Si en nueve días de ciclismo en diciembre ruedas más de 700 kilómetros, subes casi 16.000 metros de desnivel, la temperatura media es de 20 grados, no ves ni una nube e incluso te puedes bañar en la piscina del hotel y la playa. Pues la cosa es que no se ha dado nada mal. Si a esto le unes un resort de lujo como el Dunas Suites y Villas, comida de calidad, una buena grupetta y dos días de competición. Pues ya te sale algo casi perfecto que se llama Gran Canaria Bike Week, una semana de ciclismo.
Y es que Gran Canaria nunca defrauda. Era la sexta vez consecutiva que acudíamos a la isla en diciembre para La Cicloturista, que en 2018 cumplía su 30 edición. Esta vez con sede en Maspalomas y nueva organización, la de DG Eventos, que sustituía al mítico Ángel Bara, auténtico precursor del ciclismo en Canarias y el hombre, que, entre otras cosas, llevó a todo el equipo Mercatone de Pantani y Dani Clavero a entrenar por allí.
Para esta edición cambiaba algo el recorrido de las etapas (como he dicho se salía de Maspalomas) pero la esencia de las dos pruebas competitivas era la misma. El domingo 2 de diciembre La Titánica, con 97 kilómetros y 3000 metros de desnivel y el miércoles 5 de diciembre la Cronoescalada al Pico de las Nieves, que esta vez se alargaba a 30 kilómetros y 1900 metros de desnivel. Más dureza incluso. Y el resto de los días… pues a disfrutar y a subir puertos.
Esta claro que nada más aterrizar y cambiar los 2 grados de Madrid por los 25 de Maspalomas tocaba salir a rodar. Check in en el Maspalomas Dunas Resort (menudo lujazo) y a pedalear de corto. Si sí, de corto. Rumbo a Fataga por la Degollada de las Yeguas, la ruta ‘obligatoria’ que te permite subir en solo 25 kilómetros hasta San Bartolome de Tirajana más de 1.000 metros de desnivel (y cruzarte con los hermanos Yates que ya venían de vuelta a Maspalomas, su sede de entrenamiento en diciembre). Retorno, piscina y a Las Palmas a por las Wilier GT Team que nos tenía preparadas Ricardo Ley de Wilier Canarias 2 para nuestra grupetta.
Y por la noche… primer atraco a buffet del Dunas Resort . Desde mil variedades de quesos a pastas, verduras, cinco o seis tipos de carnes y pescados, cocina al instante, nosecuantos tipos de pan, de ensaladas, frutas y dulces (había que cerrar los ojos ante tanto pastel y una fuente vertiendo chocolate). Lo peor (para mantener la dieta, claro), que encima cambiaba cada noche y te picaba más la curiosidad. Y además tenías que pensar que al día siguiente… tocaba desayunar con semejante buffet otra vez abierto.
El sábado aterrizaba el resto de la grupetta, Álvaro, Luis Joaquín, Ramón…. Aún así nos dio tiempo a rodar un rato por la mañana y por la tarde, pues otra vez. Rumbo a Ayagaures, la cima Pedro González. Un paraje de película del oeste y que te permite en poco más de 30 kilómetros hacer 500 metros de desnivel y poner la piernas a punto para La Titánica.
LA TITÁNICA Y LA ‘RECUPERACIÓN’ EN RISCO BLANCO…
El primer gran reto de nuestra semana en Gran Canaria era La Titánica. Para 2018 volvían a salir 97 kilómetros y 3.000 metros de desnivel, pero esta vez se cambiaban las ascensiones y el formato. No era totalmente libre, sino con tres tramos cronometrados en subida. Ventaja, no hacía falta jugársela bajando. Desventaja, el calentón de los tramos libres iba a ser aún mayor porque sabías que después había recuperación. Así que a las 08.00 y después de atracar de nuevo el buffet del Dunas Resort (menudo lujo que te abran especialmente para ti a las 06:00) salíamos desde el Faro de Maspalomas neutralizados rumbo a Arguineguín. Ideal para calentar. Repechitos a ritmo suave, giro hacia Cercados de Espino y ya de corto total. En las Filipinas, 24 grados para dar rienda suelta a los vatios.
– La Titánica 2018 en Strava >
El primer ‘calentón’ era la parte final a la subida a la Presa de Soria y todo el Barranquillo de Andrés. En número, y para el que no lo conozca. 8 kilómetros de subida con una media del 8%, pero tres bajaditas, lo que supone… pues paredes del 14 y del 16% en la parte final, la de peor asfalto. Y nada más empezar acelerón de Patxi Cía (pronto nos hicimos colegas) y ya todo patas arribas. Vistazo a derecha e izquierda y por allí andaban Nestor, Tanuasú, Adán… colegas de batallas en Canarias, y Joaquín Calderón, que nunca falla. Grupetta de alta calidad y mucho sufrimiento. Porque te estiran el cuello hasta límites insospechados. Vamos, que en los 30 minutos que duró el apretón, salieron 15,6 por hora de media y al que escribe 284 watios de media, es decir, casi 5 watios kilo.… y un montón de PR en Strava. Asi, para empezar.
Reagrupamiento en la cima y descenso por los tornantis del Piccolo Stelvio con tiempo de charlar con Ricardo Ley y toda su grupetta de Wilier y disfrutar del paisaje. Abajo arrancaba el segundo tramo cronometrado, esta vez entre el cruce de Veneguera y la cima del Mirador de Tasartico. También 8 kilómetros y con una media del 4%, pero lo más engañosa del mundo porque los últimos dos son prácticamente llanos. Una ascensión por que la había ido un millón de veces, pero que jamás creí que se pudiera hacer tan rápido. Media de 26 por hora, 280 vatios medios en 20 minutos y sprint final (sí, sprint, como si se acabara allí la etapa, con un tope de 750 vatios). Resultado, copas y copas de Strava en una carretera frecuentada por ciclistas profesionales.
Menos mal que en la Aldea tocaba parar al avituallamiento y seguir charlando con al grupetta canaria. José Antonio, Fidel, Miquel, Coco, Alejandro, Dani, Juan, José Ramon,... la verdad es que se esta convirtiendo en una gran familia que no falla cada temporada. Desde allí arrancamos el último tramo libre de La Titánica, que si bien no era tan bestia como en las ediciones anteriores (45 kilómetros de subida y 1.800 metros de desnivel) tampoco se iba a quedar corto porque ya habíamos acumulado mucho cansancio (y kilos de ácido láctico). Por delante quedaban 22 kilómetros y 1.000 metros de desnivel. Y los primeros por las carreteras de las presas, con curvas y bajadas en las que frenar y seguir metiendo vatios.
Un puerto Tour de los Alpes en pleno mes de diciembre y con 20 grados, los que había en la cima, pero que durante la subida alcanzamos los 25 (eso si, sensación de 30/32 grados con el esfuerzo). Calentón de los que hacen época, para eso está la competición. Dolor de piernas en los últimos kilómetros y más de una hora de esfuerzo a 230 vatios medios. Final en Acusa… y ya tranquilos hasta Artenara para sumar 97 kilómetros y 2950 metros de desnivel. Comida final con arroz y caldo canario, chaqueta y retorno a Maspalomas en… bici, claro. Y es que las bajadas aquí tienen un cierto desnivel positivo. En 55 kilómetros por Tejeda, Ayacata y San Bartolome más de 800 metros de desnivel. Así con la tontería un día completito de 155 kilómetros y más de 3.500 metros. La opción de atracar el buffet de la cena nos la habíamos ganado con creces.
Y llega el lunes y estás cansado, pero, cómo no vas a montar en bici con 20 grados a las 09.30 y después de haber dado rienda suelta a tus instintos alimentarios en el desayuno. Pues lo haces e incorporas a Sergi a la grupetta como jefe de avituallamiento con la furgo de apoyo. Y llamas a Patxi Cía para que se haga unos kilómetros contigo. Y tiras hacia Fataga y San Bartolomé para ‘calentar’ los músculos. Y sigues por la ruta estrecha y al pie del Pico de las Nieves del Risco Blanco, y disfrutas del valle de las Tirajanas y de las naranjas de la zona, y subes el Mirador de las Tirajanas para ver un paisaje de escándalo y casi sin darte cuenta te has hecho otros 75 kilómetros con 2.000 metros de desnivel. Y empiezas a mirarte la piernas y los brazos y ya tienen color de verano y ganas de piscina y playa.
Para el martes sí que habíamos prometido hacer un auténtico descanso activo. Salida tranquila por la costa. De Maspalomas a Taurito y retorno… con un puntito de chicha para darle vidilla a las piernas en el rampón del 20% de Puerto Rico. Todo relaxing canario. Poco más de 55 kilómetros y 850 metros de desnivel (imposible hacer menos) rodando al sol, con charleta, parada al café y tiempo para ver Tenerife y el Teide en la distancia, que se puede en días despejados. Y también para saludar a los ‘pros’ que habían elegido la isla para entrenar como nosotros. Mikel Landa y algunos de los chavales de la Fundación Euskadi, los hermanos Yates, Roman Kreuziger, a un Sky, a un Lotto Soudal… Y al llegar al Faro de Maspalomas… masaje cortesía de la organización, que ya lo estaban pidiendo las piernas.
CRONOESCALADA AL PICO DE LAS NIEVES, GUAYADEQUE, PICCOLO STELVIO…
Quizás la Cronoescalada al Pico de las Nieves era la prueba más conocida de la Gran Canaria Bike Week. Titulado como el más duro del mundo (cada uno tiene sus números e impresiones) lo que está claro es que no deja a nadie indiferente y es un auténtico reto. Para 2018 se había dado una vuelta de tuerca más. El recorrido era más amplio, 30 kilómetros y también el desnivel acumulado, 1920 metros. Se salió de la playa del Burrero, justo desde el espigón, igual que aquella contrarreloj de inicio de Vuelta a España en Marbella. Cinco kilómetros de neutralizada y calentamiento y desde antes de entrar a Ingenio a tope. Quedaban 24 kilómetros y 1705 metros de desnivel, es decir, una media del 7%. ‘Agüita’ como dicen los canarios.
La Cronoescalada al Pico de las Nieves en Strava >
Y claro. A tope desde la salida. Solo atravesar Ingenio supone un rampón de más de un kilómetro al 11% de media. Y como siempre ataques y más ataques. Así que sin descanso. A fuego en las subidas. A fuego en los falsos llanos. Y a rezar para que La Pasadilla no nos queme las piernas. Es el tramo más duro de la ascensión. Cinco kilómetros con un porcentaje medio del 12% y rampas que llegan hasta el 22%. Duele todo. Y al salir de allí todavía quedan otros diez kilómetros al 6% de media por la Caldera de los Marteles y Cazadores, que incluye dos bajaditas. Calentón épico y más PR para el Strava. En total el esfuerzo cronometrado había sido de una hora y media y 263 vatios de media.
Normal que al llegar a la zona de meta necesitara dar cuatro vueltas para recuperar el aliento y ponerme ropa de abrigo. Dos minutos más para beber el primer trago de bebida isotónica (después cayeron tres botellas más), cinco minutos para decir algo coherente, diez para pensar que había que hacerse un fotón en la cima con el Roque Nublo y el Teide a la espalda y casi 20 para empezar a comer chocolate, dátiles, plátanos, frutos secos y caldo (daba igual el orden con el hambre que había). Y a la media hora darte cuenta que Ángel Bara también estaba allí para recordarte la famosa historia de Pantani, el Chava y Clavero.
Lo mejor de Gran Canaria es que puedes seguir rodando y disfrutando pese a haberte pegado el día anterior un calentón en el Pico de las Nieves (con bajada en vatios negativos incluída y bocata de calamar africano y cerveza Tropical incluidas). Para el post Pico habíamos preparado un Tappone de cuidado. Llaneo con viento de cara hasta Vecindario (hay una recta en Juan Grande que siempre es así) y después via Agüimes al Barranco de Guayadeque con sus cuatro kilómetros finales simétricos al Marie Blanque, todos al 11%. Que no es posible… pues solo tienes que echar un vistazo al Strava.
Avituallamiento con Sergi explicándonos la historia de las Casas Cueva de Guayadeque y rumbo a la ascensión a Santa Lucía por el Observatorio de Las Temisas. Y sí, como su nombre indica, casi todo cuesta arriba, pero por una de esas carreteras plagadas de curvas, descensos, barrancos… ideal para entrenar y con unas vistas espectaculares. Asi que otro semicalentón para coronar en San Bartolomé y descender a Maspalomas con 105 kilómetros y 2.800 metros de desnivel en las piernas.
Quedaba más, pues claro. El viernes nuestra etapa preferida de las ediciones anteriores, la ascensión a La Cruz de San Antonio por Mogán, el Piccolo Stelvio, y con el regalo de acabar en la cafetería de Ayacata al pie del Roque Nublo. Tornantis y tornantis enganchados que hacen de la subida la más icónica de la isla. Nadie que haya pasado por allí se ha resistido a hacerse una foto con todas las curvas (más de una veintena) y el paisaje canario con el mar de fondo. Arriba todavía puedes ver la Presa de las Niñas y nosotros incluso rodar hasta Ayacata, el cruce de caminos de Gran Canaria con el mejor leche/leche (café con leche condensada). En 70 kilómetros unos 1.500 metros de desnivel. Más que contento para echar el día, ¿no?
Para el último día… Pues aún quedaban carreteras por descubrir. La de Palmitos Park, una subida de diez kilómetros con un final al 14%. Y rumbo a Mogán por la costa para charlar con Elsa, Miquel, Ludwig, Tere… Y completar con 75 kilómetros y 1000 metros de desnivel. Pero esto no era todo. Había avituallamiento final con buffet libre en el Dunas Resort (venga a comer) y entrega de premios y abrazos y despedidas hasta… muy, muy, muy pronto.