Julien Alaphilippe se quitó en 2018 el sambenito de segundón que algunos le habían colgado. Dos victorias en Itzulia y otras dos en el Tour, con maillot de la montaña incluido, avalan al único ciclista que ha sido capaz de poner fin al reinado de Valverde en el Muro de Huy de la Flecha Valona, quizás su mayor éxito hasta el momento. El francés se ganó en el Tour el título de ciclista mediático y nuevo ídolo de la afición de su país. Además de piernas tiene madera y carácter para serlo. Para hablar con él hay que sortear sus bromas, sus dobles sentidos e intuir los datos que no quiere revelar. En el Campus del Deceuninck Quick Step en Calpe nos contó todo eso y mucho más.
Si hay algo que siempre le preguntan a un ciclista francés que ha hecho un buen papel en el Tour es si tiene capacidad para ganarlo. En Francia es una obsesión desde los tiempos de Bernard Hinault. Por ese trance pasaron JF Bernand, Mottet, Virenque, Jalabert, Chavanel, Moncoutie, Rolland, Voeckler, Pinot y ahora Bardet. Todos fueron la gran esperanza gala y por ahora ninguno ha conseguido subirse a lo más alto del podio de París. Alaphilippe en el pasado Tour se exhibió en la alta montaña. Venció en Le Grand Bornand y en en Luchón y se llevó el maillot de puntos rojos. Una faceta, la de dominar las etapas alpinas, que hasta entonces no figuraba entre sus cualidades, más enfocadas a clásicas y finales explosivos. Por eso se desató la locura en el país vecino, que el propio Julien aplacó en la entrevista.
«No pienso en la general del Tour. No es mi estilo de ciclismo»
Las razones que da para ellos pues, no son ni la capacidad de recuperación de una etapa a otra, que considera que no es su peor cualidad, ni la falta de condiciones físicas, sino su forma de entender el ciclismo. «Ahora mismo no pienso en carreras de tres semanas. Prefiero las carreras de un día, las clásicas o como mucho las vueltas de una semana. A las vueltas de tres semanas voy a disfrutar y a buscar mis oportunidades, pero buscar la general requiere presión para todos los días. Quizás lo intente en el futuro, pero en este momento no es mi prioridad. Tengo una buena capacidad de recuperación de un día para otro. Pero para una gran vuelta además hace falta pensar en ella y prepararse exclusivamente. Además lo que me gusta es atacar, moverme y disfrutar. Y si estás pensando en la clasificación general no puedes hacer eso todos los días y para mí el ciclismo es más divertido».
Así para 2019 el calendario de Julien Alaphilippe seguirá mirando a las clásicas, eso sí, con alguna variación. La primera el debut en Argentina, del que ya se han visto los resultados. Ahora irá a Colombia y después intentará brillar en la Strade Bianche, una carrera que todavía no conoce pero que «si en ella pueden andar bien Bardet y Valverde quizá no me venga mal a mí. Aunque, eso sí, siempre hacen falta piernas«. Cambiará Tirreno Adriático por París Niza y seguramente volverá a la Itzulia antes de las clásicas de primavera, su primer gran objetivo.
«El Mundial… no fue mi mejor día»
Allí, en las Ardenas, protagonizó uno de los momentos de la temporada pasada. Flecha Valona. Muro de Huy. Territorio Valverde… hasta 2018. Alaphilippe acabó con el reinado de Valverde y se marcó un ‘KOM’ en el segmento de Huy, aunque no lo subiera a Strava, porque el murciano repitió casi de forma idéntica su tiempo de años anteriores. La clave, los vatios que el francés fue capaz de mover, pero que, al preguntárselos, se guardó para sí con media sonrisa y un «bueno, es que no miré el medidor cuando sprinté y tampoco revisé los datos al llegar a meta ni en el hotel«. Un ‘secreto’ que se guarda en la cocina para no dar pistas a los rivales. Eso sí, quiso dejar claro que «simplemente cuando llegué a 300 metros del final en el Muro de Huy arranqué con todas mis fuerzas. Fue un momento especial de la temporada para mí porque vencí a Valverde, que ahora es el campeón del Mundo y que es un auténtico especialista en ese terreno».
Y de Flecha a Lieja Bastogne Lieja, que en 2019 se hace más asequible a los menos escaladores. La organización ha suprimido las subidas finales a Saint Nicolas y Ans y desde la cima de Roche Aux Falcons quedarán casi 20 kilómetros para la meta y serán en bajada y en llano. «No es la mejor opción para mí porque se abre el abanico. Pero siendo Lieja», explicó. Quizás en 2018 perdió su gran ocasión. Después de la exhibición de Flecha tenía ‘piernas’ para repetir en Ans, pero la táctica de equipo dejó vía libre a Bob Jungels en Roche aux Falcons y el luxemburgués llegó a meta con el francés de secante por detrás. Labor de equipo que Julien definió con un «no se que habría pasado si Jungels no ataca. Lo hizo y el resultado fue ese. Estoy contento porque fue bueno para el equipo».
Y si algo pasa por la mente del francés es el Mundial. Ya tuvo su oportunidad en Bergen, pese a que no le iba nada bien, y en Innsbruck era el gran favorito junto a Alejandro Valverde. Recorrido ideal para él y trabajo en las redes sociales los días anteriores, con un vídeo de sus sprints entrenando. Todo parecía dirigido para un duelo entre los dos reyes de Huy, pero Alaphilippe se soltó en el muro de la última subida antes de la línea de meta. Lo hizo después de que su ‘gregario’ ese día, Bardet, pusiera un ritmo imposible de seguir. De haber contemporizado quizás todo se habría resuelto en un sprint entré Alaphilippe y Valverde. Nunca lo sabremos. La conversación claro está, tiene que seguir por ahí. Le recordamos la situación y que en muchas casas españolas se vitoreó tanto que él se descolgara como la victoria de Valverde. Media sonrisa, un «bueno, no fue mi mejor día» y ¿acabamos ya la entrevista no?».