Lleva años diciendo que va a colgar el bastón de mando y que se va a jubilar (el 6 de enero cumplió 65 años), pero cada mes de enero Patrick Lefevere vuelve a Calpe y pone en marcha al equipo con más victorias de la temporada pasada, que en 2020 se llamará Deceuninck – Quick Step. Un conjunto de proyección mundial, no en vano en 2019 ganó carreras en 20 países diferentes, pero con gestión local. Y es que la mayoría de trabajadores y empresas que están al lado de Lefevere han nacido en la región de Flandes, donde es ciclismo es religión.
Por eso no es extraño que en la presentación de Deceuninck – Quick Step haya más de una veintena de medios de comunicación de Flandes, además de franceses, ingleses, italianos y españoles, pero tampoco que al llegar te reciba Pauline Farazijn, encargada de logística del equipo e hija del ex velocista Peter Farazijn, o que entre los ilustres directores estén Tom Steels y Wilfried Peeters, o que justo enfrente del hotel que durante el último lustro recibe al equipo en Calpe hayan montado un bar regentado por flamencos con cervezas de allí.
Tampoco que durante la puesta de largo Lefevere se encargue de ir presentando uno a uno a sus corredores, definiendo sus características como ciclistas y vacilando sobre sus defectos. Y no duda en meterse en cuanto charcos quiera. Incluso se acordó de la foto de Iljo Keisse en el Tour de San Luis de 2019 para mandar un ‘recado’ a su pupilo, que estaba en camino del Tour Down Under en Australia.
Ni que vaya uno a uno hablando con los patrocinadores y explicando qué venden y cómo ayudan a un equipo que tendrá más de 10 millones de euros de presupuesto para 2020. El principal será por segundo año Deceuninck, una empresa radicada en Flandes y que se encarga de hacer ventanas. Llegó en 2019 para restar la competencia de Verandas, que ya patrocinaba otro equipo ciclista belga, y se ha quedado por, palabras de su CEO, la ventaja de aparecer todos los días en los medios de comunicación de Bélgica. También admitió que sus socios de EEUU le habían dicho que era una locura patrocinar a ciclistas desconocidos como Remi Cavagna o Kasper Asgreen, pero que vistos los resultados se habían tenido que retractar.
Y es que ese es otro de los conceptos que Lefevere quiere transmitir de su equipo. El Wolfpack. Que traducido al castellano no tiene buena imagen, pero que en cualquier otro lugar es el todos para uno y uno para todos. Equipo y solidario. Da igual quien gane. Un nombre para definir una sociedad empresarial, la de Lefevere, que cada cierto tiempo tiene que cambiar de patrocinador y nombre principal.
Pero ojo, que entre las empresas que dar su apoyo al equipo está Quick Step, también con sede en Flandes, y que lleva más de 22 años aportando capital como primer o segundo patrocinador. En su fábrica central se hizo la rueda de prensa de despedida de Tom Boonen y no hay rincón en el que no haya un maillot del equipo. Así es de profunda la integración de Flandes con el ciclismo.
Uno de los nuevos patrocinadores es Napoleón, los casinos y casas de apuestas más famosos de Bélgica, que quieren que se asocie su marca a la seguridad y la confianza que da un equipo sólido como el de Lefevere. Detalle, pintaron los últimos 500 metros del Col de Rates con su logo. El que anunció su renovación dos años más fue Lidl, que ha conseguido que sus clientes vaya a buscar la comida sana que facilitan al equipo.
Evidentemente, la fuerza del Deceuninck – Quick Step para 2020 está en sus corredores, no solo en los más famosos, sino en las jóvenes promesas que están por hacer. Si en algo se ha distinguido el equipo es en la formación. Ya el mítico Mapei de los 90 tenía una cantera de la que salieron Cancellara y demás. Ahora los equipos de Lefevre no gastan dinero en fichajes de ciclistas hechos, si acaso algún sprinter para sustituir a otro. En 2020 el australiano Sam Bennet hará las veces de Elia Viviani. Y para de contar.
Los líderes son corredores que se han criado en el equipo o que han llegado muy jóvenes a él. Según el orden de presentación de Lefevere, primero las promesas y por último los jefes, Julien Alaphilippe, Yves Lampaert, Remco Evenepoel, Bob Jungels y Stybar. Ninguno de ellos había hecho nada en el profesionalismo antes de recalar en el equipo, alguno incluso ni había debutado. Con este quinteto puede ganar cualquier clásica de un día, de Milán San Remo al Giro de Lombardia, vueltas de una semana, etapas en grandes vueltas e incluso aspirar a estar delante en el Tour con Alaphilippe o en el Giro con Evenepoel, que pese a sus 20 años no deja de sorprender.
Y eso que en 2020 pierde a dos ciclistas contrastados. Philippe Gilbert, que después de reconciliarse con Lefevre ganó Tour de Flandes y París Roubaix, y Enric Más, con el podio de La Vuelta 2018. Da igual, cada vez que hay una presentación del Deceuninck Quick Step hay que mirar a los más jóvenes y esperar a ver cuando van a despuntar. Kasper Asgren acabó segundo en el Tour de Flandes en 2019, Remi Cavagna ganó etapas en Tour de California y Vuelta a España, Knox acabó undécimo en La Vuelta y Fabio Jakobsen y Alvaro Hodge se hartaron de ganar etapas al sprint, incluido el último de La Vuelta en Madrid.
Ahora queda saber si Florian Senechal y Michal Honoré seguirán creciendo en las clásicas de adoquines. De los veteranos nadie duda del trabajo de gregarios como Tim de Clerq, Morkov y Pieter Serry. De los nuevos, además de Sam Bennet, dos contrastados, Cattaneo y Ballerini (la cuota italiana, no hay que olvidar que uno de los directores es Davide Bramati), y el resto jóvenes promesas. Bagioli, Almeida, Archbold, Steimle, Van Lerberghe, Steels y Ian Garrison. Seguro que más de uno acaba dando una alegría al final de temporada.