Robert Millar era un ciclista escocés que estuvo a un día de ganar la Vuelta a España de 1985. Hasta entonces había sido cuarto en el Tour y partía como el gran favorito. Su cruz vino entre Morcuera y Cotos cuando Pedro Delgado y José Recio se aliaron para destronar al entonces corredor del Peugeot. La sierra madrileña, la nieve de aquel día y la negativa de varios equipos a colaborar hicieron que Millar llegase a la meta de Segovia desfondado y sin jersey amarillo. Ese día crearon el mito de Perico. Luego la leyenda se acrecentaría en tierras francesas años después, pero el círculo de oro de la sierra madrileña fue decisivo.
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Y os preguntareis, a que viene esta historieta si yo lo que quiero conocer es el recorrido de la Marcha Perico Delgado, pues de ahí se puede sacar la primera lectura. Ojo con minusvalorar los puertos que no tienen mucho renombre, porque pueden ser la tumba deportiva de cualquiera.
La Marcha Perico Delgado puede ser una de las más duras de nuestro país. No tiene un gran kilometraje (165 kilómetros), ni puertos demasiado largos (sólo Navafría pasa de los 10 kilómetros) ni rampas exageradas (rara vez por encima del 10%) pero la combinación de todos estos elementos más el viento, el posible calor y las dificultades para recuperar hacen que llegar al oro sólo esté al alcance de unos privilegiados.
– La subida a Navacerrada.
La clave está en los esfuerzos continuados y las dificultades para recuperarse. Desde la salida en Segovia (justo debajo del Acueducto y a lado de nuestro hotel de concentración) el terreno siempre pica hacia arriba. Son 20 kilómetros de continuos repechos hasta la Boca del Asno, donde realmente arranca la ascensión a Navacerrada. La subida mítica por las siete revueltas es de poco más de seis kilómetros, constantes y por encima del 7%. Más que pestosos para los que les cuesta encontrar sensaciones a primera hora de la mañana.
Al coronar no se ha acabado el trabajo, porque aún quedan 6 kilómetros de falsos llanos para afrontar el descenso de Cotos. Y eso sí, muchísimo cuidado en la bajada. Hay muchos árboles, demasiadas sombras y varias curvas peligrosas. Además a todo ello se ha unido el duro invierno madrileño que ha descarnado la carretera y creado baches difíciles de ver. Eso sí, la organización ya está avisada y trabaja para señalizar todos los puntos peligrosos.
– La subida a Morcuera.
Justo al finalizar la bajada de Navacerrada entramos en los 500 metros de pavés de Rascafría que marcan el inicio del Puerto de la Morcuera. Son 11 kilómetros de ascensión, pero muy discontinuos. Lo más duro está en el inicio, con una zona de rampas al 10 y 11%, después baja el desnivel y se sitúa entre el 6 y el 8% hasta que restan tres kilómetros para coronar. La última zona es una combinación de repechos, descansillos y descensos que ayudan a coronar con cierta alegría.
En la cima tendrás avituallamiento y si tus sensaciones no han sido las mejores… es más que conveniente parar. Si tienes tiempo de mirar el pulsómetro marcará 66 kilómetros y una media de pulsaciones alta, así que eso hay que recuperarlo. Eso sí, no emplees la bajada de Morcuera para comer. Es rápida y sobre todo en los primeros kilómetros tiene baches y no es lo más recomendable llevar las manos ocupadas por las barritas.
– La subida a Canencia.
Y sin tiempo para recuperar arranca Canencia, justo en el pueblo de Miraflores de la Sierra. Es tan repentino y la primera rampa sube hasta el 15% que debes estar atento para cambiar a plato pequeño sino quieres hacer equilibrios y probar cómo eres de rápido para sacar las calas del pedal. Pese a que el primer kilómetro asusta, Canencia tiene después cuatro con falsos llanos e incluso un descenso que hacen que las piernas vuelvan a entrar en funcionamiento. Las necesitarás porque los tres últimos rozan la media del 8% y se hacen duros si no has conseguido recuperar los esfuerzos anteriores.
En la cima hay avituallamiento (a veces hasta sandía, que a esas horas sienta de lujo) y después un descenso rápido, pero con repechos, hasta el pueblo de Canencia. Todavía quedarán otros 10 kilómetros ‘llanos’ hasta el inicio Navafría en Lozoya en el que se hacen las primeras grupettas de toda la marcha.
– El ascenso a Navafría.
Es el típico puerto que cuando lo subes entrenando llevas una alegría en el pedaleo inmensa, pero que se llena de ‘campos magnéticos’ cuando llevas en las piernas los esfuerzos acumulados de 100 kilómetros y tres subidas. Se puede dividir en dos. Un primer tramo de siete kilómetros y medio con zonas duras pero sin pasar del 10%, una bajada, y el tramo final de unos tres kilómetros con desniveles del 7%, que si estás pagando la factura de haber ido por encima de tus posibilidades se te harán del 12%.
Si hasta entonces has llevado buenas sensaciones no cometas el error de pensar que al coronar Navafría se ha acabado el esfuerzo. «Vale, llevo 114 kilómetros, he subido cuatro puertos y ahora quedan 54 de descenso». Ni mucho menos.
– Los repechos, el calor y el viento.
La bajada de Navafría son 12 kilómetros y justo al finalizar se gira hacia la izquierda camino de Collado Hermoso y Torrecaballeros. «Vale, pues sólo son 42 de llaneo…» Pues no. Nada más girar te encontrarás un repecho de algo más de un kilómetro y con viento de cara. Notarás las piernas flaquear pero es clave encontrar alguna grupetta para colaborar porque todavía quedan otra decena de subidas así.
Si no vas bien el avituallamiento de Collado Hermoso te sentará a gloria para afrontar los siguientes 20 kilómetros hasta La Granja, salpicados por otro millón de repechos. Sólo cuando llegues allí podrás cantar victoria porque los últimos nueve kilómetros si son en constante bajada, aunque no está de más ir con cuidado en las rotondas del final porque siempre hay algún ‘velocista’ al que le gusta preparar el sprint.