No dudaría un instante. Sería inmediato. Si me preguntasen qué me atrae del ciclismo sólo podría responder una cosa. Los amigos que tengo dentro. Este fin de semana en Sabiñánigo fue eso. Una auténtica reunión de personas que comparten la misma pasión por este deporte y por la Quebrantahuesos. 200 kilómetros y cuatro puertos de los altos Pirineos capaces de enamorar, de atraer y de poner en común demasiados sentimientos.
Por esa razón lanzamos la Pre QH 2014 y por esa misma volveremos en 2015. En el ciclismo no hay nada imposible si tienes a los Kapelmuur al lado liderados por la ‘secretaria’ Tere. Si confias en los profesionales del Hotel El Churrón para que te hagan sentir como en casa y si encima se reune un pelotón de 20 ciclistas todo roza la perfección.
LA TREPARRISCOS
Como suele pasar en la vida. El hombre propone y Dios (en este caso el de la lluvia) dispone. Así que tuvimos que cambiar el recorrido de la QH al domingo 4 de mayo por culpa de unas nubes que se empeñaron en anidar entre Laruns y Urdos. Así que rotación y el sábado 3 de mayo pusimos rumbo a Cotefablo para realizar la Treparriscos. Esta vez con regalo incluido en forma de Parque Nacional de Ordesa, al que muchos participantes de la QH ni han echado un vistazo en bicicleta. Una ocasión perdida de disfrutar un paisaje dolomítico y justo a la espalda del Tourmalet. Sí, el coloso a sólo unos kilómetros… de pistas forestales y una carretera inacabada en el lado español que nos llevaría a Luz St Sauver.
De Ordesa a Fiscal para echar un pincho de tortilla y rumbo a Sabiñánigo para completar el recorrido de 100 kilómetros a ritmo suave, ideal para calentar las piernas de cara al domingo. Por la tarde tocaba aprender de ciclismo… pero eso irá en otra historia.
LA PRE QH: SOMPORT
Así que el domingo con suave viento norte y algún grado por encima de cero emprendimos camino hacia el Somport. Resultaba raro no verse rodeado por miles de cicloturistas por las calles de Sabiñánigo, eso sí, estaban los ‘elegidos’. Como cualquier ‘quachero’ sabe los primeros kilómetros son de suave calentamiento hasta la estación de Canfranc. Algún repecho y el viento de cara, que ya no era tan leve, se empeñaron en frenarnos en nuestro intento. No problem. Trabajo en grupo para salvar a los más débiles de las garras del dios Eolo.
Canfranc marca el inicio del verdadero Somport y también de los paisajes pirenaicos. Bellos, nítidos, grandiosos con el sol de mayo. Ni una nube iba a enturbiar la ruta, pese a que en la frontera, y después del avituallamiento, tocaba echar mano de los chubasqueros del coche de apoyo. El descenso. Rápido, frío, larguísimo, pero reconfortante para las piernas que le explican a la cabeza que necesitan un respiro antes de llegar a Escot.
EL MARIE BLANQUE
Puente de piedra, giro a la derecha y arranca el Marie Blanque, ya con 18 grados en el ambiente. Ideal para ver las primeras escaramuzas y comprobar la ganas de Íñigo, que a sus 16 años se probaba en la Dama Blanca. Compartió pedaladas con Sergio, uno de esas personas que emanan ciclismo con solo verles la planta. El infierno arranca a cuatro de la cima.
VESTIMOS A TU GRUPETTA DE ULB >
El grupo se rompe en mil pedazos y las rampas del 12% lo convierten en un sálvese quien pueda. Ideal para que José María empiece a conocer el muro de la QH, o para que Alberto demuestre que un trompazo a 50 por hora tres días antes nos es suficiente para frenarlo.
Inaxio responde con un sobresaliente a la ‘encerrona’… él, qué el pensaba que se iba a enfrentar a la Treparriscos, y el ‘marqués’ empieza a sacar sus gotas de calidad ciclista. No serán las únicas. En la cima una de esas fotos que dan envidia a los compañeros de grupetta. Con el cartel del Marie Blanque al fondo y el cielo despejado y radiante. Y la tranquilidad de saber que no hay un chip martirizando y metiendo prisas.
EL PORTALET
Otra sesión de avituallamiento y camino de un juez un tanto peculiar que vive en Laruns, se llama Portalet y se apellida Messie del Mazo. El tercer sábado de junio suele echar horas extra de trabajo y sube hacia la frontera española golpeando a los que cargaron sus piernas de ácido láctico en casa de su mujer Marie Blanque. Normal. Celoso él con los que le minusvaloran y creen que sólo es un puerto tendido. Por eso conviene escuchar los consejos de un ‘profesionisti’ de la QH como Luis García, que después del descansillo de la presa grita eso de… ¡¡¡A Comer!!!. Antes, Nanes había hecho labores de equipo con Íñigo a la rueda y por detrás el puerto se empinaba casi sin darnos cuenta.
En un abrir y cerrar de ojos (relativo, claro) nos plantamos en las viseras del Portalet, auténtico muro del puerto con rampas del 9 al 12%. Es Juan, al que no le hace falta una máquina de 3.000 euros para demostrar su calidad, el que marca un ritmo que acabará por ‘atufarnos’ a todos. La experiencia manda. Así que ritmo constante, mirada a los picos nevados del Midi y a esperar al descansillo a falta de tres para la cima.
Coronamos como el rosario de la aurora (expresión ciclista por excelencia) y goteando de sudor. Señal inequívoca de que el juez estaba esperando por si alguno flaqueaba. No fue necesario. Inda superó sus límites de 2014 (todavía sin ninguna etapa de más de 100 km). Íñigo a sus 16 años completó su primer Portalet solo unos minutos antes que su padre. Y encima ‘fichamos’ durante la subida a un pupilo del ‘Xavi Tondo’.
LA HOZ Y META
Para cumplir la tradición nos desviamos en la salida de Escarrilla hacia el Pueyo para rendir homenaje a La Hoz, esos dos kilómetros en los que muchos se han dejado sus objetivos para la QH. Una subida calámbrica que se hace mucho más leve con el descanso de la cima de Portalet. Después sólo queda meter el plato (volver a quitarlo en la penúltima tortura del repecho de Bubal) y volar hacia Sabiñánigo en contra de un Eolo caprichoso al que le había dado por girar y removernos los pelos de la barba.
Trabajo hecho, piernas a la silla y una cerveza en la mano. Charleta sobre la etapa, sobre el ciclismo, sobre la vida. ¿Se le ocurre a alguien mejor forma de acabar una Pre QH? A nosotros no.