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Los reyes del Mortirolo

El Mortirolo. Sinómino de dureza extrema. De rampas imposibles. De escaladores puros y leyendas ciclistas. En su historia un nombre propio, el de Marco Pantani, y muchos secundarios, desde Miguel Indurain a Iván Basso. A él volveremos en  La Maratona dls Dolomitas y a su rey, Marco Pantani, le homenajearemos en un viaje de siete días a su ciudad natal…. pero antes vamos con El Mortirolo.

Y es que el Mortirolo en su subida desde Mazzo tiene números de rey. 12,5 kilómetros al 10,5% de media, con un tramo central de 7 kilómetros continuos por encima del 11%. Un pico del 20%, carretera estrecha y 32 curvas numeradas una a una.

La leyenda de Marco Pantani y el Mortirolo
El Mortirolo, escondido entre la grandiosidad del Gavia y el Stelvio, nunca había sido parte del Giro hasta 1990. Ese año debutó por su vertiente de Mazzo di Valtellina, la clásica. Por allí pasó primero Leonardo Sierra, aquel venezolano famoso por pegarse con Arrieta en mitad del Tour. Esa edición ya la tenía en el bolsillo Bugno y no decidió nada. Tampoco en 1991 con Chioccioli como dominador absoluto, tanto del Giro como del Mortirolo.

Fue en 1994 cuando Marco Pantani cambió la historia del Mortirolo. Aquel Giro lo dominaba el rusoBerzin, que hasta sacaba tiempo a Miguel Indurain en la contrarreloj. Pantani era un mero espectador que había ganado la etapa anterior con una larga fug, con final en Merano y cinco puertos, y estaba a más de cinco minutos en la general.

El menú de aquella 15ª etapa tenía las subidas al Stelvio, al Mortirolo y final en Áprica con doble paso por el Valico de Santa Cristina. Como suele pasar en mayo el tiempo en el Stelvio fue infernal. Frío, agua… pero todo cambió al coger el valle hacia Mazzo di Valtellina. Por allí iba escapado Franco Vona cuando Pantani decidió atacar, nada más arrancar la subida Una locura teniendo en cuenta la paliza que se había pegado el día anterior.

Al demarraje de Marco respondió el líder Berzin. Se le pegó a rueda, pero sólo aguantó un par de kilómetros para acabar desfondado. Pantani, en cambio, fue cogiendo y soltando uno a uno a todos los escapados, su teórico jefe de filas Chiapucci entre ellos. Sólo un peso pluma como Cacaíto Rodríguezpudo seguirle unos kilómetros.

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Por detrás Berzin estaba pagando la osadía de retar a Pantani y al Mortirolo al mismo tiempo. Cedió ante Miguel Indurain, que iba a ritmo, y sufrió lo indecible para hacer cima. En el terreno llano hasta Áprica Pantani paró a esperar a Indurain y Cacaíto, que venían como un tiro.

Los tres coronan el Válico por primera vez y en la segunda ascensión se produce lo insospechado. Indurain también cede a los esfuerzos de la combinación Pantani-Mortirolo y se suelta en la subida. Pantani se marcha solo y meta sacará 2:52 al segundo, que no es otro que su compañero Chiappucci. Indurain acaba a más de tres minutos y el líder, Berzin, a más de cuatro. Marco salta a la segunda posición que ya no abandonará hasta el final del Giro.

1996, la debacle de Olano
El Mortirolo volvió al Giro dos años después. Era la penúltima etapa y se antojaba más decisivo que nunca, porque solo un segundo separaba al líder, Abraham Olano, del segundo Pavel Tonkov. Y para acabar los italianos habían diseñado dos etapas de órdago. Primero Menghen, Pordoi, Marmolada y Pordoi con 220 kilómetros y al dia siguiente 250 entre Cavalese y Áprica, con Mendola, Tonale, Gavia, Mortirolo y Áprica.

Con el donostiarra como líder el Mapei controló hasta mitad del Mortirolo, con Lanfranchi y Fernández Ginés trabajando para él. Las cosas las cambiaron Zaina, Tonkov, Ugrumov y Gotti. Los cuatro, justos por detrás de Olano en la general, tensaron el ritmo hasta límites insospechados. La entente funcionó a a cinco de coronar el líder se había descolgado. El peor escenario posible, sus cuatro rivales por delante y él solo ante el peligro.

Los segundos fueron cayendo como losas y Olanocoronó solo el Mortirolo a más de un minuto de sus rivales. Su suerte estaba echada. Por delante Tonkov alentaba al resto. Fue el único que aguantó a Gotti en la línea de meta. Olano, de rosa, acabó quinto la etapa a 2:52. El sexto no llegaría hasta más de cinco minutos.

1999. El día que el Mortirolo fue un actor secundario
Era un cinco de junio, sábado. El Mortirolo iba a ser el escenario de la coronación de Marco Pantani. El Pirata había arrasado e iba a sumar su tercera gran vuelta en dos años. Tonale, Gavia, Mortirolo, Áprica y Valico de Santa Cristina jalonaban una etapa que parecía hecha de homenaje al romagnolo. Similar a aquella de 1994 en la que se dio a conocer al mundo.  

En la general Savoldelli, segundo, iba a más de cinco minutos y Gotti, tercero, a más de seis. Nadie podía presagiar que Pantani no ganaría aquel Giro, pero sin embargo sucedió. Todo se desencadenó de madrugada en un hotel de Madonna di Campiglio, donde había acabado la etapa anterior.

Pantani, el líder, sabía que iba a tener la visita de los vampiros. Llamaron a su puerta, se remangó y dejó el brazo para que le extrajesen sangre, algo habitual en el ciclismo de aquellos años. Los jefes del ciclismo sabían que se utilizaba EPO, pero también que era indetectable, así que los controles se hicieron continuos.

Ese día el hematocrito de Pantani dijo que estaba por encima del 50%, el límite legal que habían impuesto los jueces. No era apto para tomar la salida y debería parar 10 días por salud. La etapa salió entre protestas de los tiffosi, que esperaban a su ídolo. El Mortirolo sólo fue una anécdota en el camino de Savoldelli, que sucumbió ante Iván Gotti y perdió un Giro que no esperaba ganar. Ese día la etapa se la llevó Heras, que años después daría positivo por EPO. Pantani jamás volvió a ser el mismo.

2008. El año de Contador
Otra vez el Mortirolo y un español de rosa con una ventaja minúscula. Alberto Contador lideraba la general de aquel Giro con sólo 4 segundos sobre Riccó. Gavia, Mortirolo y Áprica eran los puertos diseñados para aquella penúltima etapa.

El de Pinto tenía una presión fuera de lo común. No sólo porque en Italia se consideraba a Riccó el nuevo ídolo, sino porque el día anterior, en el Monte Pora, le había restado 37 segundos. Así que la táctica de Astaná aquel día fue mandar por delante a Toni Colom, que ayudaría a Contador en caso de problemas.

El Mortirolo lo subió en cabeza el mallorquín a la espera de un posible desfallecimiento de Contador. El ataque de Riccó no se hizo esperar. Tampoco el de Di Luca. Ni el de Sella, que ya llevaba dos triunfos en aquel Giro. Sin embargo la entente italiana no fue suficiente para desbancar a Contador.

Dos años después, en 2010, el Mortirolo se volvía a cruzar en el camino de otro español vestido de rosa. Era David Arroyo, que había conseguido la maglia en una escapada bidón camino de L’Aquila. Todavía quedaban dos etapas para terminar aquella edición y el de Talavera sacaba más de dos minutos en la general a Iván Basso.

Parecía una ventaja suficiente, pero el Mortirolo sacudió fuerte a Arroyo, que al igual que Olano en el 96 tuvo la mala fortuna de quedarse sólo y entre dos aguas. Por delante Basso, su gregario Nibali y Scarponi. Por detrás Arroyo sin compañeros y con una larga nómina de rivales a su chepa. En meta más de tres minutos y el Giro que se quedaba en Italia.

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