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Il Lombardia 2017. La clásica italiana de las hojas muertas

Cuando te falta una muesca ciclista en tu cartuchera corres por ir a buscarla. Giro de Lombardia. Il Lombardia, que lo llaman ahora. No había cicloturista oficial hasta este 2017 que la ha organizado RCS. Después de una temporada que teníamos en las piernas Strade Bianche, Tour de Flandes, París Roubaix, Amstel Gold Race y Lieja Bastgone Lieja… había que completar el círculo en el mes de octubre con la Clásica de las Hojas Muertas y ya de paso coger referencias para el viaje que vamos a montar en 2018. Porque después de lo que vimos y experimentaron nuestras piernas esta clásica se va a convertir en obligatoria para cualquier ciclista.

Il Lombardia Cicloturista 2017 en Strava >

Lo primero de todo es por el cariz de leyenda que tiene esta clásica. Al nivel profesional siempre organizada en la región de Lombardia pero nunca con el mismo recorrido. Unas veces salía de Bérgamo, otras de Lecco, algunas de Como. Al igual que el final, diferente. Pero siempre con un punto en común, la subida a la patrona de los ciclistas, la Madonna del Ghisallo. Lugar de peregrinación. Meca de la religión del ciclismo. Y con un punto de épica y dureza. El Muro di Sormano. Un ‘repechito’ de 1,9 kilómetros al 18% de media y con un pico del 27%.

En este 2017 las dos subidas estaban en el recorrido oficial de IL Lombardia profesional, y, como no, en el de la primera versión cicloturista. Y siguiendo la tradición, las dos eran el mismo fin de semana. Primero, el sábado, la carrera profesional. Con salida en Bérgamo y meta en Como, justo enfrente del Lago. Y el domingo, y con la misma infraestructura de meta y coches la cicloturista. Pero esta vez con salida en el lago de Como y meta en el mismo lugar, pasando por Ghisallo, Sormano y Civiglio. Es decir, tres de las cuatro últimas subidas de la edición profesional para acumular 2.500 metros de desnivel en solo 108 kilómetros. Así que ya os podeis imaginar que lo más llano que había eran los 100 metros del final.

PRIMERO BÉRGAMO Y LOS PROS

Así que con este caramelo fue sencillo convencer a Óscar, el gran clasicómano de Ciclored, para que acompañase al viaje al que escribe. El viernes previo maletas, avión y en unas horas en Bérgamo para recoger nuestras bicicletas de alquiler para Il Lombardia 2017. Que, además, serán las mismas que utilizaremos para 2018. La primera parada en los oficinas centrales para acreditarnos como prensa, saludar a Paolo Bettini y visitar la tienda oficial de Trek en la ciudad.

El sábado la carrera profesional salía del centro de Bérgamo y al más puro estilo italiano. Eso que quiere decir, un lugar histórico con edificios de hacer varios siglos y casi sin vallas, al contrario que el Tour de Francia. Acceso libre a todos los equipos y a los buses y con una marabunta de aficionados buscando una foto. Aquí mandan los buses de Barhein Mérida, Vincenzo Nibali, y Astana, Fabio Aru. Casi sin espacio para ir al control de firmas en cuanto pusieron un pie fuera.

 

El aficionado de a pie goza con estas situaciones. Son muchos minutos de espera y unos segundos cerca de sus ídolos. Da igual. Pueden ver las bicicletas de cada uno de los equipos, los detalles tecnológicos que solo tienen ahora mismo en competición, las curiosidades de los lastres de plomo en los portabidones para hacer las bicicletas más pesadas y (en teoría más seguras, claro) o los tubulares con fecha de puesta en rueda o los nuevos manillares planos de carbono. Y por allí pululando Gianneti, Fondriest, Bettini… y algún veterano que se te escapa después de tantos años.

Y en los buses esperamos a Landa, a Quintana, a la nueva estrella Egan Bernal, a Urán, a Yates... muchas estrellas para ser la última gran carrera de la temporada. Y en el control de firmas Pinarello y Vittoria, dos clásicos, que aquí además son los encargados de llevar las bicis neutras. Salida tan multitudinaria como fácil de acceder. No en vano la foto que veis más abajo es desde dentro del pelotón segundos antes de que dieran la primera pedalada.

En cuanto se da la salida… al coche y rumbo a Como. Da tiempo de sobra para llegar, montar las bicis, vestirse de ciclista y lanzarse en pos del Muro di Sormano. En esta ocasión lo íbamos a hacer por su cara B, es decir, en sentido contrario a la carrera. Primero ‘llaneando’ paralelos al Lago dirección a Nesso y después todo hacia arriba para buscar la cima del mito.

Y claro, lo de llanear allí es un eufemismo. La carretera que va alrededor del lago de Como es un continuo sube y baja. Repecho va, repecho viene. Curva cerrada. En 15 kilómetros nos plantamos en Nesso y desde allí hay solo 13 hasta Sormano, eso sí, todos cuesta arriba hasta alcanzar los 1.200 metros de desnivel. Si tenemos en cuenta que el lago está a 200… pues salen 1.000 metros de desnivel acumulado en 13 kilómetros que incluyen dos en falsos llano y bajada. Las cuentas decían que nos íbamos a encontrar muchos rampas por encima del 10… y kilómetros enteros al 12 y 13%. No fallaron. Durante la subida da tiempo para ver el asfalto roto y las curvas ciegas. Peligrosa bajada por aquí pensamos los dos. De Plus, Bakelandts. Calmejane… lo sufrieron en sus propias carnes.

Y en la cima Coca Cola en el restaurante del Muro di Sormano, vistazo a la tele para ver cómo iba la carrera y en 10 minutos los profesionales sufriendo en las rectas del 20%. Agotamiento y cansancio para De Plus y Cherel, que van en la escapada. Después Bernal con el KOM en Sormano (solo tiene 2o años) con Quintana, Aru, Urán y un sobrado Nibali, que lleva mejor cara que ninguno. Cerca todavía van Verona y Pello Bilbao. Y por detrás el sufrimiento. Empujones para ayudar a superar el trance. Gritos de aliento. Bandazos de lado a lado. Pedaladas a cámara lenta. Alguno jurando que esas serán las últimas de la temporada. Y una afición italiana entregada a todos.

Nosotros tomamos nota porque mañana nos tocará sufrir por aquí. Cuando pasa el pelotón nos da tiempo a ver un rato la tele y tirar para abajo con cuidado. Twitter ya ha cantado la caída de Laurent de Plus y Bakelandts en la misma curva del descenso del Sormano y no es cuestión de jugársela un día antes de Il Lombardia cicloturista (y tampoco el mismo día). En Como el Garmin nos dice que en 57 kilómetros han salido 1.300 metros de desnivel. Así que va a hacer falta cenar bien. Mientras tanto dorsal, regalos y saludos a Nibali, que ha ganado Lombardia después de subir Civiglio a un ritmo vertiginoso y soltar a Pinot en la bajada… que ya nos podemos imaginar lo revirada que es.

NUESTRO IL LOMBARDIA

Lo peor de Il Lombardia es que había que madrugar. Salida a las 07.30 desde Como, justo en la misma línea de meta de la carrera profesional. Todavía olía al champagne de Nibali. Para compensar el madrugón habíamos cogido el hotel a solo un kilómetro. Más que nada porque a esas horas todavía no había amanecido del todo. Ambiente en la salida con la música y el speaker a tope. Poco más de 1.300 ciclistas, la mayoría italianos. Salida por cajones. Pistoletazo y a todo trapo. Así es en Italia. Tanto Il Lombardia como Strade Bianche se toman en versión carrera. Se pueden hacer tranquilo, que hay tiempo de sobra y el fuera de control es amplio, pero para los que quieran disputar pueden ir a todo trapo con premios y podio al final. Libertad para elegir.

Nosotros versión tranquila y apretando en los puertos. Que es lo que nos gusta. Así que los primeros kilómetros para salir de Como, con el tráfico totalmente cerrado, solo hay que meterse en el pelotón y rodar. Bueno y empezar a sudar porque para escapar de la ciudad hay que subir dos kilómetros al ocho por ciento. El calentón invita al cuerpo a seguir dando pedales y volar en los terrenos de descenso (los que menos) paralelos al Lago de Pusiano. A poco que se calma la gente da tiempo hasta para hablar y hacer amistades.

Casi sin darnos cuenta en 30 kilómetros hemos subido 500 metros de desnivel y sacado una media de 31 por hora. Para ir tranquilo no está nada mal. Los siguientes 10 kilómetros, ya con el coche fin de Gara por delante de nosotros, son paralelos al Lago de Como (es una especie de Y que llega a casi todos los pueblos de la región). Bonitos de verdad. Con los fotógrafos recreándose y una pared de piedra al otro lado que se asemeja a la subida QH de la Hoz de Jaca. Como nos ha pasado el coche Fin de Gara (que es algo así como el de fin de competición, no el coche escoba, que va después) sabemos que a partir de ahí el tráfico estará abierto.

Da igual. Es llegar a Bellagio y volver sobre nuestros pasos pero montaña arriba camino de la Madonna del Ghisallo. Y el puerto, que en la altimetría no asusta, si tiene dos kilómetros iniciales al 12% que te hacen temer que el resto también va a ser así… y son más de 10. Lo cierto es que los siguientes no bajan del 8% pero ayudan a respirar. Más aún la bajadita de mitad de puerto, en la que puedes meter plato y preparar velocidad para el kilómetro final. Avituallamiento con bebida isotónica, fruta, crostatas, dulces, barritas de Named Sport, patrocinador de carrera y, sobre todo, visita obligatoria al Santuario.

Que es una marcha. Sí, y qué. Los bustos de Bartali y Coppi. Las bicicletas antiguas. Los recuerdos ciclistas del interior de la Capilla. El museo. Las vistas de las montañas a media luz. Vivir un momento así vale más que una clasificación. Así que toca disfrutarlo con tranquilidad. Solo el fresco, estamos a 800 metros y hay 14 grados, nos obligan a tirar para abajo. Descenso rápido y nada más acabar giro a la derecha y rumbo a Sormano. El puerto son seis kilómetros, los primeros cuatro normales, con rampas del 6 al 8% y al paso por el pueblo comienza el mito.

Giro a la izquierda. Carretera estrechísima que apenas cabe un coche y comienza el mito. El Muro di Sormano son solo 1,9 kilómetros con un desnivel medio del 17% y un pico del 27%. El Giro de Lombardía, como se llamaba entonces, dejó de subirlo en 1963 después de haberse ascendido en tres ocasiones. La verdad es que con lo desarrollos de entonces, 42/23, lo difícil sería no poner pie a tierra. No se recuperó hasta 2012 y se ha repetido en 2015 y en este 2017. Lo mejor, que todo está escrito en pintura blanca en un asfalto perfecto. Tiempos, clasificaciones, años…. historia. Incluso los metros de desnivel que vas subiendo pedalada a pedalada. Eso sí, si tienes fuerzas para aguantar encima de la bici.

La KTM Revelator venía con 34×28 de desarrollo máximo. Suficiente para subir pero con la mente fría para regular porque cualquier esfuerzo de más se iba a pagar. Eso sí, aunque tranquilo el corazón se pone con facilidad 175 pulsaciones. También hay que ir controlando a los que van delante. Bandazos y pie a tierra a cada 100 metros. Hay que medir la pedalada para que no te tiren, como en los muros de Flandes. Una recta, una curva en forma de pared, otra recta, una curva tornanti en la que casi tocas con la cabeza la carretera (la del 20 tantos por ciento) y una recta final. Así es Sormano. Se sufre a cada golpe de pedal cuando ves que pasas de 980 metros de altitud a 981, 982… todo a cámara lenta. El descanso no llega hasta el metro 1100 y solo te quedan seis para acabar. Allí donde el fotógrafo echa más fotos a ciclistas andando que subidos a la bici.

Después la cima terreno conocido. Primero para charlar con la grupeta de Alcañiz, que están casi tan locos como nosotros. Después para abajo camino del avituallamiento, que hay que reponer fuerzas, y después con tranquilidad para descender hacia Nesso por el mismo sitio en el que se habían caído De Plus y compañía y con el tráfico abierto. No hay prisas. La temperatura ya es de 18 grados en el Lago de Como. Repechos para llegar a la ciudad y pasar a 100 metros de la línea de llegada. Queda la traca final. Atravesamos Como con los Carabineri dándonos paso y rumbo al Civiglio, que es medio Giau. Si la cima Dolomítica son 9,5 kilómetros al 9,5% de media, estos son casi 5% al mismo desnivel.

Para empezar y sin salir de la ciudad una recta del un kilómetro al 12%. Y allí un paisano advirtiendo de que restan todavía tres hasta la cima y que son duros. No hace falta que lo jure. A la mente se vienen las imágenes de Nibali, Quintana y Pinot atacando por allí después de 200 kilómetros de carrera… y contrastan con las tuyas maldiciendo los desniveles que tienen las carreteras italianas. Cuesta terminar el Civiglio. Sobre todo porque hasta que no resta un kilómetro para coronar las rampas rara vez bajan del 10%. Todas las montañas que ves alrededor se van quedando paulatinamente más abajo. Al coronar ves el pueblo y piensas, pero cómo se puede venir la gente a vivir aquí….

Charleta desde el mirador (que tiene una vistas impresionantes de Como y el lago) y descenso rápido entre pueblos con casas del siglo pasado y curvas made in Nibali. De esas que tienes que observar tres veces antes de tomarlas. Toda precaución es poco antes de entrar en Como, parar en dos semáforos y buscar la línea de meta. (Los profesionales todavía tuvieron un puerto más, San Fermo de la Battaglia y 10 kilómetros extra).

Toca levantar los brazos en el paseo marítimo (bueno, laguítimo sería lo correcto) de Como, en la misma línea de meta que los profesionales y con la misma infraestructura. Podio incluido. El resultado son 108 kilómetros y 2.500 metros de desnivel, aunque mi Garmin se paró a un kilómetro de coronar el Civiglio (Il Lombardia 2017 en Strava).

En la meta ya hay ambiente. Una ciudad llena de gente por las calles y un montón de ciclistas dando buena cuenta de la cerveza italiana en los bares. A 200 metros la pasta party justo a la orilla del lago. Vistas idílicas para recuperar sensaciones con pasta italiana, no podía ser menos. Después os espera una ducha y una tarde por Como cumpliendo las tradiciones italianas del aperitivo… y dos días más por la zona para pasar a Suiza (Mendrisio está a solo 5 kilómetros) y seguir acumulando metros de desnivel, que allí no faltan. Y sobre todo dejando la infraestructura creada para la edición de Il Lombardia 2018, en la que queremos que nos acompañes a ‘sufrir’ por el Lago de Como.

IL LOMBARDIA 2017

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