Las fotos París Roubaix 2017 nos enseñan lo duro que está el adoquín. Cuando no hay lluvia los sectores de pavé se convierten en una nube de polvo oscuro por los que pasa el pelotón como si fuese una manada de búfalos. Arenberg, Carrefour del Arbre, Pont Gibus, el Velódromo... Durante cuatro días el grupo del Team Ciclored pudo conocer desde dentro la carrera más épica del año. En la que solo llegar a meta ya tiene un premio más que merecido.
El viernes conocimos la dureza de los adoquines. Prueba en el mítico Carrefour del Arbre, quizás el más roto de toda la París Roubaix. Visita al Velódromo y a dormir para un sábado de cicloturista por las piedras de Roubaix. Tramos y tramos de adoquín que se sufren y disfrutan a partes iguales. Avituallamiento, risas, fotos, trabajo en equipo y compañerismo para arreglar averías. Ciclismo en estado puro. De supervivencia, que es de lo que se trata en Roubaix. Y en meta cerveza, hamburguesa, patatas y una cita obligada con la duchas más míticas del ciclismo. Vetustas, antiguas… pero con la historia pegada a sus paredes. Ciclistas que dejaron allí sus gritos de alegría o sentimientos de decepción. Eso sí, cansancio y sudor repartidos por toda la sala. Y barro, agua o polvo según los caprichos de la meteorología.
Y el domingo tocó ponerse enfrente de la manada. Primero en el Bosque de Arenberg. Fiesta y cervezas con sabor a Flandes mientras esperamos al pelotón. Después ruido a carbono botando con Boonen, Sagan y compañía encabezando el pelotón y Van Avermaet enfilando a los perseguidores para buscar su opción. Una hora después en Carrefour del Arbre es Van Avermaet el que rompe la carrera con Langeveld y Stybar a rueda. Ciclismo y pasión en la Roubaix 2017.
