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¿Cuanto se cansa un ciclista de la Vuelta?

¿Cuanto se cansa un ciclista de La Vuelta? La respuesta parece obvia. Mucho, claro. Pero no es tan sencillo. Si me estás leyendo probablemente seas cicloturista y sabrás más o menos las sensaciones que tienes al acabar una marcha que has hecho a tope o incluso dos o tres días a fuego. Pero el ciclismo profesional es diferente, no solo porque en La Vuelta el cansancio y los esfuerzos se deben administrar para tres semanas seguidas, sino porque se corre en equipo y no solo toca pensar en ti, como en una ciclo, sino someterse a los dictados del director.

Solo la figura de un líder de equipo se puede asemejar a la de un cicloturista medio en una marcha, es decir, que piensa en sí mismo y trabaja para ir lo más adelante posible. Y, si puede aprovecha la rueda de los demás cuando va en pelotón. Le falta que alguien le suba los bidones y la ropa que necesita, pero poco más. Sin embargo en el pelotón de La Vuelta solo hay unos pocos ciclistas ‘privilegiados’ que pueden ir así. Los que están disputando la general, Yates, Valverde, Pinot, Kruisjwik, Uran, Más… y los hombres rápidos que aseguran una victoria si se llega al sprint, Sagan, Viviani… y poco más. Al resto les toca ‘pringar’ y dar la cara por sus líderes.

Pero vamos a ir poniendo como ejemplo las etapas de Les Praeres y Lagos de Covadonga, que vivimos desde dentro y pudimos comprobar las caras de los ciclistas del pelotón al llegar a la línea de meta. Así que los podemos ir dividiendo en grupos porque ya es la segunda semana y cada uno sabe en qué sitio del pelotón está ubicado.

– Los que se han metido en la escapada del día: Saben que no tienen opciones de ganar si llegan con la gente de cabeza y buscan tener opciones de que el pelotón les deje con ‘vida’. Así que les toca fundirse en los 2.500 y.3500 metros de desnivel que había antes de subir el último puerto, Les Praeres y Lagos. Más cansancio, más esfuerzo y en los dos casos sin resultados efectivos. La escapada ya estaba anulada al final así que les dio tiempo a tomarse con calma la última subida porque ya estaban en control. Solo había que pensar en lo duro que se iba a hacer el día siguiente después del calentón.

– Los que se está jugando la general: Aquí no hay dudas. Se pueden pasar toda la etapa a rueda y protegidos y asistidos por sus compañeros de equipo. Pero cuando llegan los últimos kilómetros les toca darlo todo hasta la línea de meta. Relajación cero. Esfuerzo al límite. Las caras de los Yates, Nairo, Valverde o Pinot al cruzar la línea de meta eran un poema, pero aún así, no eran las peores, porque aún así habían llegado en cabeza y no había pasado su umbral. Peores eran las de Kelderman, Bennet, Uran, Gallopin o Herrada el día de Les Praeres, que perdieron rueda, sobrepasaron con creces su umbral y fue todo sufrimiento hasta llegar al línea de meta. Había que perder lo mínimo posible pero a alguno hasta le temblaban las piernas nada más pasar la línea de meta o tenía que tumbarse en el suelo para empezar la recuperación.

 

– Los que saben que no tienen opciones:  En las etapas de Lagos y Les Praeres hay más de la mitad del pelotón que sabe que tiene mínimas opciones de brillar y que les conviene guardar fuerzas para lo que queda de Vuelta o para trabajar al día siguiente. Si no ‘pillan’ la escapada (que suele requerir un esfuerzo extra en los primeros 50 kilómetros de etapa), se limitan a ir guardando vatios el mayor tiempo posible y calcular para no llegar fuera de control. Las bajadas son al límite y las subidas a ritmo, aunque en Les Praeres es tal la dureza que no hubo ni grupetas y llegaron de uno en uno. Lagos, más ‘ciclable’ si ayudó a unir esfuerzos y protegerse para lo que resta de Vuelta. Todos los esfuerzos que ahorren les vendrán bien para las etapas que faltan y que tendrán marcadas en su calendario. Dennis para la contrarreloj, Viviani para Lleida, Omar Fraile para buscar las escapadas…

– Los que tienen que trabajar para sus líderes con opciones en la general: Normalmente los equipos dividen el trabajo de los gregarios según sus condiciones. Los más rodadores para el inicio de las etapas de montaña y conforme va avanzando la etapa y sumando metros de desnivel echan mano de los que tienen un perfil más escalador. A los primeros se les ‘permite’ descolgarse cuando empieza la batalla en los dos últimos puertos, pero el resto sigue arropando al líder y quemando vatios. Los que llegan al último puerto en cabeza saben que llegarán al límite de sus fuerzas, explotarán y le quedará otro medio puerto para terminar la etapa como buenamente puedan. Normalmente suelen llegar fundidos a meta.

– Los que van al límite de sus fuerzas: La Vuelta a España es un mal sanatorio. Caídas, golpes, gastrointeritis, infecciones, malas digestiones, fiebre… Cualquier daño físico sufrido en los días anteriores se acaba acusando y hace bajar el rendimiento. Eso supone que no puedes rendir a tu altura y te toca sufrir para no llegar fuera de control. Pero no solo los factores externos al ciclismo influyen, también los internos. Darse ‘alegrías’ en las dos primeras semanas de La Vuelta y no recuperar esfuerzos supone ir de ‘pájara’ en ‘pájara’ cuando llega la alta montaña. Cuando pasan la línea de meta es una liberación, pero a veces necesitan que sus auxiliares los agarren para que no se caigan de la bicicleta.

LAS CARAS EN LAGOS Y LES PRAERES

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