Kilómetros y kilómetros de pistas forestales, caminos de tierra, carreteras en mal (y en buen) estado, trialeras, senderos para recorrer con una bicicleta perfecta para viajar. Cada año, más ciclistas se apuntan a los recorridos de larga distancia en rutas míticas como el Camino de Santiago, la Vía Francígena, los Alpes, las montañas de Marruecos o el continente africano.
Y todos esos recorridos a los que nos aventuramos pueden dividirse en dos fases. La primera, cuando soñamos, ojeamos mapas, calculamos distancias y planificamos etapas. La segunda, cuando empezamos a dar pedales y nuestra aventura se crea kilómetro a kilómetro.
Una bici para soñar con el próximo viaje
En la primera fase, la de preparación, todo vale. Porque basta con echar un vistazo a héroes y leyendas del cicloturismo y de los viajes, o a ciclistas viajeros aún en activo como Álvaro Neil o Bikecanine para soñar con nuestro próximo destino. Pero también es importante conocer cómo tiene que ser nuestra bici para resistir el desgaste que cualquier viaje implica. Por ello, las bicicletas más adecuadas para viajar varían dependiendo del tipo de terreno que encontraremos: las bicicletas de montaña son las elegidas en recorridos donde abundan las pistas y caminos de tierra.
Sin duda, los viajes en bicicleta se ven beneficiados por la comodidad que nos dará una bicicleta de montaña. Una suspensión (delantera o doble) y unos frenos más potentes garantizarán un buen manejo de la bicicleta cuando atravesamos zonas de firme irregular.
Por otro lado, las bicicletas de carretera son también adecuadas para viajes que discurren por asfalto, y son también las que menos se ven afectadas por el gran hándicap de los viajes: la gran carga que solemos llevar, que a menudo aumenta en unos cuantos kilos el peso de nuestra bici.
Cuadros y accesorios, hechos por y para viajar
En la segunda fase de nuestra aventura es cuando verdaderamente nos lanzamos al viaje. Desde la primera pedalada, lo importante no sólo es planificar, sino también aguantar: sobrevivir a los kilómetros que ponen a prueba la durabilidad de nuestro material. Por eso, por encima de cualquier tipo de modalidad (bicicletas de montaña o de carretera), lo que más facilitará nuestro viaje son los componentes, los cuadros e incluso las bicicletas están hechas específicamente para viajar.
Es el caso con muchos modelos de bicicletas gravel, de bicis de cicloturismo o de cuadros reforzados, que soportan sin problemas cargas de más de cien kilos y que tienen ojales y accesorios para cargar cualquier tipo de bolsa y se convierten en una bicicleta perfecta para viajar.
Son muchas las marcas que se apuntan a la moda del bikepacking, e incluso el gigante Decathlon se ha animado con su gama Riverside, que incluye bicicletas con una geometría que facilitará recorrer muchos kilómetros antes de empezar a acusar molestias en nuestro cuerpo o averías en los componentes.
Viajar con una bici eléctrica: ¿la opción más cómoda?
Una de las desventajas de viajar con una bicicleta que va cargada hasta los topes es que su peso se multiplica. Y ya no resulta tan fácil manejarla, ni siquiera dirigirla cuando bajamos un puerto de montaña. Por no hablar del reto titánico que puede suponer levantarla o moverla con nuestras propias manos. Por ello, cada vez son más los ciclistas que eligen bicicletas eléctricas de montaña para lanzarse a aventuras de varios cientos de kilómetros y se convierten en una bicicleta perfecta para viajar.
Estas bicicletas hacen que nuestras limitaciones físicas desaparezcan, permitiéndonos recorrer cualquier tipo de ruta sin que los repechos o el viento en contra afecten a nuestro rendimiento. O, como mínimo, nos darán una ayuda para no llegar tan agotados al final de cada etapa.
Evidentemente, también tienen sus puntos negativos, porque las limitaciones físicas se vuelven limitaciones mecánicas cuando el éxito de nuestra etapa depende de encontrar un enchufe la noche anterior.
Las bicis eléctricas, en general, no son adecuadas para todo tipo de viajes, pero sí para los recorridos donde el acceso a la electricidad está garantizado si pernoctamos en hoteles u hostales. Es decir, la gran mayoría de rutas a las que podemos acceder en España y en Europa.
Alforjas y bikepacking: dos maneras distintas de disfrutar un aventura
Tan importante es el tipo de bicicleta que utilizaremos como el tipo de equipaje que
cargaremos. Por ello, es habitual dudar entre los dos sistemas de equipaje: el tradicional, mediante alforjas, y la moda más minimalista del bikepacking, que evita tornillos y anclajes
mecánicos.
Al viajar con alforjas tenemos un almacenamiento más claro y organizado, pero también
más complejos, con la posibilidad de que tras vibraciones y baches cualquier tornillo se afloje. Con el bikepacking, por otro lado, nuestro equipaje va sujeto mediante cintas de velcro o anclajes que podemos desmontar rápidamente. La durabilidad de estas bolsas puede ser algo menor, pero a cambio nos dan una compatibilidad excelente con cualquier bicicleta, y por tanto nos permiten hacer casi cualquier viaje con casi cualquier bici.