y todas sus opciones en aquel Giro. Ese día Pantani agarró su primera Maglia Rosa. Ya no la soltaría.
Años después, en 2001, Italia soñaba con el renacimiento deportivo de Pantani. El Giro era su apuesta y hasta la 13ª etapa estaba entre los mejores. Ese día todo acababa en elPordoi, pero Marco ya no era el de antes. Se dejó más de 6 minutos y perdió cualquier opción de victoria de una corsa rosa de la que acabaría retirándose.
La leyenda de otro escalador como Alberto Contador en el Giro de 2008 se inicia en la playa, donde descansaba después de que su Astaná no fuese invitado al Tour. La ´corsa rosa’ no estaba prevista pero un cambio a última hora le obligó a hacer las maletas y partir a Italia.
Las dos primeras semanas se las pasó agazapado entre las dudas de los italianos, que no se fiaban de sus palabras. En la 14ª etapa Contador dió sus primeros signos de debilidad en Alpe di Pampeago y perdió tiempo con respecto a los Riccó, Di Luca, Simoni y compañía. Se encendieron todas las luces de alarma e Italia entera preparaba una batalla para la 15ª etapa.
Eran sólo 153 kilómetros y con Pordoi, San Pellegrino, Giau, Falzarego y Marmolada por el camino (Un trazado de dureza muy similar a La Maratona dls Dolomitas). Todavía no habían conectado las cámaras de la televisión española pero Alberto sufrió en elGiau. 10 kilómetros al 10% que dejaron al descubierto su debilidad tras un ataque de Pellizotti. Los italianos, sin embargo, temerosos todavía de Contador, no continuaron el ataque.
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El de Pinto recuperó el hálito en el Falzarego y aguantó las embestidas en la zona más dura de la Marmolada, una recta de 4 kilómetros al 12% de media. En meta cedió un puñado de segundos ante Riccó, pero aún así se enfundó su primera maglia rosa, que ya no se quitaría hasta Milán.